Diciembre 22, 2024

Francisco amaba a Clara y viceversa

 Francisco amaba a Clara y viceversa

Presentamos esta síntesis de un valioso trabajo del Hno. Celso Márcio. Cumplimos así una solicitud de varias Comunidades y que mejor que en estos días de Santa Clara de Asís.

La profunda amistad existente entre Francisco y Clara es lo que se podría llamar relación equilibrada entre dos personas de distinto sexo. Los estudiosos del franciscanismo están de acuerdo en considerar a Clara como la “expresión femenina” del franciscanismo, “imagen femenina del ideal franciscano”, “versión femenina de la vida según el Santo Evangelio”, “expresión de Francisco en su rostro femenino”. De hecho, Francisco y Clara son como las dos caras de la misma moneda que, de manera perfectamente equilibrada, nos presentan el modo masculino y el modo femenino de vivir el Evangelio, modos diferentes, pero con el mismo amor, con la misma pasión, con la misma intensidad, con la misma radicalidad.

Exactamente en esto consiste el equilibrio de la amistad de estas dos personas: ellas eran caras de una misma moneda, eran respectivamente expresiones masculina y femenina del mismo Evangelio. El punto de equilibrio no estaba situado en uno de los dos, sino en el Evangelio, realidad superior que atraía a ambos. No era uno el que atraía al otro, sino, al decir de la Leyenda de Santa Clara, “el Padre de los Espíritus atraía a ambos, aunque de modos diferentes”.

Francisco amaba a Clara y viceversa. Se amaban con ternura, llenos de cuidados el uno para el otro. Pero este amor mutuo era superado por el amor de ambos por Dios, por Jesucristo, por el Reino. Este es el secreto de la relación casta y equilibrada de Francisco con Clara.

Un cierto romanticismo decadente origina leyendas que no tienen ninguna base en las fuentes, y son fruto únicamente de la fantasía, que sólo sirven para lisonjear a los corazones vacíos. Este modo de ver la relación de los dos santos no tiene para nada en cuenta a las Fuentes. Estas son clarísimas mostrando que Francisco quiso conquistar a Clara no para sí, sino para Cristo: “Es grande el deseo de Francisco de encontrar a Clara y de hablar con ella para ver si, de algún modo, le fuera permitido arrebatar al mundo perverso esa noble presa y entregársela a su Señor”.

El propio Francisco, en sus coloquios con Clara, le habla en términos de nupcias con Cristo: “El destila en sus oídos la dulzura de las nupcias con Cristo, convenciéndola de guardar la perla de la castidad virginal para aquel santo Esposo, que por amor se hizo hombre”. Y el deseo de Clara era exactamente “hacer de su cuerpo un templo sólo para Dios y merecer, con la práctica de las virtudes, las nupcias con el Gran Rey”.

Y cuando Francisco le cortó la cabellera y la vistió con el hábito de la penitencia “Clara se convirtió en esposa de Cristo”.

Celso Márcio Teixeira, OFM

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