El reto de la Ecología
Quien recorre hoy la actualidad cristiana puede encontrarse con dos temas llamativos: por una parte, la estrategia del camino sinodal que crea problema entre el episcopado alemán y el Vaticano y por otra parte las severas acusaciones ecologistas que responsabilizan al Cristianismo de los problemas del medioambiente.
La invitación del Papa Francisco para un diálogo de democratización de la Apostolicidad de la Iglesia y su apoyo para la actualización de su Tradición teológica son tendencias muy gratas. Es reconfortante que se busque refrescar la identidad de la Iglesia católica en un mundo global que la marginaliza. Preocuparon los numerosos escándalos ocurridos en el clero, pero ahora mortifican profundamente las acusaciones que se le hace al Cristianismo referente a la ecología. En realidad, estas denuncias se dirigen especialmente a la Iglesia católica que se declaró “Luz de las Naciones, pero no le son exclusivas porque estás se dirigen a todas las religiones cristianas que juntas con ortodoxos están perdiendo abruptamente su hegemonía religiosa en el mundo. Tampoco se debe perder de vista que el desafío ecológico es un desafío para toda la humanidad la de ayer y la de hoy. No conviene abrir una discusión apologética porque abanderizarse por una u otra postura no sirve, es necesario abrir una reflexión que ayude a toda la humanidad a superar los problemas reales que amenazan el planeta y toda su biosfera.
Los que pusieron un pie fuera de la Institución eclesial como lo aconsejó el Papa Francisco, pueden informarse de las demandas que los ecologistas dirigen, a veces agresivamente a la misma fe cristiana haciendo responsables sus autoridades. Es una crítica severa que apunta al corazón mismo del Cristianismo y no sólo a las instituciones. Se recuerda las perspectivas de Max Weber que explicó el surgimiento del capitalismo por la ética protestante. Es acusado por el impacto de las creencias difundidas en las poblaciones que se denuncia. Para los ecologistas críticos el cristianismo corrompió el desarrollo de la humanidad.
En este contexto podemos leer la encíclica del Papa Francisco “Laudato si”. Esta es un hito en el Magisterio social de la Iglesia porque aporta la perspectiva ecológica que faltaba en las enseñanzas sociales. El texto no es como tal una respuesta a las críticas recibidas porque su preocupación mayor es resguardar la doctrina cristiana aportando la inteligencia de fe a los cristianos enfrentados a la situación problemática del Medioambiente. Después de un análisis profundo de la sociedad actual el Papa hace un trabajo ilustrado que actualiza las enseñanzas tradicionales. No se encuentra respuesta a las acusaciones precisas que se le hace a la cristiandad, pero , si, una extensa comprensión de la fe cristiana para los mismos fieles.
Lo que puede faltar en la encíclica como en muchas enseñanzas religiosas es un acercamiento a los cuestionamientos del movimiento ecologista radical. La evangelización requiere una mayor escucha de esos reproches Para entender bien esto se puede parafrasear un dicho: “Para cristianizar a John no basta conocer la doctrina cristiana, hace falta también conocer a John”. Confrontar ideas y creencias puede provocar discusiones pero no dialogo. Para iniciar un dialogo con los ecologistas acusadores conviene que los cristianos “suspendan” un tiempo sus creencias propias para escuchar sin “a priori” a los “sin dios”. A veces el pretexto de reforzar y defender las creencias propias tuerce el objetivo de la evangelización. Muchos cristianos viven con una fe paralizada. Empezando un proceso evangelizador se necesita dejar las propias convicciones “en pausa” para entrar en las expresiones y planteamientos de quienes no son cristianos. De ninguna manera esta restricción mental momentánea relativiza la fe, a lo contrario, le abre a una verdadera posibilidad de diálogo y esto es un espacio para la acción del Espíritu Santo.
El propósito no es tampoco inusitado porque el cristiano vive a menudo en medio de las preocupaciones de la vida con su fe “en pausa”. El evangelizador abrirá el diálogo decidiendo intencionalmente esta suspensión de su creer. Este “desprendimiento” es la primera etapa de toda movida evangelizadora porque posibilita un compartir autentico con los ecologistas no cristianos, un encuentro allí donde están. Esta pausa es necesaria para “escuchar” a los otros. Sin frenarse con las recomendaciones de precauciones, las sospechas del relativismo y del sincretismo, y sobre todo perdiendo esas manías de atrincherarse en discusiones, la motivación del cristiano será la confianza en Dios que se puede encontrar en la vida misma. Se puede aplicar esta pausa voluntaria en la vida personal dándose cuenta de algún sector pagano de nuestra vida, utilizarla para las relaciones interpersonales sencillas, en las conversaciones, en las reuniones de cualquier tipo y también iniciando cualquier enseñanza religiosa. Escuchar a los demás es dejar hablar y hacer hablar los demás. Se escucha preguntando y dándole perspectiva al tema o evento Después se buscar ampliar el enfoque inicial de la conversación con todo tipo de aportes perspectivas , circunstancias , aspectos , opiniones comunes, consideraciones religiosas… con el fin de enriquecer el dialogo. La meta de todo diálogo evangelizador es de llegar a compartir las convicciones iniciales de cada uno. El evangelizador podrá entonces dar su testimonio enriquecido y aterrizado por todo lo conversado.
