El infierno de los incendios / Paul Buchet
Chile vive un verdadero “Infierno” en las propagaciones de los incendios de este verano 2023. Las atrocidades la guerra de Ucrania pasaron en trasfondo. Las emociones de miedo, de horrores, de desesperación nos invaden.
A los más viejos, el horror de las llamas recuerdan esa idea antigua del infierno, las nuevas generaciones han sido preservadas de esas imágenes dramáticas que se dejaron para la ficción de las películas. La guerra de Ucrania es televisiva, los terremotos, ellos se viven, pero los incendios del tamaño actual son un fenómeno nuevo en Chile. Se culpan unos incendiarios y los problemas medioambientales planetarios. En el pasado, el horror de las guerras, las hambrunas y las pestes impactaban más profundamente las poblaciones totalmente indefensas, los medios bomberiles actuales limitan un poco las emociones. Antaño, existían expresiones artísticas que testimoniaban de esos horrores por ejemplo: la bajada a los infiernos de Dante o más reciente el Guernica de Picasso. También, menos de un siglo atrás, los religiosos predicaban el infierno desde el pulpito prediciendo el destino fatal de los pecadores condenados a los suplicios de llamas infernales. La salvación y la condenación eran castigos de cuentas individuales. Era una perspectiva individual de perdición o salvación que las autoridades religiosas aprovechaban para ganarse adeptos. En el pueblo cristiano, los predicadores y profesores de religión lograban más moralidad por el miedo del infierno que por la felicidad de las bienaventuranzas. Hoy día las incredulidades ayudadas por el racionalismo han dejado esos miedos religiosos en sordina. Pero los cristianos no dejan de saber de las temibles páginas bíblicas
Antes de entrar en el tema del infierno conviene hacer algunas consideraciones acerca de lo que inspira este concepto antiquísimo y de muchas culturas. El miedo es un sentimiento normal que se inscribe como una reacción instintiva para preservarse la vida. El miedo a la muerte que distraemos para esconderlo, surge de mil maneras. Se enseña a los niños a espantar sus cucos y ser precavido, se teme los accidentes. Curiosamente en los deportes se busca superar los miedos, se celebra los atrevimientos, se gusta gastar adrenalina… Las películas de horror tienen su clientela. Recientemente entraron nuevos miedos apareció una inseguridad social por la delincuencia por las estafas, las drogas, por los asaltados los feminicidios, las pandemias…. Los ecologistas mismos a veces y sobre todo las redes sociales tienen discursos de amenazas por el calentamiento global y la contaminación. Unas situaciones especiales pueden crear traumatismos desesperantes, cuando las guerras son interminables, cuando se propagan los incendios, cuando los terremotos hacen tantas víctimas… Estos sentimientos obligan a unos cuestionamientos incontenibles. .
La pregunta es si están volviendo los temores antiguos, si el ser humano tiene una fobia latente congénita, si sirven los depresivos, mensajes de Paz, el Zen…? ¿Cuál es el mensaje particular de la religión cristiana al respecto?
Cada uno tuvo sus experiencias de miedo, de espanto quizás. Es bueno recordar las circunstancias, las reacciones y las superaciones con las que uno se sale de estas vivencias. Es importante destacar las reacciones populares de los chilenos, los comportamientos de las víctimas, de los vecinos, de los bomberos, de las autoridades frente a las catástrofes. Chile reacciona y se muestra solidario. Caritas Chile reacciona, vienen socorristas del extranjeros.
¿Será esto una respuesta suficiente?
El Cristianismo nació en una época de crisis. Tanto Jesús como los que redactaron el Nuevo Testamento vivieron en una época de convulsiones: rebeliones de 6000 fariseos por los empadronamientos, masacre de los Inocentes, tentativas revolucionarias de los zelotes en Galilea con 2000 crucificados, ejecución de Juan Bautista… Con estos pocos datos históricos se puede imaginar en qué ambiente predicó Jesús y sus apóstoles, se explica el entusiasmo de la muchedumbres y posteriormente su desencanto que llevó Jesús a la crucifixión. Cuando empezaron las primeras comunidades cristianas se multiplicaron las persecuciones drásticas severa: lapidación de Esteban y ejecución de Santiago el mayor, San Pablo mismo fue perseguidor de los primeros cristianos. Y la decadencia religiosa era tal que algunas años después el templo fue profanado y finalmente destruido en el año 70.
