El cristianismo transforma el mundo si se hace evangelio
“Es cuando el cristianismo se arraiga en el Evangelio que da lo mejor de sí mismo a la civilización”, mientras que “pierde lo mejor de sí mismo cuando termina corrompiéndose e identificándose con la lógica y las estructuras mundanas”. Así escribe el Papa en un texto inédito que aparece en el libro titulado “El Cielo en la Tierra”. Amar y servir para transformar el mundo”. El volumen, que la Librería Editora Vaticana publica el martes 24 de noviembre, está incluido en la serie ecuménica “Intercambio de Dones” y recoge varios textos ya pronunciados por Francisco sobre el tema de la fe que se convierte en caridad hacia los demás. El prefacio es de Martin Junge, Secretario General de la Federación Luterana Mundial.
En el texto inédito, el Papa subraya el “poder transformador del cristianismo” a lo largo de los siglos, a partir de la consideración del valor de cada persona. Un nuevo mundo más justo y fraterno nació como “consecuencia gratuita de una fe vivida con sencillez”. El cristianismo – observa – no transformó el mundo antiguo con tácticas mundanas o voluntarismos éticos sino sólo con el poder del Espíritu de Jesús Resucitado. Todo el río de pequeñas o grandes obras de caridad, una corriente de solidaridad que ha estado fluyendo a través de la historia durante dos mil años, tiene esta fuente única. La caridad nace de la emoción, el asombro y la gracia. Desde el principio, históricamente, la caridad de los cristianos se convirtió en atención a las necesidades de las personas más frágiles, las viudas, los pobres, los esclavos, los enfermos, los marginados… Compasión, sufrimiento con los que sufren, compartir. También se convierte en una denuncia de las injusticias y en un compromiso para combatirlas en la medida de lo posible. Porque cuidar de una persona significa abrazar toda su condición y ayudarle a liberarse de lo que más le oprime y le niega sus derechos. La primacía de la Gracia – concluye el Papa – no conduce a la pasividad, al contrario, aumenta al cien por cien la energía y aumenta la sensibilidad a la injusticia”.
En su prefacio, Martin Junge, Secretario General de la Federación Luterana Mundial, recuerda con “profunda gratitud” las palabras del Papa Francisco durante la Conmemoración Común de la Reforma en Lund en 2016: “Jesús nos recuerda: “Sin mí no podéis hacer nada”. (Juan 15.5). Él es el que nos apoya y nos anima a buscar formas de hacer de la unidad una realidad cada vez más evidente”. “En esa memorable liturgia y homilía”, escribe Junge, “nosotros los católicos y luteranos juntos hemos reafirmado nuestro compromiso con un camino que lleva del conflicto a la comunión. Este camino sólo es posible gracias a Cristo, que cura todas nuestras heridas y recuerdos, liberándonos del dolor de las experiencias pasadas, para abrazar el don de la reconciliación que Cristo ha puesto entre nosotros”. Es un compromiso”, explica el Secretario General de la Federación Luterana Mundial, “que parte “de la perspectiva de la unidad y no del punto de vista de la división” porque “lo que nos une es mucho más que lo que nos divide”. Juntos damos testimonio de la misericordia de Dios, tanto a través de la confesión de fe como a través de nuestro servicio común al mundo.
Ciudad del Vaticano
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