El sucesor del español Adolfo Nicolás, como superior general de la Compañía de Jesús, podría llegar del sur del mundo…
E n medio de gran expectativa, porque por primera vez en la historia hay un papa jesuita, el viernes próximo será elegido el nuevo “papa negro”, como se le dice al superior general de los jesuitas por su hábito negro y porque su elección es ad vitam -de por vida-, como la del sucesor de Pedro.
El virtual “Cónclave” jesuita comenzó el 2 de octubre pasado con una misa solemne en la Chiesa del Gesù, en el centro de esta capital, donde se encuentran los restos de San Ignacio de Loyola (1491-1556). Entonces se abrió la 36 Congregación General de la Compañía de Jesús, en la que 212 delegados de todo el mundo no sólo eligen a su nuevo líder, sino también discuten el rumbo que debe tomar la orden religiosa más intelectual y numerosa del mundo.
De 66 países, los delegados jesuitas deben elegir al sucesor del español Adolfo Nicolás. El padre Nicolás estuvo al frente de la orden desde 2008 y, como su antecesor, el holandés Peter-Hans Kolvenbach, presentó su renuncia a un cargo, en verdad vitalicio, al cumplir 80 años, en abril pasado. Después del caso de Pedro Arrupe (1907-1991), que renunció en 1981, tras un derrame cerebral que lo dejó incapacitado, es la tercera vez que un superior deja su puesto antes de la muerte.
Para elegir al sucesor de Nicolás, los 212 delgados llegados a Roma -entre ellos el argentino Luis Rafael Velasco-, no se encerraron cum clave (“bajo llave”), como sucede cuando los cardenales eligen a un pontífice, en la Capilla Sixtina.
Sin tanto secretismo, pero con mucha discreción, el 3 de octubre comenzaron a tener diversas reuniones en una gran sala de la curia general de la Compañía de Jesús, un edificio inmenso y austero, en el número 4 del Borgo Santo Spirito, a cien metros del Vaticano. En las reuniones, cada delegado tuvo entre sus manos una carpeta con el nombre y la biografía de los demás participantes.
El lunes pasado, los 212 electores comenzaron la denominada “murmuratio”, una práctica antigua y una etapa clave del proceso de elección. “La «murmuratio» consiste en cuatro días de reflexión y recopilación de información, cara a cara, de dos en dos. A cada elector se le permite preguntar a cualquier otro información sobre otros miembros de la Compañía que podrían ser aptos para el rol de general”, explicó el padre Patrick Mulemi, de Zambia, encargado de prensa de los jesuitas. “Este mecanismo elimina el peligro de crear lobby”.
Ningún jesuita puede presentar a alguien que le gustaría que fuera su líder, y menos que menos, a sí mismo.
La práctica de la “murmuratio” fue creada por San Ignacio , que junto a sus compañeros fundó la Compañía de Jesús en 1540. En la constitución de los jesuitas, San Ignacio le encargó a sus hombres el uso de un período de cuatro días para “buscar iluminación de parte de aquellos capaces de dar buena información” sobre “quien, en la Compañía, podría ser el más apto” para el cargo.
Los cuatro días de “murmuratio” culminarán el viernes con la elección del nuevo superior general, que será el número 31° de la Compañía en sus 476 años de historia. En una sesión formal, primero habrá una exhortación, luego una oración y después los delegados se levantarán uno por uno para jurar solemnemente con la Biblia y el crucifijo que elegirán al mejor.
Acto seguido, tras una votación electrónica según una lista de nombres con sus respectivos números, en la que deberá obtenerse el 50% más uno de los votos (107 votos), será elegido el nuevo “papa negro”, que no podrá rechazar la designación. Además, ninguno de los delegados saldrá del aula hasta que el Papa haya sido informado.
Los entendidos creen que, como el primer papa jesuita de la historia, el nuevo líder de la compañía podría llegar del sur del mundo.
Elisabetta Piqué – ROMA
La Nación de Buenos Aires – Reflexión y Liberación