“La protección de menores en la Iglesia”
El P. Hans Zollner, referente del Comité organizador del encuentro de febrero en el Vaticano sobre “La protección de menores en la Iglesia” explica que uno de sus objetivos será crear “grupos de trabajo” que ayuden a las Conferencias Episcopales a prevenir y combatir los abusos.
El encuentro sobre “La protección de menores en la Iglesia” programado del 21 al 24 de febrero en el Aula del Sínodo en el Vaticano tiene objetivos concretos. Los presidentes de las Conferencias Episcopales del todo el mundo que se reunirán con el Papa Francisco – como recordaba un reciente comunicado de la Oficina de Prensa vaticana – deberán dejar Roma teniendo bien claro qué hacer para prevenir y combatir el drama de los abusos a menores. Sobre los posibles resultados del encuentro, habló con Vatican News, el padre jesuita Hans Zollner, referente del Comité organizador y miembro de la Comisión Pontifica para la Protección de Menores.
R. – El principal fruto concreto que esperamos que resulte del encuentro es que todos los participantes de las Iglesias locales, los representantes de las Órdenes y Congregaciones religiosas, regresen a sus casas y puedan llevar a la práctica lo que se ha dicho. Luego tendremos que ver cómo podemos definir más concretamente las cuestiones de la responsabilidad, del “rendir cuentas” de esta responsabilidad y la transparencia. Estos son los tres temas que caracterizarán cada uno de los tres días en los que se estructura el encuentro. Otro punto será cómo podemos conseguir algo más claro sobre las normas que se van a aplicar y cómo se pueden controlar realmente los procedimientos, que ya hemos establecido pero que algunos todavía no saben cómo aplicar. Y, por último, queremos ver cómo podemos hacer para que no se conozcan sólo los procedimientos, las normas -porque se conocen desde hace tiempo-, sino cómo podemos hacer para motivar a las personas a comprometerse a ponerlas en práctica y a no dudar sino a comprometerse de todo corazón para que, lo que hay que hacer, se ponga en práctica realmente.
P.- En este sentido, ¿puede la reunión dar lugar a procedimientos que ayuden a las Conferencias Episcopales a actuar en lugares donde se conozcan menos los métodos para prevenir y combatir los abusos?
R. – Una de nuestras ideas principales es que este encuentro es otra etapa de un largo camino que la Iglesia ha emprendido y que no terminará con este encuentro. Por lo tanto, una de las medidas concretas que queremos ofrecer a los obispos del mundo será la creación de grupos de trabajo, es decir, equipos, que probablemente se establecerán en los diversos continentes en los que la Iglesia Católica está presente y que luego podrán moverse de un lugar a otro. Podrán conocer las orientaciones que las Conferencias Episcopales están a punto de poner en práctica, a qué punto se encuentran en este proceso y qué es lo que necesitan.
Tratarán de entender cómo pueden ayudarlas, cómo pueden proporcionar información, pero también las mejores soluciones que ya han sido probadas en otros continentes. Por lo tanto, estos grupos de trabajo deberían convertirse en un instrumento también para los años venideros para medir el éxito de este ejercicio de darse cuenta de su responsabilidad, incluso en todo el mundo, frente a las expectativas de la opinión pública, a fin de poner de manifiesto que estamos en un proceso continuo, siempre de nuevo, para volver a examinar la situación, mejorar y profundizar el conocimiento del fenómeno de los abusos y la labor de prevención, que es, obviamente, una de las principales misiones de nuestra creencia en un Dios que se ha hecho hombre.
P.- Padre Zollner, durante el encuentro habrá momentos de oración en común con la escucha de los testimonios de las víctimas de abusos. ¿Qué tan importante es este aspecto?
R. – Cuando hablamos de abuso sexual y otros tipos de abuso, es muy importante escuchar a las víctimas, porque las víctimas pueden darnos un testimonio único, porque nos dejan entrar en sus corazones y nos hacen sentir lo que ha herido sus vidas, tal vez, por mucho tiempo, porque quizás no pudieron hablar de ello y estaban muy avergonzados; finalmente pueden abrirse y contar esta realidad que para muchos fue ciertamente una experiencia pesada que los marcó por mucho tiempo. Para los sacerdotes, para los obispos, para los religiosos y para toda la Iglesia es un testimonio importante porque nos hace sentir lo que -como dijo el Papa Benedicto XVI- es una herida en el cuerpo de Cristo mismo.
Escuchar a las víctimas no sólo nos da una motivación ulterior para hacer lo posible para que no se repita, sino que también nos hace sentir que estas personas están verdaderamente en el corazón de Jesucristo mismo, porque Él compartió su sufrimiento con ellas y quiere que nosotros, como Iglesia, también podamos escucharlas y acogerlas, para que puedan recibir esa compasión, esa cercanía que les da también el valor para seguir buscando, si es posible y en la medida de lo posible, un camino de sanación y renovación.
Durante la conferencia, por razones de tiempo y logística, no se podrá escuchar a muchas víctimas; precisamente por eso el Santo Padre pidió, en la carta de invitación -reiteramos-, que todos los participantes deberían haber encontrado a víctimas de abusos ya antes, en el país de origen. Esto es importante en sí para escuchar, para estar sensibilizados, para estar bien preparados para recibir el mensaje que saldrá del encuentro. Pero también es importante porque así se dan cuenta aún más de que este fenómeno no es un tema presente sólo en el mundo centroeuropeo y norteamericano: es una realidad -desgraciadamente- presente en todos los países y en todos los continentes. Y el Santo Padre subrayó que ésta es la principal tarea de los pastores: estar cerca de las personas que más lo necesitan.