Diciembre 22, 2024

Los enviados del Papa en Chile y la visita a la Diócesis de Osorno…

 Los enviados del Papa en Chile y la visita a la Diócesis de Osorno…

(Luis Badilla – Francesco Gagliano).

Los enviados del Papa en Chile y la visita a la diócesis de Osorno: una misión muy difícil.

Ayer se publicó oficialmente el calendario de la segunda visita, deseada por el Santo Padre en Chile, de sus enviados: arzobispo de La Valetta, Mons. Charles Scicluna y Mons. Jordi Bertomeu, Oficial de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Estos enviados trabajarán en Santiago durante cuatro días: 12, 13, 18 y 19 de junio. A mitad de la visita se trasladarán por cuatro días a la ciudad de Osorno (14, 15, 16 y 17), es decir a más de 800 km de la capital, para reunirse con el obispo de la diócesis, Mons. Juan Barros, sus colaboradores y luego, por supuesto, los laicos.  Y estos podrían ser el principal problema de la Misión del Vaticano (1).

Es casi seguro que el obispo Juan Barros, nombrado por el Papa en enero de 2015, abandonará la diócesis relativamente luego. Por ahora se gana tiempo para estudiar el modo de la “salida” del obispo, inseparable de la cuestión de la permanencia de otros tres prelados de la ex Pía Unión de sacerdotes de Karadima, hoy guías de otras diócesis: auxiliar de Santiago (Andrés Arteaga, enfermo ), Linares (Tomislav Koljatic) y Talca (Mons. Horacio Valenzuela). En este contexto, no parece que la Misión Scicluna-Bertomeu pueda encontrar grandes dificultades, con excepción de algún anciano viejo cura horrorizado por el hecho, inédito, que algunos grupos de laicos no acepten las decisiones del Papa.

 Grupos laicos en Osorno, pero también en otras Diócesis.

 Los laicos de la Diócesis de Osorno hoy están muy divididos, fragmentados y distantes debido a las controversias y polémicas que han surgido desde el primer día del nombramiento de Barros.

Desde fuera, aparece claro también la existencia de ambiciones de protagonismo y liderazgo fuera de lugar. No se repite en este campo lo que se critica a la jerarquía. Entre los diferentes grupos, el antagonismo es fuerte y, a menudo, agresivo. Dentro del genérico “movimiento laico de Osorno” hay una serie de diferentes posiciones, articuladas y, a veces un poco crípticas, que van desde los duros, puros e inflexibles ( ‘fuera de Barros ahora’) a los que tienen posiciones más suaves e inclusive, abierta a posibles  estrategias de salida no conflictivas y negociadas. En las  fracciones intermedias existen puntos de vista más o menos cercanos al obispo y también partidarios de someterlo a juicio para determinar, definitivamente, si es o no culpable de encubrimiento de los abusos sexuales de Karadima.

Por último, en teoría, pero con una estrecha atención al Informe Scicluna-Bertomeu, dossier entregado al Papa después de la primera misión del mes de febrero, se puede suponer que otras cuestiones deberán enfrentar los Enviados pero siempre en el contexto de la naturaleza específica del mandato papal, a saber, escuchar, recoger información y elaborar posibles escenarios para las reflexiones del Papa.

 Un primer tema se refiere al nombramiento de obispos.

La historia de Barros en Chile, y no sólo en este país, ha vuelto a abrir con una cierta fuerza un debate sobre los criterios y mecanismos que la Santa Sede y el Papa utilizan, desde hace siglos, para la selección y nombramiento del ordinario diocesano.

En pasado ya hemos hablado sobre la participación de las Comunidades cristianas en el proceso que conduce al nombramiento del pastor, tal como lo fue en el primer milenio del cristianismo. Algunos laicos de Osorno, pero también teólogos y eruditos chilenos, han pedido durante mucho tiempo la renuncia de Mons. Barros para dar una verdadera señal  de cambio en la Iglesia, Es necesario también que se den señales nuevas en la introducción de alguna forma de consultas de los laicos en los futuros nombramientos episcopales.

