Diciembre 30, 2024

Reflexión sobre manifestación feminista en la Catedral

 Reflexión sobre manifestación feminista  en la Catedral

Partamos diciendo que el grupo de mujeres que se manifestaron frente la Catedral de Temuco en  semana santa pretenden defender los derechos femeninos en oposición al recurso de ‘objeción de conciencia institucional’ que intenta refrenar los alcances de la ley que despenaliza los abortos en tres causales.

Hablando de “derechos humanos”, conviene mantener la idea de derechos ‘personales’, derechos  esenciales  e universales para todos. Esto no niega que existen derechos particulares pero estos siempre tendrán las limitaciones de los derechos de otros. La objeción de conciencia defiende un derecho individual. Una objeción de conciencia grupal o institucional es incoherente. Espero que los legistas sabrán aclararlo sino caeremos en las argucias legales que tanto dañan al país.  Los reclamos por una despenalización total de los abortos es, ella, una radicalización que desvía el tema correcto de los abortos que dejarían de ser un problema social y pasarían  a ser una incitación al libertinaje. Se puede promover mejor la emancipación femenina.

En el año pasado  el grupo de mujeres manifestó al interior de la catedral. Este año, manifestó frente a la catedral respetando los derechos de expresiones religiosas.

Dicho esto, a continuación,  les concederemos a  estas feministas  que el mismo Jesús en quien creemos llegó una vez en el templo de Jerusalén y derribó las mesas de los mercaderes instalados allí. Esto puede legitimar de alguna manera  que las manifestantes escogieran el frente de la Catedral para su manifestación. Por otra parte, se puede considerar  que los evangelios propician elementos  para  un apoyo declarado para la emancipación femenina. Jesús, si lo consideran en la mentalidad de su época y más todavía si como cristiano lo reconocen como Hijo de Dios, tuvo un comportamiento verdaderamente insólito respecto a las mujeres. En su vida no juzgó ni condenó  a ninguna mujer, liberó magistralmente a una que unos varones engreídos  querrían ajusticiar por adulterio. Jesús  tenía amistades femeninas que los apóstoles mencionan porque les llamó la atención. Jesús podía entablar conversación con las mujeres, sabía apreciar sus afectos y varias de ellas lo acompañaron hasta la cruz…

Ningún  sacerdote atravesó la calle para dialogar con ellas. Sin embargo, como cristianos,  es conveniente  abrir un diálogo franco en esos temas que crean tantos problemas en la cristiandad y la sociedad. Escandalizar y escandalizarse no sirve de nada. Vale la pena abrir algunas reflexiones.

Cada una de las manifestantes es hija de una madre, nieta y bis nieta de abuela, de taratata abuela… Todo(as) somos hijo(as) de  generaciones de mujeres quienes desde los albores de la especie humana dieron su vida  (más que los varones) para que la humanidad siguiera existiendo. Esta generosidad y este sacrifico secular persiste para nosotros como una valoración de la vida humana. Hemos sobrevivido como género humano  especialmente por las maternidades. No es de extrañar que se haya    magnificado,  hasta “sacralizado” el dar la vida y de allí  lo importante de cada vida. Para quienes  no son religiosos, les pedimos entender que para los cristianos cada vida individual  establece una relación íntima con el “autor” divino de la vida, Dios es “padre y madre” de todos los hombres”.

También, paradojalmente, hay que reconocerlo que las mujeres en el último siglo fueron las campeonas contra las posturas de todas las religiones  que lograron frenar una sobrepoblación  fatal del planeta por la contracepción. Su rol materno muy particular de cuidadora responsable de la vida siguió valorando  la vida humana y se espera  que su sabiduría de procrear  evite también a futuro  todo desequilibrio por envejecimiento de la población. La procreación es una apreciación de la vida que nuestro mundo postmoderno no puede perder como se  están  perdiendo tantas vidas  por los accidentes irresponsable, todas las violencias, las guerras, los envenenamientos de la contaminación…

Antes de hablar de liberación femenina y de la autonomía que reclaman las feministas era necesario abogar por la vida. A demás es conviene cuadrar los abortos en la problemática social y no en una postura individual. La de-penalización de los abortos es una medida social, se podría decir, una “misericordia” civil para los casos dramáticos individuales. No se ‘autoriza’ los abortos, se sabe que ocurren y que no se los quiere dejar en una clandestinidad peligrosa. Será siempre reprimido  el “matar”. Hay una crueldad en matar y en abortar que es antihumano. Hasta los animalistas quienes refrenar la crueldad con los animales. Recordemos a Miguel de Unamuno que se sublevó contra el grito absurdo de un  general franquista que gritó: “Muera la inteligencia, ¡“Viva la muerte”!

