El Golpe militar suspendió la democracia/ Paul Buchet
Cincuenta años es mucho. No basta hacer memoria, tampoco realizar una ceremonia conmemorativa, para un cristiano, esto lleva a una profunda reflexión e interpretación de fe.
Haré un testimonio personal. Soy belga llegado a Chile al principio del año 1970. Cuando se empezó a discutir de la necesidad de hacer una conmemoración por los 50º aniversario del Golpe Militar, de primera, encontré que era demasiado dar vuelta a acontecimientos de medio siglo atrás. Personalmente, no soy bueno para recuerdos. Pero sí, recordé un hecho de mi juventud que viene al caso. Yo nací en la guerra y a los 15 años con los compañeros de estudios, recuerdo que regañábamos de las obligaciones de asistir a las ceremonias patrióticas recordando las víctimas de la guerra. Éramos más sensibilizados a las problemáticas de la Paz por la guerra fría, del Hambre que amenazaba el tercer mundo, del desarrollo de los pueblos subdesarrollados. Era también la época de los esfuerzos del Concilio Vaticano II que iba a cambiar la Iglesia. Fue esta concientización me trajo a Chile, el país más secularizado de Latino-América, un país con un desarrollo principiante con el Presidente Frei, un centrista reformador (Corfo, Codelco, Indap, la Reforma Agraria …) Chile sufría severas injusticias sociales que los obispos habían denunciado en su Conferencia de los Obispos latino americanos en Medellín en 1968.
Primero, trabajé en instancias eclesiales. Recorriendo la comuna donde llegue , he podido conocer lo que era “la esclavitud”( para llamarla por su nombre) de los inquilinos en los fundos, de los trabajadores de los aserraderos de la cordillera, la hegemonía dominante de una clase social elitista, la rivalidad de los partidos políticos, las escuela rurales con profesores que no habían terminado su enseñanza media. Participé del Instituto de Educación Rural, de los Encuentros de los ‘Cristianos para el socialismo’, y del despertar de las comunidades de base Base en la planificación diocesana, de la Acción católica campesina.
Poco a poco yo descubrí como se instalaron en el país unas contradicciones que hoy día puedo detallar como las ideologías del “Liberalismo versus Comunismo”, en la economía: “Capitalismo versus Socialismo” y en la cultura : “Progreso” versus “Desarrollo”.
El Golpe militar suspendió la democracia. Fue sin duda un acto de Violencia notorio que nos conmueve hasta los días de hoy. No es solamente un hito histórico sino que duele profundamente porque fue un acto que “consagró” todas las violencias instaladas en el pasado y todas las violencias que se desencadenaron después. Sin volver a recordar las violencias de la colonización podemos recordar las condiciones miserables de un pasado no tan lejano: los mineros , los peones del campo, la mortalidad infantil, la postergación de la educación, de las mujeres, la marginación de los pueblos originarios, lo todo que llegó a configurar una desigualdad social insostenible.
Lo terrible del Golpe de Estado es la real “consagración” de la violencia que se instaló después con las víctimas de las represiones del régimen militar, la crisis económica, los niños desnutridos, la cesantía … Lo peor fue la creación de una fantasía de Progreso con aumento de las desigualdades sociales, la esclavitud de una sistema financiero (internacional) que fomenta el lujo, el consumo , la multiplicación de las delincuencias y de las violencias de todo tipos (familiares, abusos sexuales, estafas, corrupciones). Que los derechos humanos y la Justicia identifiquen y sancionen los autores y los responsables de estas violencias pero es también necesario llegar a las raíces del Mal. La Verdad de los hechos debe llevar a la Verdad efectiva de la condición humana. Por más recuerdos y conmemoraciones que hagamos, innombrables víctimas serán abandonadas en la historia, salvando algunas sus nombres en algún monumento.
La Violencia es el Mal cometido, un mal aterrador, misterioso, incansable. En sí, no es nada, es lo contrario de la Vida. ¿Qué podemos hacer ¿ ¿Gritar otro: “Nunca más”?
El solo sentido que se le puede encontrar es que la violencia es “el punto de partida” de un Bien por hacer, de algo mejor y de otro camino que emprender. Aquí entramos en terreno más profundo como buscar hacer un mundo mejor a partir de la Violencia. ¿Seremos capaces? ¿Tendrá la humanidad un futuro que valga la pena?
Entramos en el terreno “religioso”. El creyente pide a Dios auxilio, consolación y paz frente a las violencias. El cristiano, él, va más a fondo. Entiende que Dios se hizo hombre para salvar a los hombres del camino errado de la Violencia. Jesús fue crucificado, y por su muerte y resurrección deja claro que se puede salir del fracaso que mata el hombre y que el Mal puede evitarse y hasta las victimas pueden volver a vivir atravesando la muerte. El camino para no perderse se encuentra en el Espíritu que nos dejo. Lo podemos lograr l leyendo los evangelios y uniéndose a los otros cristianos y hombres de buena voluntad para encontrar el Reino de Dios haciendo historia.
Por haber conocido los compromisos sociales de la Iglesia anteriores al Golpe militar (sindicalistas cristianos, la acción católica, la promoción de la reforma agraria de obispos, las huellas del Padre Hurtado …) yo no entendí las resistencias encarnizadas de algunas instancias católicas que se opusieron a la UP. La aceptación del Golpe de casi todos los obispos me chocó. Después del Golpe no fueron todos los obispos que, después, tomaron seriamente partido por las víctimas en la Iglesia. Se prestó un “paragua institucional” para que unos activistas laicos pudieran defender las victimas pero, bien pocos obispos, se “mojaron”. Pasando los años y por intervención vaticana, creció en la Iglesia un abandono del hacer social. En las diócesis, la acción social se redujo a lo asistencial. Se incentivaron las espiritualidades. En algunas oportunidades los obispos hablaron pero perdieron su prestigio de antaño y no pudieron movilizar a los laicos para los compromisos sociales.
Actualmente algunos cristianos recuerdan la valiente solidaridad que existió en las largas décadas del régimen militar y de la cual quedan secuelas. Se puede celebrar la postura difícil del Papa Francisco para abrir la Iglesia al mundo , sin embargo, para ser sinceros, se escucha más fácilmente los obispos recordar al Juan Pablo II y Benedicto XVI . Por esto, es necesario denunciar las violencias al interior de la Institución eclesial empezando por la condenación de la Teología de la Liberación , la marginación de los laicos comprometidos en política, el olvido planificado del Concilio Vaticano II, el fracaso de la “nueva evangelización” por unas planificaciones pastorales conservadoras, la poca atención prestado a los sínodos laicos…La decadencia institucional de la Iglesia culminó en las miserables violencias sacerdotales y sus encubrimientos jerárquicos .
Si a la sociedad civil, le viene bien recordar esas décadas criticas del fin del siglo pasado, bien le vendría a la Iglesia conmemorar también sus 60 años desde el último Concilio.
Con estas conmemoraciones, yo llegué a soñar que las partes en conflicto llegasen a reconciliarse y a perdonarse por todas las violencias del pasado. Desperté, yo recé: “Perdónanos como perdonamos” y… mentalmente, me ensayé en este perdón difícil por la sociedad, por la Iglesia… Encontrase con la Misericordia de Dios es evangelizador.
Guíanos más allá hacia un mundo mejor .
Paul Buchet
Consejo Editorial de revista ‘Reflexión y Liberación