Martini y su palabra Profética
Recordamos para estos tiempos revueltos la valiosa entrevista al +Cardenal Carlo María Martini, realizada por Georg Sporschill y Federica Radice Fossati, publicada en ‘Corriere della Sera’, el 01 de septiembre 2012.
– ¿Cómo ve la situación de la Iglesia?
– La Iglesia está cansada, en la Europa del bienestar y en América. Nuestra cultura ha envejecido, nuestras iglesias son grandes, nuestras casas religiosas están vacías, el aparato burocrático aumenta, nuestros ritos y hábitos son pomposos. (…) El bienestar pesa. (…) Sé que no podemos dejar todo con facilidad. Pero por lo menos podríamos buscar hombres libres, más cercanos al prójimo, como lo fueron el obispo Romero y los mártires jesuitas de El Salvador. ¿Dónde están entre nosotros los héroes en los que inspirarnos? Por ninguna razón debemos limitarnos a los vínculos de la institución.
– ¿Quién puede ayudar a la Iglesia hoy?
– Karl Rahner utilizaba con gusto la imagen de las brasas que se esconden debajo de la ceniza. En la Iglesia veo tanta ceniza sobre las brasas que a menudo me surge un sentido de impotencia. ¿Cómo se pueden liberar las brasas de la ceniza, de modo que se fortalezca la llama del amor? Antes que nada debemos buscar estas brasas. ¿Dónde están las personas llenas de generosidad como el buen samaritano, que tienen fe como el centurión romano o son entusiastas como Juan Bautista, que emprenden lo nuevo como Pablo o son fieles como María Magdalena? Aconsejo al Papa y los obispos que busquen a doce personas fuera de lo común para los puestos de dirección. Hombres cercanos a los más pobres, rodeados de jóvenes, que experimenten cosas nuevas. (…)
– ¿Qué instrumentos aconseja utilizar para combatir el cansancio de la Iglesia?
– Tres instrumentos muy fuertes. El primero, la conversión: la Iglesia debe reconocer los propios errores y recorrer un camino radical de cambio, empezando por el Papa y los obispos. Los escándalos de pedofilia nos empujan a iniciar un camino de conversión. Las preguntas sobre sexualidad y los temas que implican al cuerpo, son un ejemplo. Son importantes y a veces demasiado importantes. Tenemos que preguntarnos si la gente escucha los consejos de la Iglesia en materia sexual; si en este campo es autoridad de referencia o una caricatura en los medios de comunicación. El segundo instrumento es la Palabra de Dios. El Concilio Vaticano II ha devuelto la Biblia a los católicos. (…) Sólo quien percibe en su corazón esta Palabra puede formar parte de aquellos que ayudarán a la renovación de la Iglesia y sabrán responder a las preguntas personales con una elección justa. La Palabra de Dios es simple y busca como compañero un corazón que la escuche (…). Ni el clero ni el derecho eclesial pueden sustituir la interioridad del hombre. Las reglas externas, las leyes, los dogmas nos han sido dados para aclarar la voz interna y para el discernimiento de los espíritus. ¿Para quiénes son los sacramentos? Éstos son el tercer instrumento de curación. Los sacramentos no son instrumento para la disciplina, sino de ayuda para las debilidades de la vida. ¿Llevamos los sacramentos a los hombres que necesitan una fuerza nueva? Pienso en los divorciados y las parejas vueltas a casar, las familias ampliadas: necesitan protección especial. La Iglesia sostiene la indisolubilidad del matrimonio. Es una gracia cuando un matrimonio y una familia lo consiguen (…). La actitud que tenemos hacia las familias ampliadas determinará el acercamiento a la Iglesia de la generación de los hijos. Una mujer ha sido abandonada por el marido y encuentra un nuevo compañero que se ocupa de ella y de sus tres hijos. El segundo amor lo consigue. Si esta familia es discriminada, no sólo se aparta a la madre, sino también a sus hijos. Si los padres se sienten fuera de la Iglesia o no sienten su apoyo, la Iglesia perderá a la generación futura. (…). Se debería dar vuelta la pregunta sobre si los divorciados pueden tomar la comunión. ¿Cómo puede la Iglesia ayudar con la fuerza de los sacramentos a quienes tienen situaciones familiares complejas?
– Usted, personalmente, ¿qué hace?
– La Iglesia quedó 200 años atrás. ¿Es posible que no se mueva? ¿Tenemos miedo? ¿Miedo en lugar de coraje? (…) La fe es el fundamento de la Iglesia. La fe, la confianza, el coraje. Soy viejo y estoy enfermo; dependo de la ayuda de otros. Las personas bondadosas que me rodean me hacen sentir el amor. Amor más fuerte que el sentimiento de desconfianza que de vez en cuando percibo respecto de la Iglesia en Europa. Sólo el amor vence al cansancio. Dios es amor. Tengo aún una pregunta para ti: ¿qué puedes hacer tú por la Iglesia?
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