En Chile, y no solo aquí, desde hace muchos años, está el principio del sentido común; “ningún obispo se puede imponer a quienes no lo dan”, pero  nunca ha sido respetado en serio. Este principio eclesiológico fundamental, consagrado en un decreto del Papa Celestino I en su formulación completa dice: “Nullus invitis detur episcopus; cleros, plebis et ordinis et desiderium requiratur consenso “. (” Ningún obispo se da a los que no lo aceptan, sin haber el consentimiento y el deseo del clero, el pueblo y el orden “).

Esta cuestión no se refiere solo a la Diócesis de Osorno: incluye, por supuesto, los casos de los otros obispos que, el 17 de mayo  han presentado sus renuncias a Francisco y que en el pasado estaban relacionados con Karadima. La misma situación existe en el caso de la Diócesis de Santiago, sede de uno de los 4 obispos que han superado los 75 años: el Cardenal Ricardo Ezzati, persona muy discutida. En otras palabras, las decisiones que se tomarán en el caso de Osorno y mons. Barros no pueden limitarse a una parte del país, sino que, necesariamente, tendrán un impacto nacional en las otras 31 diócesis.

 Relación con la sociedad chilena – La Parroquia

 Por último, de gran importancia, es la cuestión de la imagen de la Iglesia chilena a los ojos de la opinión pública, donde al menos en algunos sectores, aumentan sentimientos anticlericales y anticatólicos, casi siempre asociados con la “pedofilia en el clero.”

En este campo, las medidas locales y del Vaticano, deben ser convincentes si se desea recuperar pronto un mínimo de relación con la sociedad, y sobre todo, si se desea volver a los tiempos cuando esta Iglesia tenía prestigio y autoridad. No es una cuestión secundaria y sería muy grave que, como ya ha dicho alguien en Chile, que la jerarquía y el Vaticano pensaran que todo esto es “irrelevante” porque la Iglesia no se gobierna con mecanismos democráticos.

Esto es cierto, pero también es cierto que la Iglesia no puede existir y vivir al margen de la sociedad, ya que su última realidad es el Pueblo de Dios y no las elite, los grupos de presión, la trama de las conveniencias y complicidades. En este sentido, el futuro renovado de la Iglesia en Chile, como lo subraya la abrumadora mayoría de los católicos laicos comprometidos, es la Parroquia, que la crisis y el descrédito han destruido sobre todo en las grandes ciudades.

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(1) En 2013 habían 125,000 bautizados de los 241,000 habitantes.

El territorio abarca más de 9,236 km² y está dividido en 23 parroquias, agrupadas en 4 decanatos: Centro, Rahue, Costa y Cordillera.

La diócesis fue erigida el 15 de noviembre de 1955 con la bula Christianorum del Papa Pío XII, obteniendo el territorio de la diócesis de Valdivia y la diócesis de Puerto Montt (hoy archidiócesis). Originalmente era sufragánea de la Arquidiócesis de Concepción.

El 10 de mayo de 1963 se convirtió en una parte de la nueva provincia eclesiástica de la archidiócesis de Puerto Montt.

Obispos en la Diócesis de Osorno:

– Francisco Maximiano Valdés Subercaseaux, O.F.M.Cap. (20 de junio de 1956 – 4 de enero de 1982) – Venerable Siervo de Dios.

– Miguel Caviedes Medina (8 de noviembre de 1982 – 19 de febrero de 1994).

– Alejandro Goic Karmelić (27 de octubre de 1994 – 10 de julio de 2003).

– René Osvaldo Rebolledo Salinas (8 de mayo de 2004 – 14 de diciembre de 2013).

– Juan de la Cruz Barros Madrid, desde el 10 de enero de 2015 …

Luis Badilla  –  Francesco Gagliano  /  Il Sismografo.

Ciudad del Vaticano

 

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