Diciembre 21, 2024

¿Creen ustedes que ellos eran más culpables que el resto…?(Lucas 13,1ss)

 ¿Creen ustedes que ellos eran más culpables que el resto…?(Lucas 13,1ss)

Vivimos tiempos de angustias y de confusiones…

El evangelio de Lucas nos aporta un testimonio apropiado que los apóstoles vivieron con Jesús. Vivieron una experiencia análoga en la época y en los mismos lugares de los conflictos dramáticos que conocemos actualmente. Jesús fue predicador atento al hambre de la gente, aliviando las enfermedades, enseñando el amor de Dios Padre… pero, luego, perfilándose una oposición amenazadora en su contra, explica a sus discípulos que, con Él, surgirán divisiones más que paz, persecuciones… En realidad, les anunció su pasión. Su crucifixión fue la tortura y muerte atroz que nuestros crucifijos recuerdan.

En este texto mencionado, Jesús les recuerda a sus discípulos una masacre reciente de unos Galileos cuya Pilato había “mezclado su sangre” con la de sus sacrificios”.

Jesús no entra a interpretar estos acontecimientos, no invita a la conmoción, al escándalo, la condenación o a la venganza justiciera , nuestros sentimientos muy comunes. Llama a la conversión: “Si no cambien de vida, igual perecerán”.

Todos los medios de comunicaciones se esmeran en distribuir culpabilidades y las instancias judiciales internacionales buscaran sancionar los excesos, pero ¿quiénes no recuerdan guerras y violencias que se “justificaron” o se olvidaron?

Se puede considerar la violencia como un “mal” endémico de los seres humanos, maldades que sólo se puede aplacar, controlar. A veces nos queda como un vago sentimiento de culpabilidad, es como si fuéramos todos responsables. Se promueven la prevención, la tolerancia, el diálogo, los acuerdos,… las oraciones…

Terminar con las violencias es sin duda una tarea humana personal, social, política, económica e internacional. Sin embargo, tenemos que repetir el “líbranos del Mal“. Dios mismo se hace cargo de “este enemigo” que tenemos. La violencia “hecha” es un pasado irreparable. El daño, las victimas, no hay quien los puede rescatar sino Dios mismo. Sólo les queda a las personas la oportunidad de cambiar las situaciones posteriores. Esta oportunidad la podemos rescatar dándole espacio al Espíritu que nos dejo Jesús. Será meditando las palabras del evangelio y asumiendo sus enseñanzas que podremos progresar en la liberación del Mal que es obra de Cristo crucificado.

Nuestro panorama mundial actual es de una crisis profunda. Pero respecto a la violencia, debemos recordar que el cristianismo produjo esas terribles guerras de religiones algunos siglos atrás, las Cruzadas, la Inquisición, las guerras mundiales entre “cristianos”, las “evangelizaciones forzadas de las colonizaciones. Y frente al Islam y los Israelitas violentos de hoy, no tenemos que criticar tan fácilmente la paja en los ojos ajenos. Nuestras divisiones entre cristianos es una tremenda “viga” en el ojo de nuestra llamada civilización cristiana.

Nos espantan las violencias en nuestras pantallas. Es mejor, de primera, callarnos un tiempo y evitar juzgar como si fuéramos Dios, nosotros mismos. Que cada uno desvele sus propias violencias pasadas y actuales para, con la ayuda de Dios, pedir ser liberados de ellas.

Paul Buchet

Editor