Son posturas exageradas y absurdas que  conjugan el derecho de autonomía con un supuesto derecho de abortar.  La sola pregunta honesta es: ¿Qué límites debe poner una sociedad a las violencias difíciles de evitar?  Las respuestas son complejas. Es difícil denegar la calidad humana a un  feto. Desde su inicio, el embrión es “algo” humano aun cuando  no puede ser considerado un “ser” humano”. No se trata  aquí de una cierta cantidad de células, de una forma especial, de una actividad cerebral…se trata de una valoración y un sentido que se le puede encontrar. Quizás los adelantos de las ciencias nos podrán ayudar para aclarar un poco las cosas. Pero en definitiva las cosas de la vida no son  absurdas y sin sentido. ¿A partir de cuándo este “ser algo humano” tiene sentido de existir. Hasta cuándo se puede considerarlo como un impedimento o un peligro grave por la vida de la madre (no solamente física).

Quien no se está haciendo estas consideraciones dejó de ser humanista y se arrincona en un individualismo existencialista muy triste. Esta manifestación abre la disputa porque se trata de problemas de sociedad que nos involucran a todos (varones incluidos). Por esto debemos ahora abrir el tema de la  realización personal que la emancipación femenina  encuentra importante.  Se entiende que se necesita iniciativa, autonomía, libertad para una realización personal y  social. Nuestra sociedad patriarcal  está en deuda con las mujeres en esto. Tienen razón las señoras de llegar  primero al templo del machismo sacerdotal, la …Iglesia católica ¡!! A reclamar por su discriminación eclesial y social, tienen demás motivos de hacerlo, las iglesias no han pedido perdón lo suficiente por su responsabilidad en el descredito de las  mujeres en el mundo moderno.  El problema del aborto es la punta del iceberg.

Pidan, señoras, mayor igualdad de responsabilidad parental, una igualdad de roles directivos y de salarios, mayor factibilidad para su roles de madres…  Pero no pierdan de vista  que la sociedad global  nos tiene entrampados a todos, varones y mujeres, en una cultura esclavizadora por el trabajo, por la carrera a ganar dinero, a consumir, a rivalizar, a violentar, a abusar.   Ustedes  señoras y señoritas son bonitas y cariñosas… pero están metidas en el erotismo, la farándula, las pasarelas. Las explotan la publicidad, el comercio, la pornografía… Su movimiento de liberación femenina es muy importante porque nos aplasta una economía financiera internacional. Sus movimientos feministas son necesarios.

Vale la pena recordar que en el camino a su crucifixión, Jesús se detuvo por algunas mujeres que al verlo supliciado de esta forma se dolían y lloraban. Jesús les dijo: “No lloren por mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos. Porque llegarán días en que se dirá: Dichosas las estériles, las entrañas que no engendraron y los pechos que no criaron… porque si en el leño verde hacen esto, en el seco ¿qué se hará? … “(Lucas 23, 28)

El evangelio está lleno de narraciones  que nos conviene meditar. Entrar en la espiritualidad del cristianismo  que es liberación puede ser su más importante auxilio. Cristo es salvador. Dios no es su adversario, a lo contrario quiere  acompañarlas  en su movilización.

Ustedes no fueron al Mall o al Portal a manifestar, vinieron otra vez a manifestar delante de la Catedral. Pero no se queden afuera, tomen su espacio en la Iglesia para corregirla e impactar mejor en la sociedad. Las comunidades cristianas pueden llegar a ser los verdaderos ámbitos revolucionarios para hacer de esta tierra un poco más el Reino de Dios sobre la tierra.  

Paul Buchet   –   Temuco

Editor