Pastores y Ovejas después de la visita del Papa
Al Papa Francisco le gustan las imágenes pastorales. Habla a los obispos pidiéndoles ser pastores con olor a ovejas. En su reunión con ellos en Santiago, les habría dicho: “En Chile algunos pastores no son signo de unidad sino de división, es un asunto pendiente que debe ser enfrentado con radicalidad evangélica”.
A mí personalmente no me gusta mucho eso de ser “oveja” pero esas imágenes de pastores y ovejas están presentes en toda la Biblia. Es de recordar la sangre del cordero pascual de la salida de la esclavitud de Egipto. La astuta alegoría del profeta Natán que contaba a David: el pobre y su única pequeña oveja que el rico robó para agasajar sus invitados. Le acusó al Rey de haberse apoderado de la mujer de su general después de mandarlo a morir en la guerra. En la Biblia, la imagen del pastor se refiere en definitiva siempre a Dios como lo prueba el salmo 23. Cantamos “El Señor es mi pastor… nada me faltar”. En el Nuevo testamento son pastores que van al pesebre a ver el niño Dios. En sus predicaciones Jesús utilizo estas imágenes en muchas parábolas: la búsqueda de “la oveja perdida”, los pastores mercenarios que descuidan las ovejas y que el lobo viene a diezmar. Hay también esta imponente imagen del Apocalipsis que describe a Cristo como el “Cordero como degollado que recibe el Poder, la riqueza, fuerza, el honor y la gloria y la alabanza”…
“Obispo” suena en realidad a alto funcionario de la institución eclesial, significa “vigilante o inspector” en latín. “Pastor” la denominación que prefiere Francisco es más bíblica y da la percepción de un guía, un protector, una cercanía para la feligresía. La denominación “Padre”, “Santo Padre”, es también una imagen que nos revela a la bondad de Dios mismo, por esto, Jesús pidió que se reservara la apelación de “padre” para el Padre “celestial”.
Las imágenes son significativas. Y cuando se habla de visita “pastoral”, cuando el Papa pide a los obispos ser “signo” de unidad, aclara que su rol no es de una figuración personal ( y menos institucional) sino una representación que congrega en la unidad a los católicos, no en torno a un individuo, repitamos, sino en torno al mismo Dios. Jesús desea reunir a todos los que creen en él en un solo rebaño y un solo Pastor. Entonces no son doctrinas sino una percepción vital que los cristianos tienen en la imagen del Papa (o de su obispo). Perciben a Jesucristo y en Él encuentran su propia identidad de hijos de Dios. No es una inteligencia racional sino existencial que motiva su fe.
Existen otras imágenes para el Papa y los obispos. El Papa es sumo “Pontífice”, los obispos son eminentemente “sacerdotes”. Esta imagen también muy bíblica tiene un sentido y un rol sacramental. Su rol religioso y ritual es de servir de canal de comunicación para la manifestación privilegiada del amor de Dios. El sacerdote es quien media, intercede, ofrece, agradece. Es la figura que preside las prácticas comunitarias de la cercanía de Dios. El pueblo cristiano popular entiende todo esto y por esto que muchos asistieron a las misas y encuentros con el Papa.
Pero la verdad es que algunos, decepcionados de la institución eclesial que se desfiguró no fueron a estos encuentros. Habrían querido encontrar en la imagen del Papa que lo visitaba el consuelo de una imagen menos coludida con los vicios del poder, del dinero y del sexo… Buscan imágenes de la cercanía de Dios de su comprensión por los problemas de nuestro mundo moderno, sus angustias y sus interrogantes. Muchos se quedaron con sentimientos encontrados. Hubo gastos incomprensibles, formalismo para las invitaciones selectivas, un ritualismo y una ambientación pomposa pero fría. La visita del papa Francisco fue una visita “express” que dio la impresión de una institución que pagó caro por un evento masivo pero que le falto corazón. Los mismos discursos del Papa no impactaron mayormente, quedaron cortos. Por ejemplo su llamado a la unidad no se abrió al ecumenismo cuando la dispersión cristiana en el país es un factor de divisiones sociales y étnicas. Jesús rogaba a su Padre: “Que sean uno para que el mundo crea…”.
