Soy Sacerdote Católico
Ante los lamentables hechos protagonizados por algunos miembros de la Iglesia, hoy cualquier sacerdote puede ser objeto de insultos y cualquier tipo de agravio en plena calle. ¿Qué nos ha pasado?
Yo soy producto de la Iglesia chilena y la amo con toda mi alma; por eso me duele tanto la situación actual. Llegué a estas tierras acudiendo a un llamado del obispo de Chillán, D. Eladio Vicuña, a mis 24 años; ahora estoy próximo a cumplir los 84. Son 60 años de vida –toda una vida- en estas benditas tierras.
Conocí y me entusiasmé con aquella Iglesia marcada por los teólogos de la Liberación, y representada por grandes y numerosos obispos de la corriente del cardenal Silva Henríquez. Codo a codo colaboré durante varios años en Concepción con obispos de la talla de D. José Manuel Santos y Alejandro Goic, y hasta el día de hoy sigo colaborando todo lo que puedo con mi hermano Juan Luis, quién fue durante muchos años feliz obispo de Chiloé.
Aquella Iglesia admirada y respetada fue mi Iglesia, igual que lo sigue siendo la de ahora, tan acusada y desprestigiada. Me duele en el alma y la amo con toda mi alma. La amo porque soy hombre de fe y esperanza, y estoy seguro de que de este derrumbe, de esta terrible crisis, va a surgir algo nuevo y vigoroso.
Son golpes duros que nos enseñan a ser más humildes y a dejar de lado el autoritarismo y clericalismo. Muchos soñamos con ese Pueblo de Dios donde los laicos, especialmente las mujeres, asumirán roles de mando en la Iglesia para que esta sea más democrática y comunitaria, menos jerárquica y vertical; donde todos tengamos voz y voto en la elección de obispos para que sean hombres de gran corazón y mente amplia. Queremos una Iglesia abierta, en diálogo sincero con tantos avances contemporáneos en gran variedad de temas. Mucho bien hará a todos una Iglesia en actitud de escucha y diálogo, sin miedos ni prejuicios, con el mundo de hoy; Iglesia abierta a escuchar y negada a condenar. Esa es la Iglesia que amamos y queremos construir.
Pidom ayuda a los amigos periodistas y medios para que cada vez que tengan que informar de alguna ingrata noticia, del tema que sea, lo hagan siendo fieles a la ética profesional: fidelidad a la verdad humilde y sencilla, sin flecos de morbo. La verdad ennoblece, la morbosidad envilece. Y a mis amigos hermanos sacerdotes, especialmente, a los más jóvenes, les pido que no se desanimen, que no tengan miedo, que se sientan orgullosos de pertenecer a este Pueblo de Dios que camina en Chile, con sus aciertos y desaciertos, con sus caídas y levantadas, con sus luces y sombras.
Esta es nuestra Iglesia santa y pecadora: me quiero aferrar a la santa, a la de tanta gente humilde y sencilla, hombres y mujeres fieles a Jesucristo hasta las últimas consecuencias. Me quiero afirmar en esa Iglesia santa para que no me abrume la pecadora. Cuando el pueblo de Israel pasaba por difíciles momentos de gran depresión personal y colectiva, en el momento en que la noche parecía más tenebrosa y profunda, el profeta subió a la atalaya del vigía y anunció: ¡Ya amanece¡
P. José Luis Ysern Arce
La Discusión de Chillán