Carta a un@s amig@s Laic@s
Tú eres para mí una amiga o un amigo muy apreciad@ porque compartamos el mismo Dios Padre de Jesucristo y porque estamos en las mismas bancas de la Iglesia que pasa por un muy mal momento.
Quizás tú eres más joven que yo, esto me motiva para saludarte a ti en primer lugar. Tú corres la misma carrera de postas del Reino de Dios. Nosotros los de las generaciones anteriores tenemos que traspasarte el relevo de una Institución eclesial problemática. Te veo seguir yendo a misa a pesar de todo y por esto me atrevo a romper este silencio lleno de confusiones de nosotros los mayores. Te pido perdón por lo que nos corresponde de un pasado de dejaciones, de omisiones, de errores y de pecados en definitiva. Aun cuando muchos no lo reconocen somos, nosotros los de ayer, los que no pudimos echar estos demonios que hicieron caer a la Iglesia en una decadencia que se agravará en un futuro próximo. No solamente le pido a Dios perdón, le pido también que te de fuerzas para hacerlo a futuro mejor que nosotros.
En las bancas de la Iglesia, estamos mayoría los viejos. Por esto quiero compartir también contigo que eres de la misma “tercera edad”. Juntos podríamos contar de otros tiempos más gloriosos de la Iglesia pero los acontecimientos nos dejan afligidos y callados. Déjame romper este silencio con algunas reflexiones.
Tampoco quiero olvidarte a ti que dejaste un vacío en las bancas de la iglesia. Tu no eres, para mi ningún renegado, ningún mal católico. Te entiendo porque yo también dejé, en suspenso, por un tiempo, toda práctica religiosa, a veces hasta la fe se le desvanece a uno. Deseo decirte algunas palabras.
¿Por qué les escribo estas líneas? Sencillamente porque Dios por la magia de los médicos me está entregando un extra time de vida después de un accidente cerebral. Que sea Él que me lo pide o que sea yo quien necesita hacerlo para seguir coherente en mi fe…, serán las dos cosas que me impulsan hacerlo.
Antes de hablarnos entre laicos, le haré una sola crítica al clero y a los jerarcas de la Iglesia. Les reprocho seriamente de no manifestar suficiente arrepentimiento por lo que les corresponde de toda esta decadencia que tiene la Iglesia… Pero hablemos de lo nuestro, de lo nuestro “laico”.
En primer lugar, hablando entre los mayores podemos recordar que a la mitad del siglo pasado creíamos cambiar la Iglesia (el Concilio Vaticano II). ¿Se acuerdan lo que costó dar vuelta a los altares o bajar de los altares algunas imágenes sobrantes. ¿Se acuerdan de la catequesis familiar, de la creación de comunidades en las poblaciones y en los campos? …Después los cambios radicales y acelerados del mundo moderno dejaron en nada los discretos cambios logrados y los conservadores que añoraban el latín y el incienso opacaron completamente los débiles progresos, hasta fueron muy severos para reprimir cualquiera que no pensará en sus categorías o criticaba sus prácticas vetustas. Viendo su Iglesia quedarse en el pasado, muchos cristianos y sus hijos empezaron a marginarse. Hoy día asistimos a una crisis espantosa y si no fuera por la elección de un Papa sorpresivamente abierto, ¿En qué estaríamos?… Últimamente, en esta crisis, algunos católicos laicos empezaron a pensar de nuevo en cambios para la Iglesia, cambios institucionales, también verdaderas conversiones para impedir que la Iglesia se pierda poco a poco entre todas las sectas.
Otra Iglesia es posible. No podemos jubilarnos en una fe senil, la mayoría de nosotros tenemos más años de vida por adelante. La crisis de la Iglesia nos desafía a salir de nuestro mutismo y de nuestra pasividad. A pesar de tener una larga experiencia de fe, tenemos difícil de dar testimonio de lo vivido. En las parroquias nos consideran para llenar espacios, en nuestras familias no querremos pasar por más viejos que estamos hablando del pasado, en nuestro vecindario, apenas nos saludamos, el tema religiosos es tan reservad y privado. Lo difícil es encontrar las palabras y el estilo adecuado para abordar temas religiosos. Nuestro catecismo y las predicas de los curas no nos ayudan mucho. Sería conveniente de encontrar manera de ejercernos a hablar libremente de fe, unos talleres de autoformación, una actividad para la tercera edad, una actividad estratégica para cambiar la Iglesia.
