Abril 21, 2025

María Magdalena; testimonio y discipulado

 María Magdalena; testimonio y discipulado

Antes de las primeras señales de un nuevo día, María se levantó de un sueño inquieto y caminó hacia el lugar donde se había sentado con las otras mujeres el día anterior para ver a los soldados colocar a su amado Maestro en una tumba. Necesitaba saber dónde estaba. El hombre la llamó por su nombre; ¡María! Al oír su nombre en su voz, las lágrimas de confusión y dolor de María se convirtieron en lágrimas de alegría cuando saltó y dijo: ¡Rabbouni!  Jesús, le dijo que no se aferrara a su dolor, sino que difundiera el mensaje de que él había resucitado. María salió corriendo del sepulcro para compartir la noticia: ¡He visto al Señor!

El nombre de María Magdalena evoca muchas imágenes, muchas de ellas contradictorias con la María Magdalena de los evangelios canónicos. Cuando la mayoría de los cristianos relatan historias de los evangelios, se mezclan detalles de los cuatro relatos canónicos. Durante siglos, a Magdalena se la ha mezclado con otras mujeres de la Biblia, con leyendas y con terribles malentendidos y opiniones. Su nombre se ha convertido en sinónimo de prostitución, desobediencia, pecado y arrepentimiento. Sin embargo, los eruditos bíblicos han rescatado a Maria Magdalena y Jesús de estos lugares oscuros para sacar a la luz su discipulado, su testimonio y su liderazgo.

Uno de mis objetivos en mis diversos ministerios es seguir hablando de la importancia de Magdalena. No sólo porque su papel fue vital para la creación del cristianismo o por su estrecha relación con Jesús, sino porque es una predicadora modelo. En una Iglesia renovada, Magdalena sería venerada con razón por su papel de sacerdotisa. Su hospitalidad y servicio están claramente representados en la narración del evangelio de Mateo, que nos recuerda no sólo que las mujeres estuvieron presentes durante el ministerio de Jesús, sino que servían junto a él en la mesa y en otros lugares. El relato de Mateo sobre la aparición de la Resurrección también nos recuerda que cuando los hombres que estaban cerca estaban conmocionados y llenos de miedo, María mostró paciencia: escuchó y siguió las instrucciones del ángel y de Jesús. Ella y las otras mujeres presentes fueron capaces de controlar sus propias reacciones (¿pueden imaginar cuáles serían sus reacciones?) e hicieron lo que había que hacer. 

En el relato de Juan, María Magdalena se encuentra sola con el Cristo Resucitado. Solo se da cuenta de que es Jesús con quien está hablando cuando él pronuncia su nombre. Jesús, después de haber cumplido todas las profecías, de haber sufrido, de haber sido ejecutado por el Estado y de haber resucitado de entre los muertos, llama primero a una mujer al ministerio de dar testimonio de su vida, muerte y resurrección. 

María se convierte en la primer testigo de la historia cristiana, y es una elección lógica para el misión: acompañó a Jesús y siguió sus enseñanzas. Sirvió a su lado, lloró afligida al pie de la cruz y realizó unciones y bendiciones en su cuerpo muerto unos días antes. Por todo ella es llamada, por su nombre, a compartir esta misión de sierva, profeta y predicadora. 

Hna. Bernardette Raspante – Roma

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