Diciembre 22, 2024

Carta a un@s amig@s Laic@s

 Carta  a  un@s amig@s  Laic@s

 Tú eres para mí una amiga o un amigo  muy apreciad@  porque compartamos  el mismo Dios Padre de Jesucristo y porque estamos en las mismas bancas de la Iglesia que pasa por un muy mal momento.

Quizás tú  eres  más joven  que yo, esto me motiva para saludarte a ti en primer lugar. Tú  corres la  misma carrera de postas del Reino de Dios. Nosotros los de las generaciones anteriores  tenemos que traspasarte el relevo de una Institución eclesial  problemática. Te veo seguir yendo a misa  a pesar de todo y por esto me atrevo a romper  este silencio  lleno de confusiones de nosotros los mayores. Te pido perdón por lo que nos corresponde de un pasado de dejaciones, de omisiones, de errores y de pecados en definitiva. Aun cuando muchos no lo reconocen somos, nosotros los de ayer,  los que no pudimos  echar estos demonios  que hicieron caer a  la Iglesia en una decadencia que se agravará en un futuro próximo. No solamente le pido a Dios perdón, le  pido también que te de fuerzas para hacerlo a futuro mejor que nosotros.

En las bancas de la Iglesia, estamos mayoría los viejos. Por esto quiero  compartir también contigo que eres de la  misma “tercera edad”. Juntos podríamos  contar de otros tiempos  más gloriosos de la Iglesia  pero  los acontecimientos  nos dejan afligidos y callados. Déjame romper este silencio con algunas reflexiones.

Tampoco quiero olvidarte   a ti que  dejaste un vacío en  las bancas de la iglesia. Tu no eres, para mi  ningún renegado, ningún mal católico. Te entiendo porque yo también dejé, en suspenso, por  un tiempo, toda  práctica religiosa, a veces hasta la fe se le desvanece a uno. Deseo decirte algunas palabras.

¿Por qué les escribo estas líneas?  Sencillamente porque  Dios por la magia de los médicos me está entregando un extra time  de vida  después de un accidente cerebral. Que sea Él que me lo pide o que sea yo quien necesita hacerlo para seguir coherente en mi fe…, serán las dos cosas que me impulsan hacerlo.

Antes  de hablarnos entre laicos, le haré una sola crítica al clero y a los jerarcas de la Iglesia. Les  reprocho seriamente de no manifestar suficiente arrepentimiento  por lo que les corresponde  de toda esta decadencia que tiene la Iglesia… Pero  hablemos de lo nuestro, de lo nuestro “laico”.

En primer lugar, hablando entre   los mayores podemos  recordar que  a la mitad del siglo pasado creíamos cambiar la Iglesia (el Concilio Vaticano II). ¿Se acuerdan lo que costó dar vuelta a los  altares o  bajar de los altares algunas imágenes sobrantes. ¿Se acuerdan de la catequesis familiar, de la creación de  comunidades  en las poblaciones y en los campos? …Después los cambios radicales y acelerados  del mundo moderno  dejaron en nada  los discretos cambios logrados y los conservadores que añoraban  el latín y el incienso opacaron  completamente  los débiles progresos, hasta fueron muy severos para reprimir cualquiera que no pensará en sus categorías o criticaba sus prácticas vetustas. Viendo su Iglesia quedarse en el pasado, muchos cristianos y sus hijos  empezaron a marginarse. Hoy día asistimos a una crisis espantosa y si no fuera por la elección de un Papa sorpresivamente abierto, ¿En qué estaríamos?… Últimamente, en esta crisis,  algunos católicos laicos  empezaron  a pensar de nuevo en cambios para la Iglesia, cambios  institucionales, también verdaderas conversiones para impedir que la Iglesia  se pierda poco a poco entre todas las sectas.

