Teología de la Liberación
Teología de la Liberación: Apuntes desde la Juventud de la Izquierda Cristiana de Chile
Este mes de junio es uno de esos meses marcados por la Teología de la Liberación; se cumplen 105 años del nacimiento de José Aldunate y don Gustavo Gutierrez, de los artífices de este esfuerzo de hacer carne el Evangelio, cumple 94 años de vida. Tradicionalmente se define a la Teología de la Liberación como “una reflexión que, a partir de la praxis y dentro del ingente esfuerzo de los pobres, junto con sus aliados, busca en la fe cristiana y en el Evangelio de Jesucristo la inspiración para el compromiso contra la pobreza y en pro de la liberación integral de todo hombre”(1).
Posteriormente se la ha definido como una teología transmoderna(2). Esta teología centra su reflexión sobre la praxis de liberación en favor de los oprimidos del presente, a la luz de una reinterpretación del contenido del Evangelio. Sus herramientas interpretativas de la realidad, con las cuales se lee el presente histórico, surgen desde las ciencias sociales críticas, autores como Enrique Dussel adoptan el marxismo en especial como núcleo de reflexión. Desde sus orígenes a fines de la década del 60 esta teología concreta y puramente latinoamericana(3) ha profundizado sus reflexiones y aportes, como ha sido la exploración de la teología ecologista.
A la suma de definiciones que podemos encontrar de la Teología de la Liberación, es necesario englobar en un código hermenéutico toda su diversidad, la del hombre realizado que es Cristo y como este ya vino e hizo carne la profecía de la igualdad, la paz, la realización del Verbo y la venida del reino: el amor cristiano es eficaz y su accionar es constante pues nada tiene que esperar, Jesús ya vino, ya murió y resucito, por lo que los nuevos hombres lo encuentran y lo realizan en su día a día. Al respecto, en está verdadera escatología de la realización humana, unidad de evangelización y desarrollo humano, es categórico el proclamado Siervo de Dios por la Iglesia Católica Apostólica y Romana, el Monseñor Helder Cámara:
“Un movimiento de presión liberadora tendrá entonces que redescubrir la imagen misma del hombre, hecha a semejanza de Dios ¿Dónde hacerlo? Se haya en el permanente encuentro en medio del pueblo donde está el hombre olvidado (…) La persona renace cuando la acción y el pensar se unen para rescatarla”(4).
Los teólogos de la liberación basan su acción social en la descripción bíblica de la misión de Jesucristo como traer una “social unrest” (inquietud o agitación social), por ejemplo, Isaías 61: 1, Mateo 10:34, Lucas 22: 35-38, y no como un “apparent social order” (un orden social aparente). Esta interpretación bíblica es un llamado a la acción contra la pobreza y el pecado que la engendra, para llevar a cabo la misión de justicia de Jesucristo en este mundo; para así poder traer el verdadero orden social fruto de la justicia social(5).
A la luz de la obra de Gustavo Gutiérrez y sus seguidores podemos destacar cuatro aspectos de los orígenes de la Teología de la Liberación(6):
- En lo teológico: surge a partir de la renovación teológica por teólogos franceses y alemanes en torno a la mitad del siglo XX, siendo decisivo el Concilio Vaticano II.
- En lo eclesial: se desarrolla de la mano de un grupo activo de Obispos innovadores frente al mundo de la época; quienes constituyeron el núcleo que animó el Concilio Vaticano II y la primera repercusión de este en Latinoamérica, la Conferencia General de Medellín de 1968.
- En lo social: la pobreza del continente latinoamericano marco definitivamente a la Teología de la Liberación, la cual se identificó como un escándalo intolerable dado por el carácter cristiano y católico de sus países. “Así, se mezclaban en el modo de “sentir” la realidad de la pobreza en dos sensibilidades: una, propia de la fe; la otra, de la modernidad. Por esta segunda, entraba en la Teología de la Liberación el talante progresista, típico de los años 50 y 60 del siglo pasado, que marcó también, en alguna medida, al Vaticano II”(7).
- En lo político: hizo propia la teoría de la dependencia para explicar la pobreza y la opresión de los pueblos, como también, como herramienta para la superación de las estructuras de pecado en la sociedad. En algunos casos, como un “plus” se dialoga e incluso en algunos casos se asimila el trabajo de los científicos sociales del continente, en especial las doctrinas del marxismo, en particular la teoría del imperialismo de Lenin(8).
