Diciembre 21, 2024

Aportes para una nueva praxis Eclesial / Pedro Pablo Achondo

 Aportes para una nueva praxis Eclesial / Pedro Pablo Achondo

“La Iglesia después de la Iglesia es una manera de convocar a la conversación ese futuro o el advenimiento de otro mundo posible y plural, de ese pluriverso y una vida eclesial territorializada.

¿Qué aspectos podríamos esperar de esa Iglesia después de la Iglesia? ¿Cómo la imaginamos? ¿Qué deseamos para otra convivialidad eclesial que sea esperanza, fraternidad, libertad y justicia para los territorios del hoy y del mañana? ¿Qué estructuras, organización, modalidades de encuentro y prácticas podríamos esperar y deseamos para una vida con sentido y futuro?

No viene al caso intentar responder cada una de estas interrogantes, pues eso sería desdecir los discursos territoriales y abandonar la idea de que lo nuevo no nace de arriba o de una teoría acabada, sino de las prácticas concretas, de resistencia y esperanza de las propias comunidades y territorios. Esa Iglesia de Iglesias sólo emergerá –y lo está haciendo– desde los territorios y la fe vivida de forma encarnada y profética, abandonada a la Ruah Divina y abierta a los ritmos que no son los de la modernidad capitalista y colonial. Exigirle a la Iglesia ser Iglesia, implica pedirle que ejecute su carácter profético, de anuncio de la novedad sin analogías, del reinado escatológico, y que ensaye, ella misma, esas otras formas posibles de vida.

La Iglesia después de la Iglesia pone sus fuerzas en la reorganización del tejido social, colaborando en redes con otras instituciones y organizaciones ciudadanas. La cultura del descarte y del desencuentro se ha tomado la vida, la sociedad y la cotidianidad. Por eso las comunidades territorializadas se encargan de abrir sus puertas y sus patios para la organización, el debate, la conversación y la concientización. Así, la comunidad se torna sede, hogar, jardín, parque y plaza. Asumiendo y acogiendo las herramientas tecnológicas y las posibilidades de lo virtual, la Iglesia busca el sano equilibrio entre lo distante y lo cercano, lo presencial y lo virtual, lo asincrónico y lo sincrónico, los cuerpos que se abrazan y las pantallas que se conectan. La re-organización del tejido social, del cual las comunidades forman parte, es indispensable para la gestación del pluriverso.

A partir de esos encuentros la Iglesia colabora en la creación de un nuevo compromiso político, de otras maneras de hacer política y comprometerse en la vida de los pueblos. Los horarios restringidos a reuniones sacramentales y celebraciones litúrgicas son superados por ese nuevo espacio eclesio-político y territorial. Allí la espiritualidad encarnada se reúne en vistas de transformaciones sociales.”

Pedro Pablo Achondo Moya / Licenciado en Filosofía Magister en Teología

Doctorando en Territorio, Espacio y Sociedad (D_TES) FAU UdeChile

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