Diciembre 21, 2024

La despedida a un hombre generoso…

 La despedida a un hombre generoso…

Cientos de personas se congregaron desde la tarde del jueves 1 de marzo en la parroquia de La Granja, donde descansan los restos del padre Esteban Gumucio, siervo de Dios, del cual Enrique Moreno era el vicepostulador de la causa de beatificación. Comunidad donde debía llegar como pastor, y que ahora lo recibía en pleno para despedirlo con amor.

Pese al retraso con el que su cuerpo llegó desde Ecuador, donde emprendió rumbo a la casa del padre el pasado 25 de febrero, eso no impidió que una muchedumbre se acercará a despedirlo.

La misa de la tarde de este viernes estuvo presidida por el provincial de los Sagrados Corazones, René Cabezón ss.cc., quien concelebró junto a decenas de sacerdotes, obispos, religiosas y una multitud de fieles, familiares, amigos, y colegas de profesión.

Tras la liturgia de la palabra, cuyo Evangelio fue la multiplicación de los panes y los peces, Pablo Fontaine ss.cc., entregó su homilía: “Lo que he experimentado estos días, desde el domingo hasta hoy, la ausencia y presencia de Enrique. Ambas muy intensas. Reconozco que no solo la ausencia que es dolorosa, también la presencia, como si lo tuviera al lado. Cuando uno habla de ausencia, es porque la mitad del alma se nos va con el amigo. La otra mitad está aquí. Estamos alegres por el lugar en el que está, estamos tristes por que la otra mitad se queda acá sola, pero yo tengo la esperanza de pronto volver a verlo”, señaló el religioso.

“Los que han conocido a Enrique no lo han olvidado más. Tal vez los que estamos aquí somos deudores de él, simplemente porque irradiaba el evangelio con naturalidad. Cada día la gente fue lo más importante para él, especialmente pobres y enfermos. Su persona misma parecía ser poco importante para él. Esto fue fruto de un trabajo espiritual constante y serio movido por la gracia ciertamente. Que en un momento tomo la decisión de seguir de cerca el mensaje de Jesús y su persona contra viento y marea. Y el mismo se convirtió en mensaje para muchos”.

“¿Qué palabra para expresar lo que fue Enrique? y pensé: generoso”, señaló Fontaine destacando que Moreno Laval fue un hombre misericordioso, porque experimentó la misericordia de Dios y el amor de Jesús. “De ahí su tranquilidad, su cariño por todos, su dedicación a meditar la palabra, la profundidad de su oración, su disponibilidad para obedecer, y su humor”, agregó.

Luego de mencionar su pasó por la Parroquia San Pedro y San Pablo, Concepción, Roma, Filipinas, Indonesia, Polinesia, Atacama y otros lugares, el religioso recordó: “Por amor al perseguido sufrió la prisión en el Estadio (Nacional) y por amor a los necesitados se esforzó por ser uno de ellos. Como nos decía el Evangelio, Jesús al ver la muchedumbre se conmovió por ellos. Enrique se conmovía fácilmente con la multitud sufriente para llevarlo a la acción”.

Llegando al final de su mensaje, el padre Fontaine expresó “Cuando Jesús sufre, en cada momento de su pasión, lo hace por amor. La Eucaristía que celebramos no solo es un recuerdo de Jesús en su entrega, sino un anuncio de perdón esperanzador de nueva vida. Es lo que hoy pedimos por Enrique y todos los que estamos acá. Que él pueda llegando a esa luz que no tiene ocaso, pueda decir con el salmo: Acuérdate Señor de tu ternura y gran amor que siempre me has mostrado. Que Enrique nos ayude desde allá a lograr una Iglesia que haga más creíble y presente a Jesús, que no se predique a sí misma y que se purifique en la solidaridad con los pobres, lo que no se consigue con decretos sino con la entrega de cada corazón. Que María caminando con su pueblo, nos sostenga la alegría y algo de su valiente entereza en el dolor”.

Al momento de las ofrendas, junto al pan y el vino, se presentó la estola del Padre Enrique y se hizo mención a la camiseta de la Universidad de Chile, que se encontraba sobre el féretro.

El Obispo de Copiapó, Celestino Aos (donde Enrique Moreno aun era párroco de Diego de Almagro), fue el encargado de hacer el responso final junto a los hermanos de Enrique Moreno.

