P. Arrupe y la Navidad
¿Cuál es, para usted, Padre Arrupe, el sentido de la Navidad?
Sobre todo, significa para mí que “el Verbo se ha hecho carne”. Es la manifestación visible del Verbo hecho carne para nosotros. Un misterio tan grande que, después de contarlo, San Juan exclamó maravillado: “A Dios nadie lo ha visto jamás, pero su Hijo único, que comparte la intimidad del Padre, nos lo dio a conocer”. Pero también es muy importante la manera como Dios se hizo hombre: en pobreza y entre los pobres Jesús nació como murió, sin nada, humilde, rechazado. Esto, que es y ha sido siempre verdad, adquirió para mí el valor de una profunda vivencia personal en las Navidades que pasé encarcelado en una prisión japonesa, solo, acusado de todo lo imaginable, reducido a la más miserable condición. Entonces participé en lo que, en Cristo ,significa ser pobre, despreciado, condenado a muerte. La Navidad es el primer paso en el camino que Dios recorre, al hacerse no solamente hombre, sino hombre en suma pobreza. No cabe duda de que la experiencia, aunque mínima, en propia carne, de algo semejante, abre los ojos interiores para aprender cosas que no se comprenden en los libros ni en las doctas elucubraciones intelectuales o políticas. Desde entonces, la Navidad tiene para mí un sentido indeciblemente personal y profundo. No cabe duda de que la experiencia es un camino real por el que el Espíritu se adentra hasta lo más profundo del hombre… (Roma, diciembre 24 de 1978).