“Sin Jesús no hay Navidad…”
El Papa Francisco en la última audiencia general del año: Dios visita la historia humana, movida por los poderosos del mundo, e involucra a los que están confinados a los márgenes de la sociedad.
«En nombre de un falso respeto de quien no es cristiano, muchas veces se esconde la voluntad de marginar la fe, eliminando todo tipo de referencia al nacimiento de Jesús»: el Papa denunció la «desnaturalización» de la Navidad que se registra en la actualidad «especialmente en Europa», durante la última Audiencia general de este 2017. Francisco explicó que «sin Jesús no hay Navidad: es otra fiesta, pero no Navidad». El recuerdo de su nacimiento muestra que Dios visita «la historia humana movida por los poderosos del mundo» e involucra a los que están «confinados a los márgenes de la sociedad», subrayó. Así como Jesús, «enviado por el Padre, fue don para nosotros, seamos don nosotros para los demás», «antes que nada para los que nunca han experimentado atención y ternura».
«La construcción del pesebre y, sobre todo, la liturgia, con sus Lecturas bíblicas y sus cantos tradicionales, nos han hecho revivir el “hoy” en el que “nació por nosotros el Salvador, el Cristo Señor”», dijo el Papa durante su catequesis que dedicó al significado de la Navidad en el Aula Pablo VI.
«En nuestros tiempos, especialmente en Europa, asistimos a una especie de “desnaturalización” de la Navidad: en nombre de un falso respeto de quien no oes cristiano, que a menudo oculta la voluntad de marginar la fe, se elimina de la fiesta cualquier referencia al nacimiento de Jesús. ¡Pero en realidad este evento es la única verdadera Navidad! Sin Jesús no hay Navidad: es otra fiesta, pero no Navidad. Y, si en el centro está Él, entonces también todo el contexto, es decir las luces, los sonidos, las diferentes tradiciones locales, incluidos los platos típicos, todo converge para crear la atmósfera de la fiesta. Pero si lo quitamos a Él, la luz se apaga y todo se vuelve falso, aparente».
Jesús, recordó el Papa Francisco, «nace de una pobre chica desconocida, que lo da a la luz en un establo, solamente con la ayuda del marido… ¡El mundo no se da cuenta de nada, pero en el cielo los ángeles (que saben de esto) exultan! Y es así como se presenta el Hijo de Dios también a nosotros hoy: como el don de Dios para la humanidad que está sumergida en la noche del sopor del sueño. Y todavía hoy asistimos al hecho de que a menudo la humanidad prefiere la oscuridad, porque sabe que la luz revelaría todas esas acciones y esos pensamientos que harían enrojecer o remorder la conciencia. Así, se prefiere permanecer en la oscuridad y no sacudir las propias costumbres equivocadas».
En este sentido, «como Él mismo nos ha enseñado con su vida, significa volverse cotidianamente un don gratuito para los que se encuentran por el proprio camino. Es por ello que en Navidad intercambiamos regalos. El verdadero don para nosotros es Jesús, y, como Él, queremos ser don para los otros». Y «como nosotros queremos ser don para los otros, intercambiamos regalos en señal de esta actitud que nos enseña Jesús: Él, enviado del Padre, ha sido don para nosotros y nosotros seamos don para los demás».
En la Navidad, continuó el Pontífice argentino, «podemos ver cómo la historia humana, la que mueven los poderosos del este mundo, es visitada por la historia de Dios. Y Dios involucra a los que, confinados a los márgenes de la sociedad, son los primeros destinatarios de su don, es decir la salvación traída por Jesús. Con los pequeños y los despreciados Jesús establece una amistad que continúa en el tiempo y que nutre la esperanza por un futuro mejor. Ellos eran marginados, malvistos, despreciados y a ellos se les apareció primero la gran noticia. A estas personas, representadas por los pastores de Belén, “apareció una gran luz”, que los condujo derecho hacia Jesús. Con ellos, en todos los tiempos, Dios quiere construir un mundo nuevo, un mundo en el que ya no haya personas rechazadas, maltratadas e indigentes».
Jesús, concluyó Jorge Mario Bergoglio, «es el don de Dios para nosotros y, si lo acogemos, también nosotros podremos convertirnos en don para los demás, antes que nada para los que nunca han experimentado atención y ternura. ¡Cuánta gente en su vida nunca ha experimentado una caricia, una atención de amor, un gesto de ternura! La Navidad nos impulsa a que lo hagamos nosotros. De esta manera Jesús vuelve a nacer en la vida de cada uno de nosotros y, mediante nosotros, continúa siendo don de salvación para los pequeños y excluidos».
Al final de la catequesis, el Golden Circus de Liana Orfei ofreció un breve espectáculo para el Papa, que agradeció a los cirqueros subrayando que su arte «como la belleza, siempre acerca a Dios, y ustedes –les dijo– con su trabajo, con su arte, acercan a la gente a Dios».
Iacopo Scaramuzzi – Ciudad del vaticano
Vatican Insider – Reflexión y Liberación