Mujeres que actuaron en el nombre de Dios
Adelaide Baracco -doctora en teología- en conversación con Silvia Oller, analiza las líneas de reflexión del libro: Mujeres sacerdotes ¿cúando? (Desclée De Brouwer), además de ayudar a abrir las puertas al sacerdocio femenino.
Mujeres sacerdotes, ¿cuándo?
Algún día esto caerá por su propio peso. Pero nosotras, no lo veremos. Las posturas actuales del magisterio están igual que con Juan Pablo II y Benedicto XVI y se repiten los mismos argumentos, argumentos sin validez teológica ni antropológica. Nuestro libro es una crítica sana a lo que consideramos injusto en nuestra Iglesia y nace del amor que le tenemos.
¿Cuáles son esos argumentos que todavía se repiten?
El Papa Francisco ha vuelto a hablar de dos principios conocidos: el petrino, que hace referencia a la ministerialidad-autoridad, y el mariano que se refiere a la mística del amor; estos dos principios, junto con otros, fueron formulados por el teólogo suizo Balthasar en el postconcilio en el contexto del diálogo ecuménico, pero Francisco los traslada de forma errónea a toda la cuestión mujer/hombre en el sacerdocio, es decir, hace de ellos, una “categorización sexuada”. Afirma que la cuestión es teológica.
Otro argumento, tradicional, que Jesús no ordenó a mujeres. Pero es que Jesús no ordenó a nadie, ¡ni a hombres ni a mujeres! También se argumenta que las mujeres no fueron llamadas a ser apóstoles, que no participaron en la Última Cena, y también se invoca la “masculinidad de Cristo” cuando quien se encarnó como varón fue Jesús de Nazaret, porque Cristo, igual que Dios, no tiene sexo ni género. Son argumentos que tienen una interpretación teológica muy sesgada. Tras eso hay una cultura cristiana que durante siglos ha silenciado y empequeñecido a las mujeres. Esa visión antropológica de la mujer inferior al hombre y no digna de representar a Dios todavía existe en el imaginario masculino y machista de muchos santos varones de la iglesia.
Con el Papa actual parece que nunca se había estado tan cerca del sacerdocio femenino.
Era una gran esperanza, pero en la cuestión de la mujer no hemos avanzado (casi) nada. Es verdad que ha dotado de cargos a algunas mujeres, pero no dejan de ser cargos funcionariales, no de ministerio. Cuando tocas la cuestión del ministerio, que implica la dimensión de representación de Dios/Cristo, aquí se nos cierra la puerta. La creación de dos comisiones, en 2016 y en 2020, para debatir sobre la ordenación de las mujeres al diaconado en el cristianismo primitivo, no ha llegado a ninguna parte, porque no se quiere abrir ni esta puerta, cuando hay serios argumentos a favor de que sí hubo mujeres diaconisas.
¿Confía en que el Sínodo supondrá un cambio de rumbo en este sentido?
Con cautela y precaución, diría que el cierre de la primera sesión del Sínodo me parece bastante débil en cuanto a capacidad de ruptura. Además, las voces femeninas que se han oído en esta sesión están implícita o explícitamente contra la ordenación femenina al presbiterado. Ahora bien, lo que más nos preocupa a día de hoy es la carta que ha hecho pública el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado de la Santa Sede, a los obispos alemanes refiriéndose a su camino sinodal. En esa carta se afirma rotundamente que no se tendrán en cuenta ni la cuestión de la ordenación de las mujeres ni la de la homosexualidad, dos de sus temas más importantes. Veremos hasta donde se llegará.
¿Veremos antes curas casados que mujeres en el sacerdocio?
Sí, tendremos antes curas casados que mujeres sacerdotes. El no permitir a los curas casarse es una norma antigua, del siglo IV, que la Iglesia Ortodoxa y otras Iglesias Hermanas cristianas, como la anglicana, no tienen. Suprimirla no supondría un gran cambio de fondo, mientras que la ordenación sacerdotal o diaconal de las mujeres, sí. Lo que no se acepta es que sea posible para una mujer representar lo sagrado, actuar en el nombre de Dios. Ésta es la resistencia de fondo.