Constituyentes cristianos
La elaboración de una nueva constitución chilena no parece preocupar mucho a las religiones en el país.
Los obispos siguen atrincherados detrás de la doctrina social de la institución católica y los otros cristianos se consideran fácilmente ciudadanos de dos reinos: él de este mundo y, el otro, él del mundo espiritual. Todos se reservan como defensores de los valores. La política y la sociedad civil tienen sus razones de mantenerse a distancia de las religiones. Ayer las pretensiones religiosas sirvieron de balsa salvadora a las personas naufragadas en un mundo “malo”. Después fueron las divisiones vergonzosas del cristianismo, los desavenimientos con las ciencias, las mentalidades vetustas del machismo y del autoritarismo del clero y de los pastores… y últimamente las corrupciones en las filas religiosas las que motivaron la decadencia de las creencias religiosas. Muchos hombres de buena voluntad, afanados en los quehaceres de la tierra, viven una doble pertenencia, siguen creyendo en Dios pero con unas mínimas prácticas religiosas.
Entretanto, los ecologistas están recuperando el valor de la tierra que no se puede tirarla a la basura. Los antropólogos y los sociólogos siguen los pasos progresivos de la humanidad a través de la historia. Los políticos se disputan para un futuro mejor para la sociedad. Los astrólogos abren el espacio para el hombre de mañana… Sin olvidar que los señores de la guerra siguen lucrándose en los numerosos conflictos que siguen en la tierra, el “Progreso” que parece imparable pone en jaque el planeta. Pero los grandes capitalistas aumentan la miseria mundial sin escrúpulos y, ellos mismos, avivan el juego financiero internacional que esclaviza a todos electrónicamente.
Después de tomar el pulso a la situación y antes de proponer reflexiones cristianas para apoyar el trabajo de los constituyentes debemos señalar todavía el “mal del siglo”. Moros y cristianos sufrimos de una cultura que levantó el individualismo y el particularismo a un nivel sin precedente. Las religiones se contagiaron con esta privatización, para afianzar sus congregaciones o instituciones (los ministros y el culto), promovieron una espiritualidad personal para su feligresía (creencias, devociones y compasión caritativa). La sociedad civil sufre de este mismo, la clase política se presenta como nueva aristocracia que la calle desautoriza masivamente pero se siguen defendiendo los derechos individuales, el consumismo, el existencialismo extremo y se olvida del Bien común, lo humanitario. Las dificultades actuales de la pandemia le revela de sobra.
¿Qué puede aportar el cristianismo en esta situación?
La mayor parte de las Constituciones proclama el derecho de practicar su religión. Pero la tolerancia que se propone es manera de mantener la religión en margen de la vida pública. Nadie reprocha que el deporte o el arte puedan formar parte de un ministerio, son instancias necesarias para la vida de un país, pero ¿porque las religiones no pueden tener la misma consideración? Si no estuvieran tan divididas, prepotentes y competitivas podrían estar incluidas como participantes valiosos de la vida de un país. Algunos gobiernos hicieron proposiciones algo interesadas pero sólo se lograron la organización de tímidas “mesas de diálogo interreligioso”. Convendría que los constituyentes encuentran mejores disposiciones al respecto.
Buscando cual sería el aporte del cristianismo para influir en la próxima elaboración de la constitución, es en torno a la persona de Cristo que se debe buscar pero cuidando de no reducir su mensaje en ideologías valoricas.