En la encíclica del Papa Francisco, el tema de la Creación, por ejemplo, se presenta como una relectura tradición del Génesis. Si el evangelizador “suspende” este relato que el mismo Papa dice mitológico y simbólico, puede escuchar: el astrologo decir que somos “polvo de las estrellas”, el biólogo plantea la evolución del ser humano, el filósofo pregunta porque debe haber un “causante primero” al mundo, algunos dicen que se puede llegar a creer en Dios mirando la naturaleza, algunos creen en una energía universal… abrir el tema con estas diversas consideraciones es un punto de partida de reflexión evangelizadora. Por cierto el evangelizador se puede sentir como perdido en un bosque profundo con los demás. Su fe será la valentía de compartir la diversidad de sensibilidades y de planteamientos existentes. En este espacio, encontrará con los demás huellas para seguir adelante. La postura del cristiano será de confiar que en la vida , hay un tesoro escondido, que se puede encontrar agua viva, y que puede nacer de nuevo frente a todas las dificultades. Si, por ejemplo se llega a considerar que la vida es algo que se recibe y se da, se puede pasar a preguntar ¿qué se puede haber de valioso en esto? Con los “ ¿Por qué?, Quien?, Donde? Para qué, Cómo?…” se puede progresar hacia una idea de Dios . El propósito final del evangelizador no será de convencer para alguna manera de pensar sino llegar después de un largo recorrido al conocimiento de la persona de Jesús.
Quien se dispone para diálogos evangelizadores encontrará en la encíclica cantidad de elementos para guiarse pero que desconfíe de llevar al dialogo expresiones sin haberla asumidas y entendidas personalmente. Es sólo compartiendo su fe íntima (aún con vacíos) que podrá despertar la fe en los demás.
“Laudato si” invita a un dialogo con las otra religiones cristianas. Las espiritualidades y religiones orientales son más contemplativas y menos proactivas que los cristianos de occidente. Esta diferencia lleva sin duda a reflexionar sobre la actividad humana. Hay que escuchar los musulmanes, lo que acusan especialmente al Cristianismo por su incapacidad de enfrentar los problemas actuales, serán temas políticas y morales que saldrán en el dialogo. Se evitará las discusiones pero se buscará convergencias, perspectivas más panorámicas y enriquecedoras para el dialogo, ocurrirán divergencias, también muchos interrogantes. Será de poco a poco que el evangelizador encontrará el momento de hablar de su fe en Dios que se hizo hombre.
Hay algunos temas que no son suficientes abordados en la encíclica. Uno es la solidaridad religiosa y humana en las responsabilidades. El Mal y precisamente el Mal cometido por error, por dejación y por “maldad” se presta como buen tema para abrirse un dialogo. Hace tiempo que la teología tendría que haber traducido en términos modernos lo del “pecado original” por ejemplo, el alma… Los protestantes declaran los hombres definitivamente pecadores (Dios no les imputa los pecados si se reconocen pecador), los católicos nosotros creemos en el perdón de Dios que puede “santificar” los confesados perdonados. La identidad humana sigue por descubrirse y con los ecologistas, el vínculo con la naturaleza puede ayudar. Sin haber traducido para nuestros contemporáneos las expresiones “ Reino de los cielos”, “infierno”, Paraíso, “vida eterna”…, será difícil invitarles a leer el evangelio. Los discursos eclesiásticos se hacen en un lenguaje demasiado propios y demasiado antiguo, es allí la dificultad principal para la evangelización.
El “futuro” del ser humano como del planeta es otro tema fácilmente olvidado. Tiene variadas interpretaciones. Hay que citar los inmediatistas que no se interesan ni por el pasado ni para el futuro, a lo opuesto están los que confían ciegamente en la ciencia y la tecnología, otros fantasean con la ficción y los futuribles. Los medios de comunicación y la comercialización acapararon estos temas abaratándolos. Los cristianos cayeron en el existencialismo tal que dejaron de hablar del Fin del mundo, de la vida después la muerte. La sola cosa que se atreve a decir como condolencias es : “que esté en Paz” o “ayudando a sentir”. Las oraciones para el futuro de los difuntos está dejado para la liturgia…
El Cristianismo en su respuesta a las críticas de los ecologistas no tiene otra que de declararse culpable. Pero ¿sólo él? En el mundo sigue el afán de poder, todas las violencias El Cristianismo no adelantó mucho en esto. Pero le corresponde al movimiento ecológico tanto que al cristianismo hacer lo suyo y ganársela al consumismo, al derroche, a los afanes de poder…¿Cómo cambiar? ¿ Cómo salir de la delincuencia en Chile,…? ¿Quién podrá testimoniar a los políticos que Jesús dijo: “ el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino para servir y a dar su vida…(Mateo 2,28)?
Respecto a la perdida de “intimidad” con el mundo natural, vale la pena lo poético, el cariño por los animales, las producciones “Bio”, la energía verde. La naturaleza le está cobrando a los humanos su corrupciones. El diálogo y la colaboración de los cristianos con los movimientos ecológicos son otros espacios de evangelización. Gracias a los ecologistas por recordar a los cristianos su integración en la naturaleza. Invitémonos unos a otros para dialogar de esta cercanía con la naturaleza que a nosotros los cristianos lleva a descubrir acerca una relación intima con Dios.
Paul Buchet – Temuco
Consejo Editorial de revista ‘Reflexión y Liberación’