Diciembre 22, 2024

No desvirtuar la bondad de Dios

 No desvirtuar la bondad de Dios

A  lo  largo  de  su  trayectoria  profética,  Jesús  insistió  una  y  otra  vez   en  comunicar  su  experiencia  de  Dios  como   “un misterio de bondad insondable”  que  rompe  todos  nuestros  cálculos.   Su  mensaje  es  tan revolucionario que,  después de veinte siglos,  hay  todavía  cristianos  que no se atreven a tomarlo en serio.

Para contagiar a todos su experiencia de ese Dios Bueno,  Jesús compara su actuación a la conducta sorprendente del señor de una viña.   Hasta cinco veces sale él mismo en persona a contratar jornaleros para su viña.   No parece preocuparle mucho su rendimiento en el trabajo.   Lo que quiere es que ningún jornalero se quede un día más sin trabajo.

Por eso mismo,  al final de la jornada,  no les paga ajustándose al trabajo realizado por cada grupo.  Aunque su trabajo ha sido muy desigual, a todos les da  “un denario”:  sencillamente,  lo que necesitaba cada día una familia campesina de Galilea para poder vivir.

Cuando el portavoz del  primer grupo  protesta  porque  ha  tratado  a  los últimos igual que a ellos, que han trabajado más que nadie,  el señor de la viña le responde con estas palabras admirables:   “¿Vas  a  tener  envidia porque yo soy bueno?”   ¿Me vas a impedir con tus cálculos mezquinos ser bueno con quienes necesitan su pan para cenar?

¿Qué está sugiriendo Jesús?   ¿Es  que  Dios  no  actúa  con  los  criterios  de justicia  e  igualdad que nosotros  manejamos?   ¿Será  verdad  que  Dios,  más  que  estar midiendo los méritos de  las  personas  como  lo  haríamos nosotros,  busca siempre responder desde su Bondad insondable a nuestra necesidad radical de salvación?

Confieso que siento una pena inmensa cuando me encuentro con personas buenas que  se  imaginan  a Dios  dedicado  a  anotar  cuidadosamente  los pecados  y  los  méritos de los humanos,  para retribuir un día exactamente a cada uno según su merecido.   ¿Es posible imaginar un ser más inhumano que  alguien  entregado  a  esto  desde  toda  la  eternidad?

Creer  en  un Dios,  Amigo  incondicional,  puede  ser  la  experiencia  más liberadora que se pueda imaginar,  la fuerza más vigorosa para vivir y para morir.   Por el contrario,  vivir ante un Dios justiciero y amenazador puede convertirse en la neurosis más peligrosa y destructora de la persona.

Hemos de aprender a no confundir a Dios con nuestros esquemas estrechos y mezquinos. No hemos de desvirtuar su Bondad insondable mezclando los rasgos auténticos que provienen de Jesús con trazos de un Dios justiciero tomados del Antiguo Testamento.   Ante el Dios Bueno revelado en Jesús,  lo único que cabe es la confianza.

José Antonio Pagola

Grupos de Jesús

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