Diciembre 22, 2024

Constituyentes cristianos

 Constituyentes cristianos

La elaboración de una nueva constitución  chilena  no parece preocupar mucho a las religiones en el país.

Los obispos siguen atrincherados detrás de la doctrina social de la institución católica  y los otros cristianos se consideran  fácilmente ciudadanos de dos reinos: él de este mundo y, el otro, él del mundo espiritual. Todos  se reservan como defensores  de los valores. La política y la sociedad civil tienen sus razones de mantenerse a distancia de las religiones. Ayer las pretensiones religiosas sirvieron  de  balsa salvadora a las personas  naufragadas en un  mundo  “malo”. Después fueron  las divisiones vergonzosas del cristianismo, los desavenimientos  con las ciencias,  las mentalidades vetustas del machismo  y del autoritarismo  del clero y de los pastores… y últimamente las corrupciones en las filas religiosas  las que motivaron la decadencia de las creencias religiosas.  Muchos  hombres de buena voluntad,  afanados en  los  quehaceres de la tierra,  viven una doble pertenencia, siguen creyendo  en Dios pero con unas mínimas prácticas religiosas.

Entretanto, los ecologistas están recuperando el valor de la tierra que no  se puede  tirarla a la basura. Los antropólogos y los sociólogos  siguen los pasos progresivos de la humanidad a través de la historia. Los políticos se disputan para un futuro mejor para la sociedad.  Los astrólogos abren el espacio para el hombre de mañana…  Sin olvidar que  los señores de la guerra  siguen lucrándose en los numerosos  conflictos que siguen en la tierra, el “Progreso” que parece imparable pone en jaque  el planeta. Pero los grandes capitalistas  aumentan  la miseria mundial sin escrúpulos  y, ellos mismos, avivan el juego financiero internacional  que esclaviza a todos electrónicamente.

Después de tomar el pulso a la situación y antes de proponer reflexiones  cristianas para apoyar el trabajo de los constituyentes  debemos señalar todavía  el “mal del siglo”. Moros  y cristianos  sufrimos  de una cultura que levantó  el  individualismo  y el  particularismo a un nivel sin precedente. Las religiones  se contagiaron con esta privatización, para  afianzar sus congregaciones  o instituciones (los ministros y el culto),  promovieron una  espiritualidad personal  para su  feligresía (creencias, devociones y compasión caritativa).  La sociedad civil sufre de este mismo, la  clase política  se presenta como nueva aristocracia  que la calle desautoriza masivamente pero  se siguen  defendiendo los  derechos individuales, el  consumismo, el existencialismo  extremo y se olvida del Bien común, lo humanitario. Las dificultades  actuales de la pandemia le revela  de sobra.

¿Qué puede aportar el cristianismo en esta situación? 

La mayor parte de las  Constituciones  proclama el derecho de practicar su religión. Pero la tolerancia que se propone  es manera de mantener  la religión en margen  de la vida pública. Nadie reprocha que el deporte o el arte puedan formar parte de un ministerio,  son instancias necesarias para la vida de un país, pero ¿porque las religiones no pueden tener la misma consideración?  Si no estuvieran tan divididas, prepotentes  y competitivas  podrían  estar incluidas  como participantes valiosos de la vida de un país. Algunos gobiernos hicieron proposiciones algo interesadas  pero sólo se lograron  la organización de tímidas “mesas de diálogo interreligioso”. Convendría que  los constituyentes encuentran  mejores disposiciones  al respecto.

Buscando  cual sería el aporte del cristianismo para influir en la próxima elaboración  de la constitución, es en torno a  la persona de Cristo que se debe buscar pero cuidando de no  reducir  su mensaje en ideologías valoricas.

