FMI y Deuda: ¿un nuevo consenso?
Se habla mucho entre los economistas “progresistas” de que el FMI y el Banco Mundial han cambiado de página. Atrás quedaron los días del apoyo a la austeridad fiscal, cuando exigían que los gobiernos nacionales redujeran los niveles de deuda pública e insistían en la condicionalidad a los países que pedían prestados fondos del FMI-BM, de manera que sus gobiernos privatizasen sus activos estatales, desregulasen los mercados y recortaran los derechos laborales.
Tras la experiencia sin precedentes de la recesión pandémica del COVID, el antiguo “Consenso de Washington” ha terminado y ha sido reemplazado por un nuevo “consenso”. Mientras que el “Consenso de Washington” para las políticas económicas internacionales de la década de 1990 creía que la razón del bajo crecimiento era consecuencia de los errores de los gobiernos y les aconsejó que no fueran un ‘obstáculo’ para las fuerzas del mercado, ahora los directivos del FMI, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio piden más gasto fiscal, más fondos para préstamos y medidas para reducir la desigualdad entre naciones y dentro de estas impuestos más altos a los ricos.
Pero, ¿ha cambiado realmente el consenso político del FMI-BM? ¿Se ha abandonado realmente el compromiso con las fuerzas del libre mercado y la estabilidad fiscal a cambio de préstamos condicionales a países desesperados? El nuevo consenso, si realmente existe, nace de la necesidad, no del cambio de ideología. Así como los gobiernos de las principales economías capitalistas se han visto obligados a dejar fluir los grifos fiscales e inyectar enormes cantidades de crédito en la economía para evitar un colapso total en la recesión del COVID, el FMI-BM ha visto la necesidad de intentar evitar una crisis desastrosa de la deuda mundial, en la medida que los gobiernos de los países pobres de todo el mundo no paguen
De hecho, los préstamos de emergencia necesarios durante la recesión de COVID no han sido realmente significativos para la generosidad del FMI. “De la asistencia comprometida, la mayor parte es en forma de líneas de crédito pre-aprobadas que se ofrecen a Perú, Chile y Colombia. Hasta ahora, solo Colombia ha utilizado su línea de crédito. Los desembolsos a través de préstamos rápidos de emergencia, que comprenden el apoyo ofrecido a casi 70 países, solo ascienden a unos 30.000 millones de dólares. En combinación con los acuerdos crediticios tradicionales, el FMI desembolsó alrededor de 50.000 millones de dólares a 81 países en 2020. Los desembolsos para 2020 son solo un poco mayores que en años anteriores, cuando la asistencia del FMI se destinó a un número mucho menor de países”.
Si bien el FMI y quienes lo controlan como representantes de las economías avanzadas están permitiendo el “alivio de la deuda” y ofreciendo más fondos, no se ofrece la cancelación de las onerosas deudas ya contraídas por las economías del “sur global” sumidas en la recesión pandémica. Si hay un nuevo “consenso” sobre los préstamos internacionales y el apoyo económico de las agencias multinacionales, no deja de ser superficial. A la hora de la verdad, nada ha cambiado realmente.
Michael Roberts / Economista UK