Vía Crucis en Roma adaptado tras protestas en Ucrania
El Vaticano adaptó el Vía Crucis del Papa Francisco el Viernes Santo después de una protesta en Ucrania por una estación que involucraba a familias ucranianas y rusas.
La meditación para la Estación 13, “Jesús muere en la Cruz”, fue escrita por miembros de una familia ucraniana y una rusa. Al final, la meditación no se leyó durante el Vía Crucis en el Coliseo de Roma el 15 de abril.
En su lugar, un lector dijo: “Ante la muerte, el silencio es más elocuente que las palabras. Detengámonos, pues, en silencio orante y cada uno en su corazón ore por la paz en el mundo”.
Durante el silencio, la cruz fue sujetada fuertemente por dos amigas, Irina, de Ucrania, y Albina, de Rusia. Las mujeres, que trabajan juntas en el Hospital Universitario Campus Bio-Medico de Roma, se miraron mientras sostenían la cruz con lágrimas en los ojos.
El plan original para el Vía Crucis fue fuertemente criticado por el Arzobispo Mayor Sviatoslav Shevchuk, líder de la Iglesia Católica Griega Ucraniana, quien lo describió como ‘intempestivo’.
“Para los greco-católicos de Ucrania, los textos y gestos de la estación 13 de este Vía Crucis son incoherentes e incluso ofensivos, especialmente en el contexto del esperado segundo ataque, aún más sangriento, de las tropas rusas en nuestras ciudades y pueblos”.
Andrii Yurash, el embajador de Ucrania ante la Santa Sede, también expresó su preocupación por el formato.
El obispo Vitaliy Kryvytskyi, obispo de rito latino de Kyiv-Zhytomyr, lo describió como ‘incomprensible’.
Pero el P. Antonio Spadaro, SJ, editor en jefe de la revista La Civiltà Cattolica, defendió enérgicamente el enfoque en los medios italianos.
El texto original de la meditación de la 13ª Estación del Vía Crucis reflexionaba sobre el horror de la guerra, sin mencionar a Ucrania por su nombre.
Decía: “Muerte en todas partes. Vida que parece perder su valor. Todo cambia en unos segundos. Nuestra vida, nuestros días, la nieve despreocupada del invierno, llevar a los niños al colegio, el trabajo, los abrazos, las amistades… todo. De repente, todo pierde sentido y valor”.
“¿Dónde estás Señor? ¿Donde te escondes? Queremos que nuestra vida vuelva a ser como antes. ¿Por qué todo esto? ¿Qué mal hicimos? ¿Por qué nos has abandonado? ¿Por qué has abandonado a nuestros pueblos? ¿Por qué rompiste nuestras familias así? ¿Por qué ya no tenemos ganas de soñar y de seguir viviendo? ¿Por qué mi tierra se ha vuelto tan oscura como el Gólgota?’”
“No nos quedan lágrimas. La ira ha dado paso a la resignación. Sabemos que nos amas, Señor, pero no sentimos este amor y nos lleva a la desesperación. Nos despertamos por la mañana y nos sentimos felices por unos momentos, pero de repente pensamos en lo difícil que será reconciliarnos con todo esto”.
“Señor, ¿dónde estás? Háblanos en medio del silencio de la muerte y la división, y enséñanos a ser pacificadores, hermanos y hermanas, y a reconstruir lo que las bombas intentaron destruir”.
CNA / Roma – Reflexión y Liberación