Diciembre 22, 2024

El “Manual” que usaba la Iglesia para encubrir a los curas violadores

 El “Manual” que usaba la Iglesia para encubrir a los curas violadores

La investigación por los 300 sacerdotes de la Iglesia católica de Pensilvania acusados de abusar sexualmente a más de 1.000 menores de edad tomó un nuevo impulso este miércoles al conocerse detalles de los casos y del encubrimiento por parte de la jerarquía eclesiástica de USA y el Vaticano.

Los informes de la Corte Suprema de Pensilvania revelan redes de sadomasoquismo y violaciones en hospitales o con somníferos encubiertas durante décadas por la Iglesia. También se conoció el escandaloso “manual de procedimientos” de la jerarquía católica norteamericana que consta de siete pasos para encubrir a los curas abusadores que se paseaban de Diócesis en Diócesis con el aval de los Obispos y Nucos.

Un informe para el espanto

El jurado explicó en el documento, que consta de 1.356 páginas, que ha identificado a unos 1.000 menores que han sido víctimas, algunos de ellos varones, aunque también hay chicas, y entre los que hay adolescentes y muchos preadolescentes.

“Algunos fueron manipulados con alcohol o pornografía. A algunos les hicieron masturbar a sus agresores, o fueron manoseados por ellos. Algunos fueron violados oralmente, algunos vaginalmente, algunos analmente”, denuncia el texto.

El jurado detalló que para elaborar este documento ha escuchado el testimonio de decenas de testigos y ha revisado medio millón de páginas de documentos internos de las diócesis.

En ese sentido, no descartó que el número real de víctimas ascienda a miles, ya que es posible que los registros de algunos menores se hayan perdido o que el afectado optara por mantener el silencio.

En el informe, el jurado dejó en claro que todos los casos fueron dejados de lado por los líderes de la iglesia “que prefirieron proteger a los abusadores y a la institución, sobre todo”.

En una rueda de prensa, el fiscal general del estado, Josh Shapiro, destacó que el informe detalla “un encubrimiento sistemático por altos cargos de la Iglesia en Pensilvania y en el Vaticano”.

El “Manual” del encubrimiento

El informe judicial revela también un comportamiento repetido en uno y otro caso proteger a los abusadores y encubrir los casos, impidiendo que salgan a la luz los abusos. Los datos surgen de la investigación que la fiscalía llevó adelante con el FBI durante dos años y que muestran lo que podría llamarse un “manual de instrucciones” para garantizar el encubrimiento.

Se trata de siete pasos que se repiten ante cada abuso y que incluyen:

Uso de eufemismos: no utilizar la palabra “violación” en ninguno de los documentos internos de las diócesis involucradas. En su lugar se utilizarían términos como “contacto inapropiado”.

Investigaciones deficientes o sesgadas: Las investigaciones deberían ser realizadas por miembros de la Iglesia no capacitados, para entorpecerlas o que sus resultados no tengan credibilidad.

La “contención” psicológica de los abusados lo realiza la propia Iglesia: para evitar que los abusos tomen repercusión pública las denuncias se mantenían bajo investigación interna de cada diócesis y los abusados y abusadas eran “contenidos” en “instalaciones psicológicas” de la Iglesia. Estas instituciones se basaban en “autoinformes” de los propios curas violadores por lo que terminaban culpando a los abusados y negando la conducta delictiva.

Falta de divulgación pública dentro de la congregación: nunca se hacía pública la conducta sexual criminal entre los feligreses. El informe del FBI considera que esa información era crucial para que la comunidad religiosa pudiera proteger a los niños y niñas de los abusadores. Para los abusadores solo se utilizaba en los casos más extremos los términos de “retirado” o “reasignado”, por lo que estaban en condiciones de volver a cometer abusos y violaciones.

Apoyo financiero: La Iglesia siguió financiando a sacerdotes abusadores, proporcionándoles vivienda, transporte, beneficios y viáticos. Esto permitía que los abusadores tuvieran todos los recursos para para localizar, “preparar” y atacar a más niños.

Transferencias en lugar de expulsiones: el informe concluye que la práctica regular, sistémica e institucionalizada era la de reasignar a los sacerdotes abusadores a un nuevo lugar, en lugar de denunciarlo y expulsarlo, tras las denuncias de abuso sexual infantil. Los sacerdotes regresaban regularmente al ministerio incluso después de confesar haber abusado sexualmente de niños. Solo los obispos y ciertos administradores diocesanos de alto nivel lo sabían, y tenían información en archivos secretos o confidenciales de la diócesis. Por lo tanto no es sorprendente que los sacerdotes reasignados al ministerio a menudo volvieran a abusar a otros niños y niñas.

Informes insuficientes para la aplicación de la ley: el último de los pasos de este “manual” señala que en todos los casos las diócesis se negaban a hacer un informe para denunciar a la policía, y cuando no quedaba otra opción retrasaban significativamente los informes, o proporcionar informes reducidos. Estos informes mínimos a menudo carecían de suficiente especificidad para transmitir la gravedad del crimen, el alcance de la conducta o las fechas y lugares relevantes. Incluso escondían confesiones o pruebas que corroboran los abusos.

Este “manual de encubrimiento” tenía un nombre al interior de la Iglesia, como señala el informe judicial el propio Obispo Wuerl de Pittsburgh, ahora Cardenal de Washington D.C., lo mencionó como el “Circulo de secreto” para referirse a este procedimiento.

Este “circulo” tuvo consecuencias concretas ya que como parte del encubrimiento, casi todos los casos denunciados se han vuelto demasiado antiguos como para ser juzgados, ya que la mayoría son anteriores al año 2000, por lo que de momento el jurado señaló que ha emitido acusaciones contra un sacerdote de la diócesis de Greensburg y otro de la de Erie, que presuntamente ha estado abusando de menores en la última década.

El gigantesco escándalo desatado en Pensilvania es parte de la red internacional de pedofilia y abusos que está presente en la Iglesia Católica de todos los países del mundo. En América Latina el caso de Chile se extendió a otros países mostrando una suerte de “internacional de los abusadores” que parece no encontrar fin.

En todos los casos la jerarquía eclesiástica con la Curia Vaticana – y los Nuncios-  a la cabeza actuaron de la misma manera, encubriendo maliciosamente cada uno de los casos. Solo cuando ya no tienen opción por la brutalidad de las agresiones y la visibilidad que toman en los medios, ensayan como mucho una disculpa, pero con el objetivo de mantener impune a toda la manchada institución.

Juan Andrés Gallardo

La Izquierda Diario  –  Reflexión y Liberación

Editor