El Papa pide perdón a los pobres por los cristianos que los han ignorado
Audiencia para los que viven en la calle por el Jubileo de las personas que viven en condiciones de precariedad: la pobreza está en el corazón del Evangelio; enseñen a la humanidad la capacidad de soñar, la dignidad, la solidaridad y la paz
El Papa pidió a los «pobres, en nombre de los cristianos que no leen el Evangelio, que al centro tiene la pobreza, perdón por todas esas veces en las que los cristianos, frente a una persona pobre o en situación de pobreza, nos hemos dado la vuelta hacia otro lado». Lo hizo durante la Audiencia a las personas que viven en condiciones de precariedad en ocasión del Jubileo dedicado a ellas, última cita antes de que concluya el próximo 20 de noviembre el Año Santo de la Misericordia.
Francisco pidió a los 6 mil pobres que estaban presentes en el Aula Pablo VI que enseñara a la humanidad la capacidad e soñar, la dignidad, la solidaridad y la paz, y concluyó la audiencia rezando rodeado por un grupo de personas que no tienen hogar fijo. Todas ellas le pusieron las manos sobre los hombros.
Francisco habló después del testimonio de dos pobres, Christian, francés, y Robert, Polaco. «Una cosa que decía Robert —dijo el Papa— es: nosotros no somos diferentes de los grandes del mundo, tenemos pasiones y sueños, incluso mil pasiones, queremos subir la cuesta. La pasión a veces nos hace sufrir, nos crea barreras, externas o internas, a veces la pasión es patológica, pero también hay una buena pasión, una pasión positiva que nos lleva a soñar. Para mí, un hombre, una mujer muy pobres pueden tener una pobreza diferente de la de ustedes, cuando pierden la capacidad de soñar, cuando pierden la capacidad de sacar adelante una pasión propia. No dejen de soñar. El sueño de un pobre, de una persona sin techo, ¿cómo será? Yo no lo sé, pero usted sueñen. Sueñen que un día, tal vez, podrán venir a Roma, y en este caso el sueño se cumplió; sueñen que el mundo podría ser cambiado, es una siembra que nace del corazón de ustedes. Acuérdense de una palabra que uso a menudo: que la pobreza está en el corazón del Evangelio. Solo aquel que siente que le falta algo ve hacia lo alto y sueña. Aquel que tiene todo no puede soñar. La gente, las personas simples, los que seguían a Jesús lo seguían porque soñaban, soñaban que los habría curado, liberado, y él los liberaba. Hombres y mujeres con pasiones y sueños, esta es la primera cosa que quería decirles: ¡Enséñennos, a los que tenemos todo: techo, comida, a no estar satisfechos! Con sus sueños enséñennos a soñar desde donde están ustedes: desde el corazón del Evangelio».
«La segunda palabra que se nos dijo… o mejor no fue dicha, sino que estaba presente en la actitud de los que hablaron», prosiguió el Papa, que pronunció su discurso en español: «la vida es bella». «La vida se nos hace hermosa y somos capaces de encontrarla bella en las peores situaciones que ustedes viven; ¡Eso significa dignidad!», exclamó Bergoglio. El Papa destacó la dignidad de cada persona, incluso de aquellas que lo han perdido o no tienen nada material: «¡Dignidad, esa es la palabra! La capacidad de encontrar belleza aún en las cosas más tristes y más sufridas, solamente la puede hacer un hombre y una mujer que tiene dignidad».
«¡Pobres sí, arrastrados no, eso es dignidad!», insistió. «La misma dignidad que tuvo Jesús que nació pobres, que vivió pobre. La misma dignidad que tiene la palabra del evangelio, la misma dignidad de un hombre y una mujer que vive con su trabajo.¡Pobre sí, dominado no, explotado no!», dijo el Papa.
«Yo sé que ustedes —continuó— se han encontrado con gente que quiso explotar su pobreza, que quiso usufructuar de ella. Pero sé también que este sentimiento de ver que la vida es bella, esta dignidad, los ha salvado de ser esclavos». «La pobreza —reiteró— está en el corazón del Evangelio para ser vivida. La esclavitud no está para ser vivida en el Evangelio, sino para ser liberada». Y «cada uno de ustedes (decía Roberto) la vida, muchas veces, se ha hecho muy difícil». Al mismo tiempo, el Papa recordó que «siempre vamos a encontrar más pobres que nosotros y eso también lo da la dignidad; saber ser solidario, saber dar una mano a quien está sufriendo más que yo».
Y por ello «la capacidad de ser solidario es uno de los frutos que nos da la pobreza, cuando hay mucha riqueza uno se olvida de ser solidario porque está acostumbrado a que no le falte nada.Cuando la pobreza te lleva a veces a sufrir te hace solidario y te hace extender una mano al que está pasando una situación más difícil que la tuya», expresó Bergoglio. En el día de la memoria de San Martín de Tours, santo conocido por haber dado la mitad de su capa a un mendigo cuando era soldado del Imperio Romano, el Pontífice explicó que los pobres pueden ser maestros de «solidaridad» para el mundo. Y el Papa denunció con vigor: «La pobreza más grande es la guerra, es la pobreza que destruye», inspirándose en el testimonio de Cristian, «de los labios de un hombre que ha sufrido pobreza materia, pobreza de salud, es un llamado a trabajar por la paz».
Iacopo Scaramuzzi – Ciudad del Vaticano
Vatican Insider – Reflexión y Liberación