En todo este contexto, lo más lamentable es la figuración morbosa del Obispo Juan Barros que es cuestionado en su diócesis. Su mala imagen opacó la imagen del Papa a todo lo largo de su visita. Los Medios de comunicaciones sociales buscaron discernir la intencionalidad de esta figuración y persecución insólita. Exasperado por las preguntas, el Papa quiso cortar el tema autoritariamente pero dejó la herida abierta. Por esto es necesario ahondar en el tema del caso Karadima. Aclaremos en primer lugar que lo más grave del caso, en el ámbito de la Iglesia, no es el problema de los derechos humanos que es un problema de justicia civil. El problema mayor es la perversión de la imagen de Dios mismo que este caso provocó. Los sacerdotes del grupo K. y sus ricos laicos colaboradores ampararon vicios personales pero lo peor es que traicionaron la imagen de Dios que decían servir. Por sus impulsos descontrolados dejaron unas ideas perversas de Dios, un Dios que se aviene de conductas aberrantes. Destruyeron a Dios para mucha gente.
Si uno quiere entender lo que puede pasar en la fe naciente de un joven que busca conocer a Dios y de repente se encuentra con la perversión de un acoso sexual y/o una incitación a la ambición de poder, no puede que trastornarse, arrancar o pervertirse. Es algo parecido a si le impusiera un padrastro vicioso, incestuoso, violento y dominante a un adolescente. Lo peor aquí es que Dios mismo esta desfigurado en esta imagen clerical corruptora. Cuando los cristianos se escandalizan de décadas de encumbramiento, cuando no logran explicación de lo injustificable, cuando no ven rectificaciones convincentes de parte de la Institución no les queda que exigir que se corte por lo sano. Para seguir creyendo en Dios necesitan signos paternales de Dios para confiar en la liberación del mal. Muchos católicos han abandonado su práctica dominical por no soportar los vicios o la doble vida que tiene el celebrante de la misa pero nadie pudo o se atrevió todavía a denunciar con pruebas condenatorias.
El Papa que exige una prueba que puede acusar a J. Barros se equivoca. Los cristianos de las bancas no son juez, tampoco Dios. Pero su reclamo es justo cuando exigen imágenes de Dios no desfigurada por ambigüedades, errores, malas decisiones, dignidades personales… el Obispo será signo de unidad no por cumplir ritos tradicionales, por doctrinas o teoría. El Obispo tiene que serlo por imagen apropiada.
No se sabe en qué lío estuvo Juan Barros con Karadima y su grupo pero para ser nexo entre Dios y los hombres un obispo no puede estar rodeado de fantasmas penando.
Los Obispos, incluyendo Cardenales, Nuncio… mantuvieron un perfil muy bajo en la visita del Papa. La pérdida de prestigio de la Iglesia en Chile es de su responsabilidad. Se desconoce los entretelones del ámbito episcopal en el país pero impresiona las tiranteces que se filtran, la existencia solapada de grupos de poder… Un síntoma claro de estos desordenes es el blindaje que algunos obispos proporcionaron a su colega Juan Barros.
¿Que orientación se dará a los próximos nombramientos? El secretismo de estas selecciones de candidatos y de esos nombramientos es un vicio de la estructura eclesial. La imposición de sacerdotes formateados en Roma y muchas veces arribistas, ignorantes de la diócesis de su destino continuará congregando unos cristianos “borregos·” pero paralizará la evangelización que necesita unos adultos emancipados para lograrse.
Las imágenes, las proyecciones simbólicas, los sentimientos, las percepciones intuitivas son importantísimas para acercar las personas a Jesucristo y descubrir en Él quien nos puede liberar de toda corrupción existente.
Chile se manifestó tal cuál es. Su secularización, y su desclericalización es una llamada de atención, una señal de los tiempos.
Paul Buchet – Temuco