Ahora, voy a decirles algo a ustedes que son más jóvenes. Es fantástico verlos, cantando en el coro, leyendo una lectura de la misa, estar con su pareja, con su niño corriendo entre las bancas. Pero me asusta imaginarme como estará la Iglesia cuando llegaran a la edad mía. He visto las iglesias vacías en Europa, es espantoso. Algunos dicen: “ esto ocurrirá en América Latina , porque la religiosidad popular es poderosa. Personalmente no lo creo. Las nuevas generaciones no se ven necesitar de Dios para su vida, ven la religión como un folklor privado para quien le gusta, la consideran un refugio para débiles…y si uno añade a esta mentalidad post moderna las corrupciones de las instituciones religiosas que escandalizaron en estos últimos tiempos, esto angustia.
Las instituciones eclesiales buscan reforzar las motivaciones de quienes participan todavía de ellas. Multiplican las instancias de ”formación” con cursillos, retiros… con enseñanzas doctrinas y moral de púlpito, entregan a los laicos funciones y ministerios litúrgicos, motivan para participación financiera, caritativa … y sobretodo promueven espiritualidades y devociones antiguas para amenizar la fe.
Espero que ustedes me entiendan bien: hay engaño en una religiosidad “hacia dentro”. Las tareas laicas prioritarias están en sus realizaciones familiares, su trabajo, sus entretenciones, su vida social, la economía, la política… no están en torno al altar, al sacerdote, a las parroquias. Es en su vida en el mundo que los laicos tienen que dar lo mejor de sí mismos como testimonio de su fe en Dios. La evangelización es dar sentido cristiano a las tareas humanas. Tengan la idea clara que lo “religioso”( el catecismo, la liturgia, los sacramentos…) no tiene otro sentido que de apoyar la construcción del Reino de Dios en la historia humana.
En sus parroquias, movimientos y comunidades, es necesario abrir un dialogo perseverante entre laicos. Sin perderse en doctrinas prefabricadas, busquen entre laicos una autoformación grupal para reubicarse en las tareas terrestres, re-encuéntrense como cristianos en las problemáticas de este mundo. Cuando estarán en este camino comunitario, verán como se le puede dar contenido a la liturgia, los sacramentos y la (buena) organización eclesial. No se pierden en beatería, en devociones, en espiritualidades ficticias, dejen esto a las sectas.
Algo les diré también a ustedes los católicos marginales, a ustedes que quizás dejaron de creer. Para mí son también amigo(a)s porque son los que le pueden quitar a Dios todas las máscaras que le pusieron, son los que pueden exigir actualización a las creencias obsoletas.
Les contaré como yo he vuelto a ser católico. Después de hacer pasado por muchas cosas en mi vida, me di cuenta que yo había tenido suerte pero que existían en el mundo muchas miserias que constituían una tremenda injusticia. Lo que no me explicaba era mi compasión y el amor de tanta gente para buscar auxiliar las víctimas olvidadas. Pensé que si no existiera esta fuerza benévola para salvar este mundo, éste mundo se habría terminado. Por allí, volví a creer en Dios Padres de todos los hombres, en Jesucristo, Dios victima crucificado que nos ayuda a que un día no haya nunca más víctimas. Es bonito creerse amado de Dios pero es casi más bonito reconocer a Dios en quienes uno puede amar.
Si no puedes llegar a creer en Dios, sea humanista, sea pacifista, sea feminista, friend-gay, medioambientalista, socialista…sea más que tú mismo. Dios reconocerá los suyos.
Les agradezco de haberme leído, amigos. Que Dios nos respalde.
Paul Buchet