Piñera mató a la PDI
Este gobierno es impulsivo como quien lo preside.
Al igual que Sebastián Piñera, su administración apuesta y no mide riesgo con tal de obtener objetivos parciales que terminan, políticamente, siendo catástrofes generales. ¿La razón? Tal vez porque estos impulsos son movidos bajo el supuesto de que tienen la razón, de que todo lo que ha sucedido desde el 18 de octubre del 2019 no fue nada, solo una rebeldía delictual o, en algunos casos, una molestia que no tiene que ver con ellos sino con algo que los antecedía.
El operativo reciente en La Araucanía puede ser la gran demostración de esto. No parece explicable, sin esa conclusión, lo que pasó en el sur de Chile con un show vistoso pero totalmente innecesario, en el que el subsecretario del Interior hablaba como si fuera sheriff de pueblo en vez de una de las autoridades que deben resguardar el Estado de Derecho.
¿Qué fue lo que motivó realmente esta acción? Podríamos ser conspirativos y decir que hay tras esto un afán por desviar otros temas, cuestión que, si bien puede ser real, también supone en los “cerebros” del gobierno cierta sofisticación y prolijidad inexistentes. Y hasta Larroulet ha demostrado ser un genio del mal de poca monta. Lo que podríamos decir, en cambio, es que lo que vimos fue lo que pasó: un gobierno dispone un gran ejercicio comunicacional en un terreno no disimulando para nada la lucha de clases que el Estado de Chile lleva desplegando en contra de los mapuches politizados desde hace décadas, pero con el particular toque grotesco que a todo le dan quienes hoy habitan La Moneda.
Pero eso no es todo. Piñera hizo algo grave con una institución como la PDI: la puso al servicio de este circo pobre, al nivel de Carabineros, con su director dando explicaciones de algo que, se nota, no entiende muy bien. Hoy la policía uniformada pasó a descansar del escrutinio público para que, en su lugar, los civiles sean juzgados públicamente.
Con esto podríamos decir que sí, que el presidente en ejercicio es quien terminará matando lo que aún quedaba en pie. Su misión, sin saberlo, es darle un tiro de gracia a lo que dice defender con acciones como llevar proyectos de ley al Tribunal Constitucional y así darle algo de sentido a reglas que ya no funcionan legítimamente en la gente. El mandatario es el gran asesino; su carácter y su nula visión de lo político es lo que lo convierte en el más peligroso terrorista para su sector. Ninguna manifestación en la Plaza Italia o Dignidad ha derrumbado tanto como la destemplanza del peor presidente de la historia reciente de Chile.
Él es su peor enemigo; se odia incluso más que quienes dicen odiarlo, pero trata de disimularlo con actos como esto, intentando mostrar cierto heroísmo en el que se nota más cómo se detesta.
¿Ahora cómo la PDI podrá sacar de su historial reciente haber puesto a una niña de siete años en el suelo sin razón alguna? ¿Cómo podrá comenzar este año tranquilamente sin que se le enrostre su acción en Temucuicui y su nulo trabajo donde probadamente hay organizaciones de narcotráfico en la capital? Suerte con eso.
Francisco Méndez – Cientista político
La Voz de los que Sobran – Reflexión y Liberación