Crisis del SENAME
Una Necesaria Reflexión para Solucionar la Brutal Crisis de la Infancia en Chile.
Han muerto 1.313 niños y niñas en situaciones dramáticas en la última década dentro del SENAME, y se ha cuestionado únicamente a Javiera Blanco como si fuera la única responsable de esta tragedia. Es muy fácil culpar una figura pública para limpiar las manos negras, muchos políticos de la derecha se han lavado las manos de su responsabilidad ante el asunto, al igual que en la Concertación se han quedado callados por haber sido cómplices silenciosos de esta crisis. La verdadera razón de la crisis que sufren los niños en Chile, no solo del SENAME, sino de todas las poblaciones; es que no existe una sociedad que vele por su buen vivir y desarrollo óptimo en términos psicosexuales y psicosociales, son presas del mercado como cualquier cosa hoy en día, y como son pobres no llaman la atención, son invisibilizados, no así Javiera Blanco, no así los intereses electorales tras las críticas y defensas del duopolio que gobierna Chile desde el retorno a la democracia.
El nacimiento de la grave crisis que se destapa hoy en el Servicio Nacional de Menores (SENAME) en Chile, está directamente vinculada al modelo económico instaurado en la década de 1980, que propende a tensionar en forma permanente el gasto social fiscal por el mecanismo del ajuste que impacta regresivamente al gasto (o inversión) en infancia y en niñez.
Al permitir las lógicas subsidiarias la fiscalización del Estado disminuyeron provocando una carencia de transparencia pública y equidad en el trato a la niñez. Mientras al no existir una planificación desarrollista de profesionales y técnicos, sumado al clientelismo y pitutos existentes dentro del SENAME, se ha producido una carencia en la formación y protección de menores. No existe un enfoque de cuidado a la infancia, mucho menos una educación liberadora que de herramientas críticas a los más desposeídos y frágiles niños.
La economía neoliberal y sus efectos en la sociedad; la apertura del mercado sin límites, la subsidiaridad del Estado, la carencia de órganos interlocutores en el cuidado y formación crítica de los menores, son los reales causantes de la crisis de la infancia en Chile, ahora destapada a través de la crisis del SENAME. Se está sembrando en tierra árida y abonando con azufre el campo de la infancia de todas y todos los niños.
Por ello es que se requiere: que el Estado debe tomar la iniciativa y hacerse cargo, desplazando la iniciativa privada, la vida de los niños pobres no puede ser un daño colateral de los interés económicos del empresariado; que un organismo de la Sociedad Civil regule las carreras universitarias según una planificación desarrollista ligada a las necesidades del país, para formar profesionales con mayor preocupación por el perfil y especialización en el área de protección y acompañamiento; que se destinen más recursos a la capacitación y formación de profesionales que trabajen en el SENAME; que se desarrolle un proceso de acompañamiento integral que vele por una buena educación sexual y reinserción en la sociedad como un sujeto integral; que se plantee y desarrolle de una alfabetización liberadora que forme ciudadanos críticos y maximalistas, no solo dentro del SENAME, sino, en todas las instituciones educativas, en palabras de Paulo Freire: “A leitura do mundo precede a leitura da palabra” (La lectura del mundo precede a la lectura de la palabra), así un SENAME a futuro tal vez ni sea necesario.
Si deseamos acabar con esta crisis, y con todas las crisis que pasan los niños y jóvenes en Chile, requerimos comprender que el sistema capitalista en su versión neoliberal es el problema. De eso depende el destino de miles de niños más, pues por ellos es que debemos acabar esto de raíz, que nunca más se invisibilicen a los niños pobres, que no hayan más niños pobres.
Debemos romper con esta ridícula vorágine del Mercado que se come todo. Reemplazándolo con una economía social basada en el buen vivir de todas y todos los trabajadores. La economía debe regirse por los límites y alcances de la libertad positiva: la autorrealización completa de todas las personas en la sociedad, con sus exigencias respectivas; una educación liberadora, una economía en servicio del trabajador y controlada por estos, una sociedad que tenga responsabilidades de protección y de todas las herramientas a los ciudadanos desde pequeños, una sociedad de derechos que proteja la infancia, etc. Solo con un cambio estructural de estas magnitudes veremos una solución final a esta crisis.
Alonso Ignacio Salinas Garcia
Alumno 4° Medio del Colegio San Ignacio del Bosque – Santiago de Chile.
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