La JMJ, signo contrario a nacionalismos y muros
Durante la Audiencia general, Francisco habló sobre el viaje a Panamá y recordó a todos los niños para referirse al invierno demográfico europeo. Centroamérica necesita paz y justicia.
La «gran sinfonía de voces y de lenguas» de la Jornada Mundial de la Juventud ha sido «un signo profético, un signo contracorriente frente a la triste tendencia actual a los nacionalismos conflictuales, que elevan muros y se encierran». Lo dijo el Papa durante la Audiencia general dedicada al reciente viaje a Panamá (del 23 al 28 de enero).
En Panamá, todo se “contagió” y “amalgamó” gracias a la presencia alegre de los jóvenes: una fiesta para ellos y una fiesta para Panamá, y también para toda América Central, marcada por tantos dramas y necesitada de esperanza y de paz y de justicia», continuó Francisco.
El Papa recordó también el Vía Crucis, revelando que «a mí me gusta mucho hacer el Vía Crucis, porque es ir con María detrás de Jesús. Y siempre llevo conmigo, para hacerlo en cualquier momento, un Vía Crucis de bolsillo, que me regaló una persona muy apostólica en Buenos Aires. Y cuando tengo tiempo, lo tomo y sigo el Vía Crucis. Hagan también ustedes el Vía Crucis, porque es seguir a Jesús con María en el camino de la cruz, donde Él dio la vida por nosotros, por nuestra redención. En el Vía Crucis se aprende el amor paciente, silencioso y concreto».
Francisco después se refirió a la liturgia penitencial en la cárcel para menores y a la visita a la casa-familia Buen Samaritano, con chicos enfermos de SIDA; recordó la vigilia de oración, «con todos los chicos y las chicas, entusiastas y también capaces de silencio y de escucha», y la misa final a la mañana siguiente, ocasión para afirmar que los jóvenes «no son el “mañana”, no son el “mientras tanto”, sino el hoy, el ahora de la Iglesia y del mundo». Pero también, dijo, para hacer un llamado a la «responsabilidad de los adultos», para que no falten a las nuevas generaciones ni educación, ni trabajo, ni comunidad, ni familia: «y esto es clave en este momento en el mundo, porque estas cosas faltan: instrucción, es decir, educación, trabajo (¿cuántos jóvenes carecen de él?), y comunidad: que se sientan acogidos en la familia y en la sociedad».
Iacopo Scaramuzzi – Ciudad del Vaticano
Vatican Insider – Reflexión y Liberación