Jesús no conocía las ideas democráticas de Sócrates, no conocía la “República de Atenas ni la de la Roma antigua”, su cultura era la epopeya del pueblo de Israel (Moisés, David…) también las divisiones, el destierro, la decadencia… y por lo profetas la esperanza de un enviado de Dios para restablecer la situación. Su corta vida fue de vivir en un país dividido con reyes ficticios bajo el dominio del gran imperio romano. Jesús pagaba los impuestos al Cesar, también al Templo en el que predominaba una casta sacerdotal. En este contexto Jesús reunió amigos para anunciar el Reino de Dios para los pobres y los sufridos, dando signos manifiestos de la benevolencia especial de Dios para con los enfermos, los hambrientos, los pecadores. Criticó los grandes de este mundo que oprimen, denunció la hipocresía moral religiosa, promovió el “servicio” como actitud fundamental para sus discípulos. Con sus parábolas esbozó la gobernanza del mundo según Dios. Fatalmente, encontró oposición de las elites civiles y religiosas fue detenido, los sumos sacerdotes lo condenaron, la turba lo rechazo, Pilato el gobernador romano lo sentenció a ser crucificado. Pero, de todo, esto salió vencedor, “resucitó” y mandó sus discípulos para proclamar el amor eterno de Dios que ampara la humanidad. Le dejó dicho a sus discípulos que harán mayores milagros que él, que conviene que se vaya porque recibirán su Espíritu que les guiará hacia la verdad completa.(Juan 16, 7ss).
Esta perspectiva una nueva constitución puede tomar rasgos cristianos aún si se proclama a futuro sin nombrar a Dios. Es una obra civil y nacional que requiere “inspiración” y “creatividad”. Es cumplir con la primera página de la Biblia ¿Dios acaso, no ha creado el hombre y la mujer a su imagen y semejanza para seguir la obra? La vida del mundo y de un país en particular es encargo divino. Vale la pena que los constituyentes cristianos tomen conciencia de esto
Fue una mejoría salir de los sistemas monárquicos o imperiales. Fue una evolución lograr una democracia igualitaria después de un sistema republicano elitista. Sigue un dilema entre las libertades individuales y las exigencias de la convivencia social y planetaria. También se puede discutir si es mejor instala una burocracia estatal o si es mejor apostar para una participación organizativa más activa de los ciudadanos. Se puede discutir si económicamente conviene seguir fomentando las iniciativas particulares o si fuera mejor planificar o controlar las producciones y el comercio. La democracia es un camino abierto.
Los constituyentes se van a enfrentar en posturas divergentes acerca de estos temas para redactar una nueva fundamentación para el futuro del país. Se van a elegir los que harán este trabajo. Se espera que el trabajo no sea una disputa sino un “dialogo” fructífero.
Cada bando busca hacer predominar sus ideas. ¿Será contentarse con unos resultados zanjados por la vía de acuerdos? ¿Cómo cristianos se podría esperar algo más? Es aquí que se puede hablar del recurso: “Espíritu santo” pero se trata de entenderlo bien y no esperar milagros.
Todos estarán de acuerdo con la dinámica del “dialogo” que debe imperar en este tipo de reuniones de trabajo. Hablar y de escuchar a los demás puede parecer algo obvio pero compartir conocimientos cada uno con su elocuencia y sumar las opiniones no es suficiente. La dimensión suplementaria que falta es la profundización de las ponencias de cada uno. Esto se logra aportando al hablar las motivaciones personales por las opiniones emitidas y, a la par, pedir a los demás sus razones y explicaciones de los planteamientos que tienen. Sola una profundización y una convergencia de los diferentes puntos de vista puede acercar a lo mejor para el país.
La fe se sitúa a este nivel de las comprensiones y de las interpretaciones de los designios de Dios para el mundo. Para el cristiano la fe es recurrir a la sensibilidad y la intuición que otorga el Espíritu que nos dejó Cristo. La fe puede “mover montañas”. Lo que no se logra es por falta de fe.
El progreso de la humanidad se inició antes de Cristo y hoy día sigue su progreso por los esfuerzos de muchos hombres de buena voluntad pero la fe explicita de los cristianos es un recurso extraordinario y suplementario para que los hombres en sus vidas terrenales realicen sus servicios: familiares, sanitarios, educativos, culturales y políticos. La fe sensibiliza también por tomar en cuenta el rol de los pequeños, de los pobres, los sufridos, los pacíficos como precursores del Reino de Dios.…La fe tiene fuerza para enfrentar los desastres, los errores y la maldad. Los evangelios deben ser el libro de inspiración de quienes quieren aportar de lo suyo en esta gesta nacional.
Paul Buchet