 Otra Iglesia es posible.  No podemos  jubilarnos en una  fe senil, la mayoría de nosotros tenemos más años de vida por adelante. La crisis de la  Iglesia nos desafía a salir  de nuestro mutismo y de nuestra pasividad. A pesar de tener una larga experiencia  de fe, tenemos difícil de  dar testimonio de lo vivido. En  las parroquias nos consideran para  llenar espacios, en  nuestras familias no querremos pasar por más viejos que estamos hablando del pasado, en nuestro vecindario, apenas nos saludamos, el tema religiosos es tan reservad y privado. Lo difícil es encontrar las  palabras y el estilo adecuado para abordar  temas religiosos. Nuestro catecismo y las predicas  de los curas  no nos ayudan  mucho. Sería conveniente de  encontrar  manera de ejercernos a hablar  libremente  de fe, unos talleres de autoformación, una actividad para  la tercera edad, una actividad  estratégica para cambiar la Iglesia.

Ahora, voy a decirles algo a ustedes que son más jóvenes. Es fantástico verlos,  cantando en el coro, leyendo una lectura de la misa, estar con su pareja, con su  niño corriendo entre las bancas. Pero  me asusta imaginarme  como estará  la Iglesia cuando  llegaran  a la edad  mía. He visto las iglesias vacías en Europa, es espantoso. Algunos dicen: “ esto ocurrirá en América Latina , porque la religiosidad popular es poderosa. Personalmente no lo creo. Las nuevas generaciones  no se ven necesitar de Dios para su vida, ven la religión como  un folklor privado para quien le gusta, la consideran un refugio para débiles…y si uno añade a esta mentalidad  post moderna  las corrupciones  de las instituciones religiosas que escandalizaron en estos últimos tiempos, esto angustia.

Las instituciones eclesiales  buscan reforzar las motivaciones de quienes participan todavía de ellas. Multiplican las instancias de ”formación” con  cursillos, retiros… con enseñanzas doctrinas y moral de púlpito, entregan a los laicos  funciones y ministerios litúrgicos, motivan para  participación financiera, caritativa … y sobretodo promueven espiritualidades y devociones antiguas para amenizar la fe.

Espero que ustedes me entiendan bien:  hay engaño  en una religiosidad  “hacia dentro”. Las  tareas laicas prioritarias están en sus realizaciones familiares, su trabajo, sus entretenciones, su vida social, la economía, la política… no están en torno al altar, al sacerdote, a las parroquias. Es en su vida en el mundo que los laicos  tienen que dar lo mejor de sí mismos  como testimonio de su fe en Dios. La evangelización es dar sentido cristiano a las tareas humanas. Tengan la idea clara que lo “religioso”( el catecismo, la liturgia, los sacramentos…) no tiene otro sentido que de apoyar  la construcción del Reino de Dios en la historia humana.

En sus parroquias, movimientos y comunidades, es necesario  abrir un dialogo perseverante entre laicos. Sin perderse en doctrinas prefabricadas, busquen entre laicos una autoformación grupal para reubicarse en las tareas terrestres, re-encuéntrense como cristianos en las problemáticas de este mundo. Cuando estarán en este camino comunitario, verán como se le puede dar contenido a  la liturgia, los sacramentos y la (buena) organización eclesial. No se pierden en beatería,  en devociones, en espiritualidades ficticias, dejen  esto a las sectas.

Algo les  diré  también a ustedes los católicos marginales,  a ustedes que quizás dejaron de creer. Para mí son también amigo(a)s porque son los que le pueden quitar a Dios todas las máscaras que le pusieron, son los que pueden exigir actualización a las creencias obsoletas.

Les contaré como yo he vuelto a ser católico. Después de hacer pasado por muchas cosas en mi vida, me di cuenta que yo había tenido suerte pero que existían en el mundo muchas miserias que constituían una tremenda injusticia. Lo que no me explicaba  era mi compasión y el amor de tanta gente para buscar auxiliar las víctimas olvidadas. Pensé que si no existiera esta fuerza benévola para salvar este mundo, éste mundo se habría terminado. Por allí, volví  a  creer en Dios Padres de todos los hombres, en Jesucristo, Dios victima crucificado que nos ayuda  a que un día no haya nunca más víctimas. Es bonito creerse amado de Dios pero es casi más bonito reconocer a Dios en quienes uno puede amar.

Si no puedes llegar a creer en Dios, sea humanista, sea pacifista, sea feminista, friend-gay, medioambientalista, socialista…sea más que tú mismo.  Dios reconocerá los suyos.

Les agradezco de haberme leído, amigos. Que Dios nos respalde.

Paul Buchet

 

 

 

Editor