Carta del CMI al Patriarca Kirill de Rusia
Su Santidad Kirill
Patriarca de Moscú y de toda Rusia – Iglesia Ortodoxa Rusa.-
Su Santidad,
Con gran pesar os escribo de nuevo al final de la Cuaresma, entrando en la Semana Santa, acompañando a nuestro Cristo sufriente en su camino hacia el Calvario y hasta el día de la Resurrección.
La guerra trágica y brutal en Ucrania que comenzó en vísperas del período de Cuaresma se ha cobrado tantas vidas inocentes de civiles, mujeres y niños, ha provocado una destrucción inmensa, ha desplazado a pueblos y comunidades y ha generado millones de refugiados. ¡La gente está en gran desesperación y sufrimiento!
Los fieles ortodoxos y greco-católicos de Ucrania, de Rusia y de todo el mundo se preparan para celebrar al final de esta semana la fiesta más importante del año, el Día de la Resurrección.
Es bien sabido que para la cristiandad oriental este día tiene una especial resonancia e importancia. La historia nos recuerda que incluso en los momentos más difíciles de persecuciones, guerras y sufrimientos, nadie pudo impedir que los fieles cantaran y proclamaran con denuedo el himno pascual que afirma la victoria de la vida sobre la muerte, de la luz sobre las tinieblas, de la libertad sobre la tiranía: Cristo ha Resucitado de entre los muertos, pisoteando la muerte con la muerte. Es conmovedor leer que durante la Primera Guerra Mundial los combates se detuvieron por un momento para que los soldados pudieran compartir entre ellos el saludo de la Resurrección o sobre aquellos cristianos confesantes en el gulag soviético que, cuando se les pedía que se arrodillaran frente a la fosa común antes de su ejecución, entregaron sus vidas mientras cantaban juntos el alegre y victorioso himno pascual.
Al final de la semana, de acuerdo con los requisitos del servicio especial de medianoche de Pascua, Su Santidad saldrá de la iglesia como cada año, y proclamará a gran voz al mundo, a todo el cosmos, que Cristo ha resucitado y que la paz del mundo del Señor Resucitado no es sólo para un grupo selecto o especial de personas sino para el mundo entero.
A la luz de estas afirmaciones que son el núcleo de nuestra misma identidad, me he atrevido a escribiros con profundo respeto y amor filial.
La gente perdió la confianza y la esperanza en los políticos y en una posible negociación pacífica y un alto el fuego. Recibimos solicitudes diarias de fieles en Rusia y Ucrania, pero también de todo el mundo para contactar a Su Santidad y pedir intervenir y mediar para una solución pacífica, para el diálogo en lugar de la confrontación, para poner fin al derramamiento de sangre fraterna.
Soy consciente de que no está en su poder y autoridad detener la guerra o influir en aquellos que tienen tales poderes de decisión. Pero los fieles esperan una palabra de consuelo de Su Santidad. Piensan que si sale con una declaración pública y una solicitud, como padre espiritual de tantos millones de ortodoxos tanto en Rusia como en Ucrania, eso podría tener un impacto.
Ahora escuchamos noticias preocupantes de que los planes son atacar iglesias durante las celebraciones de la noche de Pascua y sembrar aún más el terror, el miedo, las acusaciones mutuas y la demonización.
Hemos seguido pidiendo a los líderes políticos un alto el fuego y el regreso a la mesa de diálogo desde el comienzo mismo de las hostilidades, pero sin resultado. Por el contrario, en las circunstancias actuales todos vemos que la guerra se ha recrudecido, lo que indica que la paz no puede lograrse tan pronto como todos hubiésemos deseado y esperado.
Nuestra humilde petición a Su Santidad en esta situación particular e imposible es que intervenga y pida públicamente un alto el fuego durante al menos unas horas durante el servicio de Resurrección. Dar oportunidad a los soldados y a los aterrorizados civiles de abrazarse y saludarse con el saludo pascual, de silenciar por un momento las bombas y los proyectiles y escuchar en cambio el sonido triunfal de las campanas de las iglesias y el toque gozoso de la gente fiel. Que una cesación del fuego tan breve sea un anticipo y una prueba de que se puede lograr una paz duradera.
Con amor y respeto,
Padre Ioan Sauca / Secretario General Interino
Consejo Mundial de Iglesias
Ginebra, 19 de abril de 2022