Asimismo, el escritor Michel Lowy agrega a su juicio como características de esta corriente los siguientes puntos(9):
- La lucha contra la idolatría como enemigo principal de la religión; la crítica al carácter fetichista del capitalismo, así como de la sociedad y la subjetividad burguesa.
- La liberación humana histórica y comunitaria como anticipación del reino de Dios. La parusía se realiza en el presente, en la manifestación gloriosa de la presencia de Jesús dentro de la comunidad.
- El uso del marxismo como instrumento de análisis crítico de la realidad.
Sin embargo, debemos aclarar que varios teólogos de la liberación como Gustavo Gutiérrez, Camilo Torres, Pedro Casaldáliga y Leonardo Boff no son marxistas, incluso se oponen tajantemente a su ontología y fenomenología, pero creen en una posible colaboración (incluso Boff adhiere al Estructuralismo Dialectico)(10), como también, hay otros como Enrique Dussel que consolidan una teoría marxista latinoamericana de innegable influencia cristiana.
- La opción preferencial por los y las pobres y la solidaridad con su lucha de autoliberación, en forma de imperativo práctico-religioso también llamado ortopraxis.
- El desarrollo de comunidades de base cristianas entre los y las pobres como una nueva forma de iglesia y vida comunitaria no individualista.
Respecto a la relación con el marxismo en particular, el sacerdote Camilo Torres, fundador y mártir de esta teología afirmaba en 1965 que: “En el campo filosófico, existe incompatibilidad entre marxismo y cristianismo (…) El comunismo tiene un sistema filosófico incompatible con el cristianismo, aunque en sus aspiraciones socioeconómicas la mayoría de sus postulados no riñen con la fe cristiana”(11). Camilo Torres entiende al marxismo como una doctrina humanista, pero esencialmente atea y materialista, es decir, es incompleta(12).
En dicha línea, el teólogo peruano Gustavo Gutiérrez señala que la Teología de la Liberación: “no se trata de elaborar una ideología justificadora de posturas ya tomadas, ni de una afiebrada búsqueda de seguridad ante los radicales cuestionamientos, que se plantean a la fe, ni de forjar una teología de la que se «deduzca» una acción política. Se trata de dejarnos juzgar por la palabra del Señor, de pensar nuestra fe, de hacer más pleno nuestro amor, y de dar razón de nuestra esperanza desde el interior de un compromiso, que se quiere hacer más radical, total y eficaz”(13).
Asimismo, Leonardo Boff señala que el “ideario cristiano no puede consumirse en una práctica política, ni debe quedar reducida a una forma particular de sociedad”, como también, afirma que la fe nos ayuda como cristianos y cristianas a optar y a apoyar aquellos movimientos históricos que son más afines a los ideales evangélicos. Para Boft, este movimiento histórico es el socialismo(14).
Por ello, la Teología de la Liberación en la medida que utiliza la obra de Marx irá matizando estas posturas, e incluso quienes suscriben al marxismo como cristianos se construyen una teoría marxista que admite la recepción del elemento liberador de la religión.
A la luz de esto es que los cristianos ven una posibilidad de colaborar y trabajar con los marxistas; pues no hay una dinámica de enemistad necesaria entre el ateísmo y religión, sino un conflicto entre una falsa deidad y una deidad verdadera; de allí la pertinencia de la crítica al fetichismo de la mercancía en Marx en la recepción de su pensamiento por parte de los teólogos de la liberación(15), pues las dinámicas del capitalismo constituyen una idolatría y estructuras de pecado contrarias a la dignidad humana y al reino de Cristo(16).
La Teología de la Liberación es en verdad una teología liberadora en servicio del pueblo de Dios, es una perspectiva de construcción histórica y social de la lectura y vivencia del Evangelio, inmersa en la realidad concreta desde una perspectiva de compromiso y vocación de servicio, la cual podemos entender como la Opción Preferencial por las y los Oprimidos.
Por ello, la Teología de la Liberación busca hacer carne la inspiración salvadora de las Sagradas Escrituras y vivir como Cristo en un voto de pobreza entre los oprimidos para construir el Reino de Dios aquí y ahora; buscando la plena liberación de la persona.
Es una teología de la transformación liberadora de la historia humana, que no solo piensa el mundo, sino que lo abre al don del reino de Dios. Para llegar a ello, se sirve de los análisis de las ciencias sociales y de la teoría económica y social, con la visión espiritual profundamente trascendente del cristianismo, a la luz de la Palabra de Dios(17). Esta teología encuentra una íntima relación entre la salvación y el proceso histórico de liberación del hombre; busca un análisis profundo del significado de la pobreza y de los procesos históricos de empobrecimiento y su relación con las clases sociales y se compromete con la participación en el proceso de liberación de los oprimidos como “lugar obligado y privilegiado” en la vida cristiana.