Jesús no conocía  las ideas democráticas de  Sócrates, no conocía la “República de  Atenas ni la de la Roma antigua”, su cultura era  la epopeya del pueblo de Israel (Moisés, David…) también las divisiones, el destierro, la decadencia… y por lo profetas la esperanza de un enviado de Dios para restablecer la situación. Su corta vida fue de vivir en un país dividido con reyes ficticios bajo el dominio del gran imperio romano. Jesús pagaba los impuestos al Cesar, también al Templo en el que predominaba una casta sacerdotal. En este contexto Jesús reunió amigos para anunciar  el Reino de Dios  para los pobres y los sufridos, dando signos manifiestos de la benevolencia especial de Dios para con los enfermos, los hambrientos, los pecadores.  Criticó  los grandes de este mundo que oprimen, denunció  la hipocresía moral religiosa, promovió el “servicio” como actitud fundamental para sus discípulos. Con sus parábolas esbozó la gobernanza del mundo según Dios.  Fatalmente,  encontró oposición de las elites civiles y religiosas fue detenido, los sumos sacerdotes lo condenaron, la turba lo rechazo, Pilato el gobernador romano lo sentenció a ser crucificado. Pero, de todo, esto salió vencedor, “resucitó”  y mandó sus discípulos para proclamar el amor eterno de Dios que ampara la humanidad. Le dejó  dicho a sus discípulos que harán mayores milagros  que él, que conviene que se vaya  porque recibirán su Espíritu que les guiará hacia la verdad completa.(Juan 16, 7ss).

Esta perspectiva una nueva constitución puede tomar rasgos cristianos  aún si se proclama a futuro sin nombrar a Dios. Es una obra civil y nacional  que requiere “inspiración” y “creatividad”. Es cumplir con la primera página de la Biblia ¿Dios  acaso, no ha creado el hombre y la mujer a su imagen y semejanza para seguir la obra?  La vida del mundo y de un país en particular es encargo divino.  Vale la pena que los constituyentes cristianos tomen conciencia de esto

Fue una mejoría salir de los sistemas monárquicos o imperiales. Fue una evolución  lograr una democracia igualitaria después de un sistema republicano elitista. Sigue un dilema  entre las libertades individuales y las exigencias de la convivencia social y planetaria.  También se puede discutir  si es mejor instala una burocracia estatal o si es mejor apostar para una participación organizativa más activa de los ciudadanos. Se puede discutir  si económicamente conviene seguir fomentando las iniciativas particulares  o  si fuera mejor planificar o controlar las producciones y el comercio. La democracia es un camino abierto.

Los constituyentes  se van a enfrentar en posturas divergentes acerca de estos temas para redactar una nueva fundamentación para el futuro del país. Se van a elegir los que harán este  trabajo.  Se espera que el trabajo no sea una disputa sino un “dialogo” fructífero.  

Cada bando busca hacer predominar sus ideas. ¿Será contentarse con  unos resultados zanjados por la vía de acuerdos?  ¿Cómo cristianos se podría  esperar algo más?  Es aquí que se puede hablar  del recurso: “Espíritu santo” pero se trata de entenderlo bien y no esperar milagros.

 Todos estarán  de acuerdo con la dinámica del “dialogo” que debe imperar en este tipo de reuniones de trabajo.  Hablar y de escuchar a los demás puede parecer algo obvio pero compartir conocimientos cada uno con su elocuencia y sumar las opiniones  no es  suficiente.  La  dimensión suplementaria que falta  es la profundización de las ponencias de cada uno. Esto  se logra aportando al hablar las motivaciones personales por las opiniones emitidas  y, a la par, pedir  a los demás sus razones y  explicaciones de los planteamientos que tienen. Sola una profundización y una  convergencia de los diferentes puntos de vista puede acercar a lo mejor para el país.

La fe se sitúa a este nivel de las comprensiones y de las interpretaciones de los designios de Dios para el mundo. Para el cristiano la fe es recurrir a la sensibilidad y la  intuición  que otorga  el Espíritu  que nos dejó Cristo. La fe puede “mover montañas”. Lo que no se logra es por falta de fe.

El progreso de la humanidad  se inició antes de Cristo y hoy día  sigue su progreso por los esfuerzos de muchos hombres de buena voluntad pero la fe explicita  de los cristianos es un recurso extraordinario y suplementario  para que los hombres en sus vidas terrenales realicen sus servicios: familiares,  sanitarios, educativos, culturales y políticos. La fe  sensibiliza también por tomar en cuenta el rol de los pequeños, de los pobres, los sufridos, los pacíficos como precursores del Reino de Dios.…La fe tiene fuerza para enfrentar los desastres, los errores y la maldad. Los evangelios deben ser el libro  de inspiración de quienes  quieren aportar de lo suyo en esta gesta nacional.

Paul Buchet

 

 

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