Denuncias contra obispos
La gravedad de la situación que vivimos como Iglesia afecta profundamente a todo el pueblo de Dios como lo ha reiterado el Papa Francisco en sus cartas a la Iglesia de Chile y a la misma Conferencia Episcopal. Al respecto, parece del todo necesario hacer públicas las denuncias canónicas contra obispos y cardenales, y tener protocolos claros y transparentes ante toda la Iglesia, de tal modo que el pueblo de Dios sepa en qué fechas han sido iniciados dichos procesos y cuándo se han cerrado.
Por ejemplo, en el caso de Valparaíso, existen denuncias contra monseñor Gonzalo Duarte desde el año 2008 en la Nunciatura Apostólica, y posteriormente se han agregado otras ante otras instancias. Hasta el momento, no hay respuesta alguna de la Congregación para los Obispos en la Santa Sede y menos de la Nunciatura en Chile. A lo anterior hay que sumar denuncias contra monseñor Santiago Silva por presunto encubrimiento, y hasta ahora no hay noticias sobre los procedimientos eventualmente iniciados por algún dicasterio de la Curia Romana.
Del mismo modo, se hace imprescindible que el pueblo católico conozca las razones de por qué se aceptan las renuncias, más aún si en algunos casos hay denuncias en contra de esos mismos obispos. En este contexto, recordamos unas recientes palabras del cardenal O’Malley, obispo de Boston y presidente de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores: “los católicos han perdido la paciencia con nosotros y la sociedad civil ha perdido la confianza en nosotros…”, y agrega: “hay acciones inmediatas que podemos y debemos tomar. El tiempo corre para todos los que estamos al frente de la Iglesia” (17 de agosto de 2018). Es decir, también para obispos y cardenales. No basta, entonces, aplicar las normas de encubrimientos dictadas contra ellos el año 2016 por el Papa Francisco. Hace falta una verdadera investigación penal transparente por los delitos denunciados, tal como se hace en el caso de religiosos, sacerdotes o diáconos.
P. Eugenio de la Fuente
Santiago de Chile