Gustavo Gutiérrez describe a la Teología de la Liberación como la “reflexión crítica sobre la praxis histórica”(18), esto debido a que “hace hincapié en la liberación del otro y de lo otro, a diferencia de la teología europea que se centra en el propio sujeto creyente; habla del Reino de Dios como referente y medida de la transformación que hay que realizar en este mundo y afirma además que tal Reino es para implantarlo ya en este mundo y lograr así que la vida de los pobres llegue a ser realidad”(19).
Esta teología contextual toma la posición de “Iglesia Popular” para construir la dinámica de su testimonio y carisma; luchar por la justicia social promocionando a las comunidades locales y buscando transformar la institución eclesial y la realidad latinoamericana.
La construcción liberadora de esta teología de la praxis histórica se hace desde y por los mismos oprimidos en su organización comunitaria; la opción preferencial por las y los oprimidos es un posicionamiento que trasciende a lo conceptual, es sustantivo y realizado en la práctica. Es mediante la organización comunitaria que se realiza el proyecto liberador de Cristo.
Por ello, la espiritualidad de la liberación exige hombres y mujeres nuevas en el Hombre Nuevo Jesús(20); el cambio sustancial que propone la Teología de la Liberación es una transformación integral de toda la persona pensando en su desarrollo humano integral, haciéndose participe efectivo del Cuerpo de Cristo para en todo amar y servir.
Así, para Pedro Casaldáliga, la reflexión y la vivencia de la espiritualidad de la liberación tienen, como consideración y exigencia básica, entender que ser cristiano, en cualquier parte, tiene los siguientes rasgos principales(21):
- La lucidez crítica frente a los medios de comunicación, estructuras, ideologías y supuestos valores, que resulta de la pasión por la verdad.
- La gratuidad de la fe y la vivencia de la gracia que conllevan a la humildad, la ternura, el perdón y la capacidad de descubrir.
- La libertad desinteresada que asume la austeridad y la pobreza para ser libres frente a los poderes del mundo.
- La libertad total de quienes están dispuestos a dar la vida por el Reino.
- La creatividad alegre, sin esquematismos.
- La denuncia profética como misión y servicio al lado de los más pobres.
- La fraternidad sin privilegios.
- El testimonio coherente, vivir lo que se proclama.
- La esperanza creíble de los testigos y constructores de la resurrección y del Reino.
Ahora bien, sobre el método para la praxis adoptado por la Teología de la Liberación hay que señalar que se trata de una forma de orientar la acción, a reforzar y eventualmente orientar la liberación de los creyentes; como se ve en el hecho que desemboca el Actuar.
“Para contribuir a esa acción, la fe aporta sus criterios de juicio, su iluminación; es lo que se hace en el segundo momento del método, el “Juzgar”. Pero lo decisivo es el “Ver”. Como se trata de una fe entendida de partida como praxis de liberación y se está en un continente en que la opresión económica, política y social salta a la vista, se tratará ante todo de ver esa situación de opresión que desafía al carácter liberador de la fe. No basta aquí, obviamente, con el solo ver descriptivo, que a lo más puede llevar a acciones asistenciales puntuales. Hay que llegar al fondo, es decir, a las causas de la opresión. Es por esta puerta donde entra la Teología de la Liberación el análisis que las ciencias sociales hacen de nuestro continente. Es lo que se suela llamar la “mediación socio analítica” de la teología (…) Para los otros dos momentos del método se hable de “mediación hermenéutica” (Juzgar) y “mediación práctica” (Actuar)”(22).
- Ver: se propone analizar hechos de la vida personal y social con el fin de descubrir actitudes y modos de pensar y valoraciones y comportamientos. Se busca las causas y se analiza las consecuencias que pueden tener en las personas y estructuras sociales en las comunidades y en las organizaciones. El acento se pone en la persona, no en las ideas ni en las cosas. Es un método inductivo que parte de la situación concreta.2.
- Juzgar: es el momento central de la revisión de la vida personal, de las relaciones sociales y la realidad de la comunidad. Se propone tomar posición frente al hecho analizado, explicitar el sentido que descubre la fe, la experiencia de Dios que conlleva y las llamadas de conversión que surgen de él.
