Vigilia de oración por la Paz
Extractos el texto de la homilía del Cardenal Matteo Zuppi, Arzobispo de Bolonia y Presidente de la CEI, que presidió la Vigilia.
Presentamos nuestra petición de paz con la intercesión de San Nicolás, que tanta devoción reúne en Ucrania y Rusia. Nuestro Dios es “muy celoso de Sion”, porque es amor verdadero, no un elixir de bienestar para individualistas que reducen todo a su conveniencia personal o elegibilidad individual a cualquier precio. Jesús llora mirando a Jerusalén cuya destrucción observa. Jesús llora, no condena ni pretende tener la razón: llora y se enfrenta al mal para que el mal no sea la última palabra y para que en cada una de sus cruces los hombres vean su amor.
Queremos que muchos vean la luz de la Navidad reflejada en nuestra humanidad y solidaridad. Queremos solicitar, en nuestra humildad, pero también con firme resolución, a quienes pueden y deben hacer algo por la paz para que, aunque sea de manera exploratoria, se inicie un camino que conduzca al diálogo. ¿Cuánta destrucción de personas y cosas debemos esperar? ¡San Nicolás, hombre de paz, da la espalda a aquellos que no escuchan la invitación a elegir la paz! Instamos a la preparación de una conferencia que, como sabiamente sucedió en Helsinki hace ahora demasiados años, pueda resolver tantos conflictos y sentar las bases de una convivencia pacífica. Y esto empieza por tejer intereses comunes, volviendo a atar los hilos de confianza que se han roto. Renovamos nuestro llamamiento para que durante los días de Navidad no se realicen acciones militares activas y se permita a los cristianos honrar al Dios de la paz, no se profane ese día destruyendo los muchos Belénes donde el Señor quiere nacer. San Nicolás inspira la sabiduría y el coraje de esta elección.
Ahora quisiera hacer eco de lo que dijo el Papa Francisco hace cuatro años, en la Plaza de esta Basílica. Desafortunadamente, siguen siendo dramáticamente actuales hoy: «La paz debe cultivarse incluso en las tierras áridas de la oposición, porque hoy, a pesar de todo, no hay alternativa posible a la paz. Nos comprometemos a caminar, orar y trabajar, e imploramos que el arte del encuentro prevalezca sobre las estrategias del enfrentamiento, que la ostentación de los signos amenazadores del poder sea reemplazada por el poder de los signos esperanzadores. […] Para ello, es imprescindible que quienes ostentan el poder se pongan definitiva y decididamente al verdadero servicio de la paz y no de sus propios intereses. ¡Basta ya de las ganancias de unos pocos en la piel de muchos! ¡Basta ya de ocupaciones de tierras que desgarran a los pueblos! ¡Basta de verdades sesgadas que prevalecen sobre las esperanzas de la gente! […] Que el anhelo de paz se eleve más alto que cualquier nube oscura. Nuestros corazones permanecen unidos y vueltos al Cielo, esperando que regrese la tierna rama de la esperanza, como en los tiempos del diluvio.
¡La paz sea con vosotros! En ti recae sobre ti la bendición de Dios, amén».
La paz sea contigo, Ucrania. Amén.
Chiesa Cattolica Italiana / ROMA