Misericordia entrañable con los pobres
“Hemos de luchar por que no se les cometan injusticias”
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El próximo domingo 19 de noviembre es la Jornada Mundial de los Pobres, establecida por el Papa Francisco. Nos ha pedido que demos a los pobres la real importancia que tienen en el corazón de Dios, y que durante esta semana demos signos de que en verdad nos importan. Sin embargo, para muchísimas personas, esta invitación ha sido ignorada, o no se le ha dado el realce que merecería. No falta quien la considere como otra ocurrencia populista del Papa.
Alienta, con todo, que hay muchas personas que han escuchado esta palabra y, con ocasión de esta Jornada, o en cualquier otra temporada, hacen algo o mucho por los pobres. Por ejemplo, en los terremotos pasados, fueron miles quienes se desprendieron de algo y pusieron su corazón cercano a los que sufrieron. Nuestra Caritas Diocesana recibió casi 40 toneladas de víveres y otros enseres, que se llevaron a los damnificados de Chiapas y de Oaxaca; además, recibimos más de 700 mil pesos, que los enviamos a sus diócesis, para lo que más necesitaran.
Conozco a alguien que, inspirada por lo que pide el Papa, construyó una cocina, sencilla, de madera, a una familia pobre, porque la que tenían ya se les estaba cayendo. Conozco a otra persona que, con cariño, se inclina para curar el pie de una mujer pobre, infectada de pus. Otra, organizó una comida para pobres que viven cerca de su casa. Un empresario nos facilita, desde hace meses, su bodega como albergue para migrantes. Una familia nos cobra muy baja renta, para que su casa sirva para atender migrantes que pasan entre nosotros. Muchas personas van a las cárceles, a los hospitales, a los asilos, a llevar una palabra de aliento, un alimento, una medicina, alguna ayuda material. Hay grupos de jóvenes que visitan ancianos en los asilos, y les llevan alegría, música, tamales y otras cosas. Hay Ministros y Ministras de la Comunión que semanalmente visitan a enfermos en sus casas y les alimentan con la Palabra de Dios y con la Eucaristía. También lo hacen personas de otras religiones.
Es verdad que hay mucha gente indiferente y egoísta, encerrada en sus propios intereses y en su comodidad, pero hay mucha más gente buena, que ha demostrado su amor a los pobres, sin publicidad y sin intereses electoreros.
PENSAR
El papa Francisco escribió en su mensaje del 13 de junio pasado, al respecto: “Si realmente queremos encontrar a Cristo, es necesario que toquemos su cuerpo en el cuerpo llagado de los pobres, como confirmación de la comunión sacramental recibida en la Eucaristía. El Cuerpo de Cristo, partido en la sagrada liturgia, se deja encontrar por la caridad compartida en los rostros y en las personas de los hermanos y hermanas más débiles. Son siempre actuales las palabras del santo Obispo Crisóstomo: «Si queréis honrar el cuerpo de Cristo, no lo despreciéis cuando está desnudo; no honréis al Cristo eucarístico con ornamentos de seda, mientras que fuera del templo descuidáis a ese otro Cristo que sufre por frío y desnudez». Estamos llamados, por lo tanto, a tender la mano a los pobres, a encontrarlos, a mirarlos a los ojos, a abrazarlos, para hacerles sentir el calor del amor que rompe el círculo de soledad. Su mano extendida hacia nosotros es también una llamada a salir de nuestras certezas y comodidades, y a reconocer el valor que tiene la pobrez a en si misma.
Es mi deseo que las comunidades cristianas, en la semana anterior a la Jornada Mundial de los Pobres, que este año será el 19 de noviembre, Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario, se comprometan a organizar diversos momentos de encuentro y de amistad, de solidaridad y de ayuda concreta. Podrán invitar a los pobres y a los voluntarios a participar juntos en la Eucaristía de ese domingo, de tal modo que se manifieste con más autenticidad la celebración de la Solemnidad de Cristo Rey del universo, el domingo siguiente. En ese domingo, si en nuestro vecindario viven pobres que solicitan protección y ayuda, acerquémonos a ellos: será el momento propicio para encontrar al Dios que buscamos. De acuerdo con la enseñanza de la Escritura, sentémoslos a nuestra mesa como invitados de honor; podrán ser maestros que nos ayuden a vivir la fe de manera más coherente”.
ACTUAR
¿Conoces a algunos que son más pobres que tú? Los puedes visitar, regalarles algo, unos zapatos, ropa, invitarles a tomar algún alimento en tu casa, llevarles a una consulta con el médico, pagarles la cita y comprarles su medicina, etc. Desde luego, hemos de luchar por que no se les cometan injusticias. Que en el mercado, en los juzgados, en las iglesias, en las calles, en las esquinas, no se les desprecie, sino que reciban un trato justo. Pero ante todo, tener entrañas de misericordia con los que sufren.
+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de San Cristóbal de Las Casas