Para ello se valora positiva o negativamente el hecho, se buscan hechos similares en la vida de Jesús, en el evangelio o en la Biblia, se analizan las consecuencias del encuentro con Dios y la llamada a la conversión. Se trata de un discernimiento. 3.
3. Actuar: se propone determinar aquellas actitudes que las personas deben cambiar en sus vidas, los criterios de juicio que deben ser transformados, los hábitos que son cuestionados por la Palabra de Dios y las acciones que se van a desarrollar.
Finalmente, y tal vez lo más conocido de esta Teología, es la reflexión de que la centralidad de la fe al estar en la praxis de liberación hace que el creyente deba hacer una opción decidida por los pobres, entendiendo que “pobre” es como símbolo, cifra o el sumo analogado que designa a todos los necesitados de liberación; por ello nosotros usamos el concepto de “oprimida” y “oprimido”.
“Esta opción por los pobres que hace el creyente en Jesús no es más que el eco de la opción de Dios tal como nos presenta la Escritura, de modo que, aquí también, la Teología de la Liberación no hace más que ser fiel al Dios de Jesús”(23).
Se vincula inevitable y necesariamente con el contexto del oprimido para alcanzar su liberación, como también, a las ciencias humanas y sociales, desde una perspectiva humanízate en el lugar de las y los más desfavorecidos. Hay un compromiso militante con el vivir, el actuar y el pensar desde el pueblo trabajador para el pueblo trabajador; para alcanzar la plena liberación de la persona humana.
Respecto a la acusación que cayó sobre la Teología de la Liberación por parte del cristianismo tradicional(24), en especial contra Gustavo Gutiérrez y Leonardo Boff por asumir el marxismo como herramienta interpretativa de la realidad al ser una doctrina contraria al personalismo y al magisterio de la Iglesia, por ende, atea, al reducir al ser humano a una condición animal y rechazando u olvidando su Imago Dei señalamos que fue una equivocación histórica y desmedida.
Gerhard Ludwig Müller, el antiguo prefecto del Dicasterio doctrinal de la Congregación para la Doctrina de la Fe de 2012 a 2017, señalo en 2013:
“El movimiento eclesial teológico de América Latina, conocido como Teología de la Liberación, que después del Vaticano II encontró eco en todo el mundo, debe ser considerado, según mi parecer, entre las corrientes más significativas de la teología católica del siglo XX (…) la pobreza oprime a los niños, a los ancianos y a los enfermos, e induce a muchos a considerar la muerte como una escapatoria (…) Desde sus primeras manifestaciones, la teología de la liberación obligaba a las teologías de otras partes a no crear abstracciones sobre las condiciones reales de la vida de los pueblos o de los individuos. Y reconocía en los pobres la carne misma de Cristo, como ahora repite Papa Francisco (…) ser cristianos significa seguir a Jesús (…) Es el Señor mismo, quien nos da la indicación de comprometernos directamente por los pobres. Hacer la verdad nos lleva a estar de parte de los pobres”(25).
Juan Carlos Cárdenas Politi.
Integrante del Equipo de Formación Política de la Juventud de la Izquierda Cristiana de Chile.
Integrante del Equipo de Voluntarios de Escuelas Populares de la Juventud de la Izquierda Cristiana de Chile.
Tesista en Filosofía en la Universidad Academia de Humanismo Cristiano.
&
Alonso Ignacio Salinas Garcia.
Primer Secretario General de la Juventud de la Izquierda Cristiana de Chile.
Directivo de la Asociación Chilena de Amistad con la República Árabe Saharaui Democrática (RASD).
Columnista de “Reflexión y Liberación” y el “Diario Constitucional”.
Estudiante de Derecho Pontificia Universidad Católica de Chile.
Asesor del Convencional Constituyente Roberto Celedón, Distrito 17.
Citas:
(1) Concha, Miguel (1997): “Teología de la Liberación”, en Diccionario de Política (compilado por Nogoberto Bobbio, Nicola Matteucci y Gianfranco Pasquino, Ciudad de México, Siglo XXI), pp. 1557-1563.
(2) Dussel, Enrique (1997): Sentido Socio Histórico de la Teología de la Liberación. Reflexiones sobre su origen en el Contexto Mundial. Disponible en: https://enriquedussel.com/txt/Textos_Articulos/279.1997_espa.pdf. Fecha de consulta: 11 de junio de 2022.
(3) Hinkelammert, Franz (1994): La teología de la Liberación en el Contexto Económico y Social de América Latina: Economía y Teología o la Irracionalidad de lo Racionalizado. Disponible en: http://coleccion.uca.edu.sv/franz-hinkelammert/items/show/2249. Fecha de consulta: 11 de junio de 2022.
