Diciembre 12, 2024

Por una economía ética y justa

 Por una economía ética y justa

Síntesis de una reflexión mas extensa del  profesor de teología moral y jesuita; Ildefonso Camacho, en que analiza desde una óptica cristiana el tema del capitalismo y el mercado en el pensamiento social del Papa Francisco. 

El mensaje social del Papa Bergoglio con sus documentos más importantes –Evangelii Gaudium y Laudato si’- o encuentros con los movimientos populares, asimismo, lo muestra con su vida y testimonio. Y ha causado escándalo y rechazo por parte de los sectores neoliberales (del liberalismo economicista) y capitalistas. Lo cual no es nuevo ya que, de forma similar, había sucedido con la DSI anterior y los Papas que precedieron a Francisco, en toda esta época contemporánea.

En oposición a la entraña perversa del capitalismo, la Doctrina Social de la Iglesia con los Papas como Francisco nos muestra que, frente a la idolatría mercantilista, la sociedad civil y el estado, conformado por esta comunidad social (el pueblo), han de controlar al mercado y a la economía para que sea ética y justa. Es la verdadera democracia con el principio de subsidiariedad, que está al servicio del bien común y de las necesidades de los pueblos, en la defensa de los derechos y la justicia con los pobres.

“Un sistema alternativo exige contar con el Estado y los poderes públicos, que han de velar por el bien común de la sociedad y por los más vulnerables. Para ello es imprescindible encauzar el mercado e impedir que su lógica sea el último criterio de funcionamiento”.

Se rechaza así la dictadura económica y el totalitarismo del mercado que ha de ser regulado e intervenido a nivel ético, civil y político con valores, leyes e instituciones (estructuras) para asegurar el bien común más universal, la solidaridad y la justicia social-global. Y esta línea, de nuevo en contra del corazón maligno del capitalismo, implantar el valor básico del destino universal de los bienes que tiene la prioridad sobre la propiedad.

En contra del mal del capitalismo, la DSI con los Papas como Francisco nos enseña que la propiedad no es un derecho absoluto e intocable, sino que está subordinado a este principio ético-social esencial del destino universal de los bienes. La propiedad, de forma inseparable, tiene una índole personal y a la vez social que hace posible el reparto con equidad de los bienes, la socialización justa de los recursos para toda la humanidad.

En este sentido, frente a la esencia injusta del capitalismo, hay que defender el principio moral social imprescindible: el trabajo está antes que el capital. El trabajo decente con la dignidad y derechos de la persona trabajadora, como es el valor ético primordial de un salario justo, está por encima del capital, de los medios de producción, del beneficio y de la competitividad.

Frente a la empresa capitalista, de ahí se sigue la clave de la socialización de los medios de producción. En donde los trabajadores sean sujetos, dueños y artífices de la vida y propiedad de la empresa como comunidad humana. Es la economía social y cooperativa, del don y la comunión. Y de nuevo contra la lógica perversa de la economía y banca capitalista, el pensamiento social y la DSI con Francisco se oponen al mal y pecado tan grave de la usura con los prestamos e intereses abusivos, usureros e injustos.

Esta economía usurera y especulativa del capitalismo: endeuda, empobrece y arruina a los pueblos, a las familias y a los pobres; especula con todo, hasta con los bienes más vitales como son los alimentos; y permanentemente, de forma sistemática e histórica, genera las estafas e injusticias de las crisis. Por las que unos pocos se enriquecen cada vez más, con toda esta creciente desigualdad e injusticia social-global que padecemos, a costa del sufrimiento, empobrecimiento y exclusión de la humanidad.

Como nos enseña Francisco, hay que “pasar de una economía que apunta al rédito y al beneficio, basados en la especulación y el  préstamo con interés, a una economía social que invierta en las personas creando puestos de trabajo y cualificación. Igualmente pasar de una economía líquida, que tiende a favorecer la corrupción como medio para obtener beneficios, a una economía social que garantice el acceso a la tierra y al techo por medio del trabajo”.

Loyola News  –  Reflexión y Liberación

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