El Cardenal Ezzati convocado por la Fiscalía por encubrir abusos
El interrogatorio del Arzobispo de Santiago será el próximo 21 de agosto. «Nunca he encubierto ni he obstruido a la justicia». Surge una carta crítica del Obispo Goic al purpurado por la gestión de los casos de pederastia.
Sigue alta la tensión en Chile debido a los casos de abusos sexuales y de los encubrimientos por parte de la Iglesia. Ahora llega la noticia de una “orden de comparición” para el arzobispo de Santiago, el cardenal Ricardo Ezzati, por parte de la Fiscalía regional de O’Higgins, para responder ante los magistrados sobre acusaciones de haber presuntamente encubierto abusos sexuales perpetrados por el clero chileno.
Confirma la noticia, que circuló en las últimas semanas, después de los medios de prensa locales y el sitio “Il Sismografo”, la misma arquidiócesis de Santiago con una breve nota publicada en el sitio oficial, misma en la que se citan las declaraciones del purpurado, que afirma: «Reitero mi compromiso y el de la Iglesia de Santiago con las víctimas, con la búsqueda de la verdad y con el respeto a la justicia civil. Tengo la convicción –afirma Ezzati– de que nunca he encubierto ni he obstruido a la justicia, y como ciudadano cumpliré con mi deber de aportar todos los antecedentes que contribuyan a esclarecer los hechos».
El interrogatorio será el próximo 21 de agosto y el purpurado (que tiene más de 75 años) tendrá que comparecer ante el fiscal Emiliano Arias, que en junio de este año puso en marcha una investigación por presuntos encubrimientos de dos escándalos de pederastia que sucedieron durante el mandato de Ezzati. El primero es el caso del padre Óscar Muños Toledo, de 56 años ahora, ex canciller de la Arquidiócesis de Santiago de Chile, quien en enero de 2018 se auto-denunció por haber abusado de algunos menores de edad (incluso parientes suyos) y que el 13 de julio fue arrestado por la policía con la acusación de haber violado por lo menos a 7 menores de edad.
El segundo caso es el de la “Familia”, en la diócesis de Rancagua, una organización de sacerdotes y laicos que se ocupaba de actividades relacionadas con la homosexualidad y la pederastia de manera sistemática desde hace algunos años. Este escándalo provocó que el arzobispo Alejandro Goic destituyera a 15 de los 68 sacerdotes de la diócesis (el 22% del clero diocesano). El fiscal Arias ordenó una perquisición en las residencias de las arquidiócesis de Santiago y Rancagua, y con ella se pudo obtener una gran cantidad de documentación.
La noticia de la convocación de Ezzati, el segundo cardenal acusado (después del australiano George Pell) y que se ve involucrado en una situación de este tipo, llegó un día después de la publicación de un reporte de la Fiscalía nacional chilena, fruto de diferentes investigaciones sobre casos que datan de los años 60 hasta la fecha, en la que se indica que 158 religiosos, obispos, sacerdotes, miembros de Congregaciones o laicos vinculados con la Iglesia, están bajo investigación puesto que están involucrados de alguna manera en 144 casos de crímenes sexuales en contra de menores y adultos vulnerables. En total se citan 266 víctimas en el informe, 178 de las cuales son menores de edad.
Grandes números para un escándalo que explotó a nivel mundial después del viaje del Papa Francisco al país sudamericano, sobre todo después de las polémicas vinculadas con el ya ex obispo de Osorno, monseñor Juan Barros, que habría encubierto los crímenes del padre Fernando Karadima, el carismático y conocido párroco de El Bosque, padre spiritual y formador de la mitad del clero del país, pero también abusador serial que fue condenado por la Iglesia a una vida de penitencia y oración. El Papa destituyó a Barros y a otros dos obispos el pasado 11 de junio, como primera respuesta efectiva a la renuncia presentada en bloque por todo el episcopado chileno, después del encuentro privado con el Pontífice en el Vaticano a mediados de mayo.
Después de ese encuentro, se llevaron a cabo, por voluntad del mismo Bergoglio, otros encuentros con las tres principales víctimas de Karadima (Juan Carlos Cruz, James Hamilton y José Andrés Murillo) y con los sacerdotes víctimas e abusos sexuales, psicológicos y de poder, que iban con algunos acompañantes. Todo ello mientras en Osorno estaban llevando a cabo su misión especial Charles Scicluna y Jorde Bertomeu, que recibieron el encargo de investigar sobre los casos que crearon una profunda crisis en el tejido social y eclesial de Chile.
En estos meses de encuentros privados, de intercambios epistolares entre Roma y Santiago, de investigaciones periodísticas y de declaraciones públicas, el nombre de Ezzati ha salido a la luz en diferentes ocasiones, junto con el de su predecesor en Santiago, el cardenal Francisco Javier Errázuriz Osa, también miembro del “C9”, y del nuncio Ivo Scapolo. Los tres son indicados (sobre todo por algunas de las víctimas) como los principales responsables de la «falta de información verdadera y equilibrada» sobre los casos de pederastia. EL mismo Papa Francisco denunció esta laguna en la famosa carta a los obispos de Chile. Acusas que siempre han rechazado los involucrados.
El nombre de Ezzati también surgió en el ámbito de una investigación judicial sobre la pederastia del clero en Chile, en una carta escrita por el arzobispo emérito de Rancagua, Alejandro Goic, cuya renuncia fue aceptada por el Papa Francisco el pasado 28 de junio (debido a la edad del religioso: 78 años).
Goic, que nunca fue acusado de estar relacionado con comportamientos pederastas o con encubrimientos, sino, según los observadores, que sería uno de los pocos obispos chilenos que siempre se ha caracterizado por una conducta transparente y severa a la hora de condenar los abusos y los encubrimientos, fue nombrado presidente de la Comisión nacional de prevención de los abusos de la Conferencia Episcopal chilena (encargo al que renunció después del escándalo de la “Familia”). Como tal, el obispo envió en 2013 una carta al arzobispo Ezzati, en la que escribió que al principio de su mandato (2011) fue un signo extraordinario que se hubiera reunido con las víctimas de Karadima, «pero desgraciadamente esto no prosiguió». «A veces –escribió Goic– tengo la impresión, tal vez demasiado subjetiva, de que tú no compartes los criterios de la Comisión Nacional en estos temas delicados».
«Hay laicos e incluso algunos obispos que me dicen que sienten un poco de inhibición ante ti –escribió el arzobispo en la carta que forma parte de los documentos que secuestró el procurador Arias en el obispado de Rancagua. Tienen miedo de las consecuencias que podrían tener sus eventuales discrepancias contigo, y esto les impide ofrecer una contribución que podría ser preciosa. El miedo los paraliza y es evidente que esto no es saludable». Para concluir, el actual obispo emérito de Rancagua subrayó en su carta que una política de mayor transparencia es «una señal necesaria e indispensable», además de ser «una cuestión crucial». Palabras que, a cinco años y a la luz de todo lo que ha sucedido en Chile, se demuestran más verdaderas que nunca.
Salvatore Cernuzio – Ciudad del Vaticano
Vatican Insider – Reflexión y Liberación