Comenzando el sínodo sobre la sinodalidad: algunas primeras modulaciones
Hace algunos días la Iglesia ha comenzado un proceso de sínodo (= “camino realizado con otros”) el cual tiene como tema la sinodalidad. Este tiempo de pensar, discernir y proponer nuevas pistas para las rutas eclesiales nos invita a comprometernos en la construcción de una Iglesia adulta, corresponsable, misionera y participativa. Es por ello que quisiera compartir algunas ideas al comienzo de esta experiencia eclesial que se desarrollará hasta Octubre 2023.
Lo que caracteriza el proceso sinodal es que es todo el Pueblo de Dios el que, desde el Espíritu, busca pensar su identidad y su misión en medio de las culturas. La misma imagen iconográfica del sínodo lo muestra: el Espíritu que mueve a la comunidad a caminar, a conversar y a decidir juntos. Con ello, en el sínodo se pone en práctica el sentido de la fe, el cual es un elemento fundamental en la vida de toda la Iglesia y que tiene que ver con la fuerza que, desde el Espíritu de Dios, nos motiva, a sacerdotes, consagrados y laicos, a exponer con humildad, pero con verdadera lucidez el sentido de las prácticas vividas al interior de la comunidad. El Concilio Vaticano II en Lumen Gentium nos indica: “la totalidad de los fieles, que tienen la unción del Santo (cf. 1 Jn 2,20 y 27), no puede equivocarse cuando cree, y esta prerrogativa peculiar suya la manifiesta mediante el sentido sobrenatural de la fe de todo el pueblo cuando «desde los Obispos hasta los últimos fieles laicos» presta su consentimiento universal en las cosas de fe y costumbres” (Constitución Dogmática Lumen Gentium 12). A partir del sensus fidei, toda la comunidad de los discípulos de Cristo ejerce la función del discernimiento realizado en materia de fe y de costumbres y, en estas últimas, de las dinámicas particulares en las que nos movemos.
A propósito de lo anterior, la Comisión Teológica Internacional en su documento La sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia expone el vínculo entre el sentido de ser pueblo que camina unido (el carácter sinodal de la Iglesia) y la actitud de discernir lo que acontece a ese mismo pueblo. Nos dice la Comisión Teológica: “el ejercicio del discernimiento está en el centro de los procesos y acontecimientos sinodales. Así ha sucedido siempre en la vida sinodal de la Iglesia. La eclesiología de comunión es la específica espiritualidad y praxis que involucrando en la misión a todo el Pueblo de Dios, hacen que “hoy sea más necesario que nunca (…) educarse en los principios y métodos de un discernimiento no sólo personal sino también comunitario”. El carácter comunitario del discernimiento, como elemento central del proceso de sínodo, acentúa la corresponsabilidad que se debe vivir en todo el Pueblo de Dios.
Ser corresponsables, practicar nuestro bautismo en la vida formativa, litúrgica (sobre todo en la Eucaristía), en la acción social y en las demás instancias de ser Iglesia, es lo que el Sínodo nos invita a caminar. En el documento de preparación del Sínodo se lee: “Precisamente el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”. Esta expresión hunde sus raíces en la tradición eclesial, tanto evangélica, teológica y práctica-cotidiana, y tiene que ver con ser capaces de construir comunidades que saben escuchar, que no se quedan encerradas en sí mismas, sino que busca comunicar el tesoro del Evangelio a cada hombre y mujer. En este sentido, el carácter comunitario del Sínodo 2021-2023, es un momento de profunda gracia para toda la Iglesia. Es, en definitiva, la vivencia de una eclesiología horizontal y participativa más que una eclesiología vertical y sujeta al poder monolítico y, por ello, el desafío de este sínodo no es algo menor.
Lo que creemos con esta experiencia de sínodo es que el Espíritu de Dios está hablando a las Iglesias (Apocalipsis 3,11), palabra profética que debemos escuchar y reconocer en las palabras y vidas de cada uno de los miembros del Pueblo de Dios. El sínodo, con ello, no se reduce al evento o momento eclesial llamado “sínodo”, sino que es la actitud fundamental de convergencia en donde todas las experiencias de qué significa ser Iglesia deben hacerse presentes. El sínodo es la dimensión constitutiva de la Iglesia. A propósito de esto, dice el Documento Preparatorio: “en este contexto, la sinodalidad representa el camino principal para la Iglesia, llamada a renovarse bajo la acción del Espíritu y gracias a la escucha de la Palabra. La capacidad de imaginar un futuro diverso para la Iglesia y para las instituciones a la altura de la misión recibida depende en gran parte de la decisión de comenzar a poner en práctica procesos de escucha, de diálogo y de discernimiento comunitario, en los que todos y cada uno puedan participar y contribuir”.
Finalmente: la participación activa de los consagrados y laicos en la conducción de la Iglesia y en los momentos de discernimiento de la vida cotidiana de la comunidad, es el gran anhelo que mueve el Sínodo sobre la sinodalidad que ha comenzado este Octubre 2021. La posibilidad de imaginar nuevas experiencias, de recuperar relatos, memorias y sueños comunitarios, el volver al Evangelio de Jesús de Nazaret como centro y motor de la Iglesia y los mayores espacios de participación eclesial, son elementos que esperamos puedan ir dando fruto con este nuevo sínodo.
¡Buen camino sinodal!
Preguntas para la reflexión:
–Te invito a buscar los documentos del Sínodo 2021-2023, poder leerlos, profundizarlos y trabajarlos en comunidad.
–¿Cuáles podrían ser mis (nuestros) aporte(s) para este Sínodo sobre la sinodalidad? ¿estamos dispuestos a participar en este proceso eclesial?
Juan Pablo Espinosa Arce (Teólogo)
Académico Facultad de Teología UC – U. Alberto Hurtado