Luego, el provincial de los Sagrados Corazones agradeció a los presentes la cercanía manifestada por diversas congregaciones religiosas y también los mensajes enviados por el Arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati desde Italia; y por el obispo Pedro Ossandón, vicario de la zona sur, quien junto a Mons. Fernando Chomalí, arzobispo de Concepción, celebraron en la parroquia universitaria de la octava región, una misa por Moreno Laval.

Antes de finalizar la Eucaristía con la bendición de Monseñor Camilo Vial, Candelaria Acevedo, hija de Sebastián Acevedo – quien el 11 de noviembre de 1973 se quemó a lo bonzo para exigir saber del paradero de sus hijos detenidos por la dictadura– también quiso dar su homenaje: “No he querido faltar a la despedida de un amigo que lo conocí cuando mi padre al tratar de buscarnos, nadie le daba respuestas recorriendo comisarías y retenes… pero ahí estaba Enrique, tendiéndole una mano a mi padre y a mi madre, dándole consuelo, fe y esperanza en que podía encontrarnos. Pero un padre siempre espera que las cosas sean rápidas. Él no pudo esperar que pudiéramos aparecer –vivos o muertos- así que tomó una drástica determinación en función del amor, de la rebeldía y de las ganas de saber de nosotros y de miles de otras personas que estaban siendo torturadas en cárceles secretas. Enrique recibió a mi padre ese 11 de noviembre. Mi padre le pide dos cosas que haga, que lo crucifiquen en la catedral de Concepción o él se iba a inmolar en la catedral. Enrique le pide que tenga fe y esperanza, que espere, que puede que en algún momento las autoridades puedan decir donde estábamos. Pero mi padre no aguantó más y las 3 de la tarde decide inmolarse. Enrique va rápidamente a asistirlo, frente a la Plaza de Armas donde prendía su cuerpo y en un gesto de amor y misericordia piden ayuda y lo llevan hacia el hospital. Horas después me dejan en libertad transitoria, y ahí conocí a Enrique. Pudimos conversar, nos pudo entregar esa valentía, esa fuerza que él tenía con nosotros. De ahí siguió una amistad que perduró por 34 años, de hecho Enrique es padrino de mi hermana Erika, de bautismo y confirmación. Yo quiero dar testimonio de esa fuerza, ese carisma, esa forma que él tenía hacia los que sufríamos en ese tiempo lo que fue la dictadura militar. Nosotros nos vamos a llevar su ejemplo, su consecuencia, el amor que él le tenía al prójimo, que queremos verdad, justicia, memoria. Junto a los muchos que aquí también están presentes hay un grupo del movimiento contra la tortura Sebastián Acevedo y quisimos estar hoy día presentes y dar este sentido homenaje que Enrique, nuestro amigo y compañero, se merece”.

Luego, Carolina sobrina de “Kiko”, leyó un mensaje que Bernardita Moreno envío desde el extranjero en representación de los 27 primos: “Nos vimos poco, pero con un abrazo, una conversa y unas cuantas risas nos poníamos siempre al día. La tecnología nos ayudaba (…) que capacidad para escuchar tenía. Fuiste tú quien me ayudó a comprender lo incomprensible, a aceptar lo inaceptable, a perdonar lo imperdonable, a dar gracias por lo vivido y sufrido, y es que todo tiene un sentido positivo en la vida, incluso tú partida. Dicen que las grandes personas que pasan por esta tierra cuando mueren nos dejan su legado. No creo sea así. Los grandes no piensan en dejar legados. Kiko no dejó un legado, nos dejó su vida, sus pensamientos, su palabra, su testimonio de fe, experiencias, percepciones, y sobre todo sus acciones. Las herramientas para que nosotros construyamos su legado, es decir, una sociedad más justa, más humilde, más inclusiva, más humana, más semejante a la vida de Jesús”.

Para concluir, María Eugenia Moreno, hermana de Enrique expresó “Sé que los quiso mucho a cada uno de los que están acá y a otros que no han podido estar presentes. Como para todos, la partida de Kiko ha sido un golpe muy grande. A ratos tan incompresible. Ha sido más que un hermano. Ha sido un amigo, el mejor compañero. Un hombre austero, cariñoso, en su atareada agenda en Chile y el extranjero siempre se daba el tiempo para hablar por teléfono o contestar un correo”.