(4) Cámara, Helder (1969): Universidad y Revolución (Santiago de Chile, Ediciones Nueva Universidad), p. 22.
(5) Mehta, Samira and Boyd, Samuel L (2020): A justification for unrest? Look no further than the Bible and the Founding Fathers, en The Conversation. Disponible en: https://theconversation.com/a-justification-for-unrest-look-no-further-than-the-bible-and-the-founding-fathers-139742. Fecha de consulta: 15 de marzo de 2022.
(6) Oliveros Maqueo, Roberto (1980): Liberación y Teología. Génesis y Crecimiento de una Reflexión (Lima, Centro de Estudios y Publicaciones), p. 479.
(7) Silva, Sergio (2009): “La Teología de la Liberación”, en Revista Teología y Vida, Vol. L, pp. 93-116.
(8) Silva, Sergio (2009): Ibid.
(9) Lowy, Michael (2019): Cristianismo de Liberación (Barcelon: Editorial Viejo Topo), p. 143.
(10) Ramírez, Pedro (1994): “Ateísmo marxista y teología de la Liberación en América Latina: ¿Oposición o colaboración?”, en Revista de Estudios Universidad de Costa Rica, NÚM. 11 JULIO- DICIEMBRE.
(11) Torres, Camilo (1985): Escritos (Bogotá, Fundación Pro-Cultura).
(12) Torres, Camilo (1985): Ibid.
(13) Gibellini, Rosino, Gutiérrez, Gustavo, ET Al (1977): La Nueva Frontera de la Teología en América Latina (Salamanca, Editorial Sígueme), p. 15.
(14) Boff, Leonardo (1985): El Destino del Hombre y del Mundo (Santander, Editorial Sal Terrae), pp. 24-25.
(15) Asimismo, destacamos que varios marxistas vieron en la religión, en especial el cristianismo, una forma de completar y dar plenitud a sus doctrinas. A modo de ejemplo podemos nombrar a José Carlos Mariátegui (1894-930), Ernst Bloch (1885-1977), Walter Benjamín (1892-1940), Enrique Dussel (1934) y Franz Hinkelammert (1931) que integran la mística, la religión e incluso directamente el cristianismo en sus fundamentos.
(16) Löwy, Michael (2009): Guerra de Dioses: Religión y Política en América Latina (Ciudad de México, Siglo XXI).
(17) Tamayo, Juan José (2013): “Gustavo Gutiérrez, El teólogo del Dios liberador”, en Redes Cristianas. Disponible en: http://www.redescristianas.net/2013/09/19/gustavo-gutierrez-el-teologo-del-dios-liberadorjuan-jose-tamayo-teologo/. Fecha de Consulta: 11 de junio de 2022.
(18) Gutiérrez, Gustavo (1971): Teología de la Liberación: Perspectivas (Lima, CEP), p. 33.
(19) Forcano, Benjamín (2014): “Teología de la Liberación, Ayer Maldita y Perseguida, Hoy Bendita y Elogiada”, en Redes Cristianas. Disponible en: http://www.redescristianas.net/teologia-de-la-liberacion-ayer-maldita-y-perseguida-hoy-bendita-y-elogiada-benjamin-forcano-sacerdote-y-teologo-claretiano/. Fecha de consulta: 11 de junio de 2022.
(20) Casaldáliga, Pedro (1994): “Los rasgos del hombre nuevo”, en Espiritualidad y Liberación en América Latina (compilado por Casaldáliga, Pedro y Vigil, Jose María, San José de Costa Rica, D.E.I.), pp. 177-180.
(21) Casaldáliga, Pedro (1994): Ibid.
(22) Silva, Sergio (2009): Ibid.
(23) Silva, Sergio (2009): Ibid.
(24) En marzo de 1984 la Congregación de la Doctrina de la Fe pide al Episcopado peruano que enfrente 10 cuestionamientos a la teología de Gustavo Gutiérrez. Ratzinger escribe una carta a Leonardo Boff el 15 de mayo de 1984, criticando su reciente libro “Igreja, Carisma e Poder”, e invitándolo a un encuentro con él, que se realizó el 7 de septiembre de ese año.
(25) LASTAMPA: VATICAN INSIDER 21/10/2013. Disponible en: https://www.lastampa.it/vatican-insider/es/2013/06/21/news/roma-y-la-teologia-de-la-liberacion-fin-de-la-guerra-1.36086756. Fecha de consulta: 11 de junio de 2022.