La soledad del celibato no elegido
Ha llegado el momento, en la Iglesia, de reflexionar sobre el celibato no escogido, ya sea temporal o no.
Quien habla así es Dominique de Monléon Cabaret, en el libro “Dieu ne m´a pas oublié. Perspectives pour les célibataires” (Dios no me ha olvidado. Perspectivas para los solteros), Ediciones Saint-Paul, de momento únicamente disponible en francés.
Desde su propia experiencia, Dominique describe cómo se sienten muchas personas solteras que viven una situación no elegida y misteriosa porque no son llamadas a una vocación religiosa ni a renunciar al matrimonio, pero no han podido formar una familia. Personas generalmente incomprendidas y frecuentemente culpabilizadas (no hace todo lo que podría; no reza lo suficiente; tiene miedo al compromiso…) fuera y dentro de la Iglesia (cuántas veces escuchan: “deberías pensar en la vida consagrada si a tu edad no te has casado”; como si Dios llamara a una vocación cerrando las puertas a otras en lugar de atrayendo hacia un bien). Personas que sufren porque viven una soledad que pesa cada vez más con el paso de los años.
Incomprensión y soledad que pueden doler más en la Iglesia: no encajan en los grupos de jóvenes, ni en los de familias con hijos, ni en los de discernimiento vocacional…Y no son los únicos: pensemos en los viudos o quienes sufren cualquier otra forma de soledad. En algunos países hay ya una sensibilidad hacia su necesidad de acogida, afecto y oración y se proponen retiros, fines de semana, encuentros y momentos de oración para personas solas.
Con gran delicadeza, la autora aporta luz a esa soledad que puede llevar a una persona a la amargura y a encerrarse en sí misma. Y propone, reconociendo todas las dificultades de la situación (habla de la dureza de la soledad como pobreza; pero de los pobres de corazón es el Reino de los Cielos), abrir el corazón al Señor ofreciéndole los deseos, miedos, aspiraciones no satisfechas… que son un bálsamo de consuelo para El, que sufre en cada persona sola que ignora que Dios está a su lado.
Y pone de manifiesto la importancia del testimonio de quienes viven esta soltería no deseada desde la castidad que permite nacer auténticos vínculos de amistad; mostrando que, más allá del matrimonio o de una comunidad, el Esposo es el Señor; testimoniando la confianza en El, que está pendiente de cada persona y desea que seamos felices, aunque no podamos entender sus planes; recordando que toda vida tiene algo de inacabado y que la verdadera felicidad y vocación es dejarse llenar por Dios.
Una primera reflexión que puede ayudarnos a ver una soledad y sufrimiento que con frecuencia ignoramos. Y a partir de ahí, a hacer lo posible por acompañar y consolar a quien sufre.
María Alvarez de las Asturias