”’En su historia, los Israelitas tuvieron dos imaginarios importantes: la imagen del ‘Mesías’ y la imagen del ‘Scheol’
Desde la decadencia de la sucesión del Reino de David (1000 a.c), se creó en Israel el anhelo del retorno de una época de oro a mano de un descendiente de David. A pesar de todas las tribulaciones esta esperanza en un rey excepcional permanecía en todos los corazones. Por su predicación y sus milagros y Jesús anunció el inició del Reino de Dios. Pero por la demora y los conflictos con las autoridades, muchos se desilusionaron lo llevaron a, la derrota. La angustia humana misma de Jesús en su oración en Getsemaní, sus palabras en la cruz a su Padre “¿Porque me has abandonado?” Nos pueden hacer entender lo que significó la perdición humana que Jesús compartió hasta lo extremo…Con razón, nuestro Credo antiguo reza que:”descendió a los infiernos”. Posteriormente, el comprobar su Resurrección ha sido una iluminación para los apóstoles y después de su partida, partieron a predicar la espera activa de su regreso en Gloria al final de los tiempos: la evangelización universal. El imaginario del Mesías se transformó de esta forma en Esperanza.
El otro imaginario Bíblico era el “infierno”:Hadès o schéol en el antiguo Testamento. Era pensado como un abismo de sombras de muerte. El israelita de los salmos (6) rezaba: “sálvame, Iahvé, porque en la muerte, ¿quién te puede alabar”. Fue poco a poco y tardíamente que surgió la idea de la resurrección. A los Saduceos que no creían en la resurrección, Jesús les contestó que Dios es un Dios de vivos no de muertos. San Pablo escribió: Si solamente en esta vida tenemos nuestra esperanza en Dios somos los más infelices de todos los hombres ( ICor. 15,19). Este más allá de la muerte llevó a pensar al destino particular de cada uno como lo plantea la parábola del pobre Lázaro que va al “seno de Abraham” (el cielo) y el rico epulón va al “lugar de tormentos”(el infierno) (Lucas 16,19ss). Las expresiones fuertes de “juicio, infiernos y castigos”… no deben distraernos hacia miedos o angustias sino que son llamados de Jesús a la conversión, al cambio personal de vida, la vigilancia en nuestras preocupaciones, las responsabilidades de vivir, servir y amar al prójimo.
La parábola del juicio final (Mateo 28,31ss) es muy interesante porque junta los dos imaginarios: el destino personal de cada uno en su “más allá” y el otro que es el anhelo del “Día del Hijo del hombre” que el Reino estará realizado en gloria reuniendo todas las naciones, al final de los tiempos. Esta imagen de la entronización de Cristo rodeado de todos sus ángeles con todos los elegidos delante de Él ha sido pintada por muchos pintores.
Es preciso hoy día mantener esta doble perspectiva de la salvación: una salvación personal frente a la muerte y una salvación global como destino futuro de la humanidad y de toda la creación. Algunos la imaginan, esta, catastrófica (apocalíptica) y la otra más progresiva ( escatológica) hasta el fin de los tiempos.
El libro del Apocalipsis redactado 100 años después de Jesús en una época muy convulsionada mantiene imágenes de la catástrofe del mundo precediendo la aparición de una tierra y cielos nuevos. El autor quiere corregir unas comunidades descarriadas con esta visión Los otros escritos del Nuevo testamento prefieren concebir una espera sostenida del Retorno de Cristo. San Pablo dice que “la creación entera hasta el presente sufre dolores de parto en la espera de ser liberada de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios… nuestra salvación es en esperanza”.
En cuanto a los tiempos, nadie sabe ni de la muerte ni del fin del mundo. Lo que nos debe preocupar es, sólo, nuestra opción de vida y nuestro servicio en el adelanto del Reino de Dios en la tierra.
La solidaridad con las victimas en las catástrofes que se surge en Chile es una buena muestra de lo que es cristiano, sin embargo todos no han cooperado y las precauciones, las responsabilidades siguen un llamado apremiantes del evangelio. No bastan algunas buenas obras para ganarse el cielo, es toda la humanidad, todo el planeta que sufre y que no se debe perder. Se podría colocar los ecologistas en una bienaventuranza adicional. Felices los ecologistas porque renovarán la faz de la tierra.
Paul Buchet – Temuco
Consejo Editorial de revista ‘Reflexión y Liberación’