Entre esos gestos, María Eugenia recordó una broma que Enrique le hizo cuando pequeña. La invitó al cine después de ir a hacer unos trámites juntos antes de entrar a la congregación. Al terminar de hacerlos, le hizo subir a una micro… y le dijo que ya no irían a ver la película. Unas cuadras después bajarían para correr al cine. “Hace poco tiempo Kiko me dijo: te quiero pedir perdón por la broma que te hice cuando fuimos al cine, y luego nos abrazamos. Habían pasado más de 50 años. Así era Kiko, humilde, tierno y amoroso (…) es un ejemplo de vida. Creo que todo lo que sucedió cuando estuvo detenido en el Estadio Nacional, el sufrimiento suyo y el de sus compañeros presos se lo ofreció a Dios. Él no sentía rencor, no sentía venganza. Solo tenía, como él decía, sed de justicia. Su opción por los más pobres y necesitados fue un ejemplo de vida, un referente que he tratado de seguir en la vida personal y profesional. Tratar de dar voz a los que no tienen acceso. Un excelente periodista con vocación de servicio y yo lo admiraba”.

Tras la ceremonia, un cortejo compuesto de varios autos y buses siguieron en procesión al féretro al Cementerio Católico de la Santísima Trinidad donde ya descansan los restos de Enrique Moreno Laval (2 de octubre 1941 – 25 de febrero 2018).

Enrique Moreno Laval

Enrique nació en Santiago el 2 de octubre de 1941. Hijo de Celso Moreno Correa y de Ema Laval Laval, es el segundo de ocho hermanos. Cursó sus estudios básicos y medios en el Colegio Sagrados Corazones de Alameda en Santiago, entre los años 1948 y 1958. Es religioso de la Congregación de los Sagrados Corazones desde 1960, siendo ordenado sacerdote el 29 de junio de 1968.

El 17 de octubre de 1973, a mediodía, fue detenido y llevado prisionero al Estadio Nacional, experiencia que se extendió hasta el día 2 de noviembre y que relata en su libro “Mis días en el Estadio”.

Con unos pocos años de sacerdocio ingresó a la Universidad Católica a estudiar periodismo, donde se tituló el año 1975.

Actualmente se encontraba asumiendo nuevamente la parroquia San Pedro y San Pablo, donde descansan los restos de Esteban Gumucio, de cuya causa de beatificación Enrique era vicepostulador. Durante el 2017 le correspondió fundar la misión de la Congregación en Diego de Almagro, diócesis de Copiapó, donde estuvo a cargo de la parroquia Espíritu Santo.

Sus primeros años de ministerio sacerdotal los desempeña en la Parroquia San Pedro y San Pablo ubicada en la comuna de La Granja en Santiago y los siguientes 14 años en la Arquidiócesis de Concepción, donde además de su trabajo pastoral ejerció como periodista, fue asesor de la JOC arquidiocesana y luego vicario de la Pastoral Obrera. También acompañó muy de cerca a la Agrupación de familiares de detenidos desaparecidos de la región. La ciudad de Concepción fue un lugar que atesoró hasta sus últimos días, y donde le correspondió asistir a Sebastián Acevedo cuando recién se había encendido fuego frente a la Catedral de la ciudad (ver relato).

De 1987 a 1993 sirve como Superior Provincial. Luego, en el período 1994-2000, es elegido como Consejero General de la Congregación, por lo cual se traslada a Roma. Durante ese período es nombrado también Vicario General.

Entre junio de 2000 y octubre de 2006 es destinado nuevamente a la región del Biobío en Concepción, asumiendo, entre otras labores, la de presidir la Fundación del Colegio de los Sagrados Corazones en la zona.

Desde fines de 2006 hasta noviembre de 2012 se desempeñó como formador de la Comunidad Interprovincial de Profesos, con sede en Santiago. Paralelamente entre los años 2006 y 2007 colabora en las actividades pastorales en la Parroquia de la Anunciación. Y desde 2008 regresa a la parroquia San Pedro y San Pablo como párroco solidario, función que desempeña hasta diciembre de 2012 cuando es nombrado formador de la casa de profesos de la Provincia de Japón-Filipinas con sede en Manila.

Enrique Moreno Laval falleció este domingo 25 de febrero de 2018 en Quito tras sufrir un grave accidente cerebro vascular (ACV) que lo mantuvo en estado de gravedad desde la noche del 14 de febrero.

Víctor Villa Castro  –  Fotos: Nibaldo Pérez

Comunicaciones Iglesia de Santiago   –   Sagrados Corazones Provincia Chilena

 

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