Marzo 9, 2025

Sobre la geopolítica del Papa Francisco

 Sobre la geopolítica del Papa Francisco

Durante su estadía en el Hospital Gemelli el rol del Papa Francisco en el ámbito de la Diplomacia mundial adquiere un significado simbólico. Se viven tiempos de máxima incertidumbre geopolítica, de guerras y confusión moral. Además, con el factor Trump y Milei, JM Bergoglio y su Secretaría de Estado están fuera del gran debate mientras el Vaticano discute el próximo Cónclave.

Manlio Graziano de la Universidad de Turín y analista geopolítico en Sciences la Sorbona. En su calidad de experto nos entrega su análisis sobre la geopolítica del Papa y la diplomacia del Vaticano:

La Iglesia es una potencia mundial, quienquiera que la dirija. Es una potencia mundial porque tiene una experiencia acumulada incomparable con cualquier otro tipo de institución, de organización.  Tiene además unas raíces singulares, con toda una red de parroquias repartidas por todo el mundo y es precisamente esta extensión global la que la caracteriza y por tanto esto también le da la posibilidad de tener una gran influencia política.

Sin embargo, la Iglesia de Bergoglio es ciertamente menos poderosa que la de Juan Pablo II y Benedicto XVI por dos razones: primero porque los tiempos han cambiado y segundo porque el Papa ha cambiado.  La tradición, incluso reciente, de Wojtyla, de Ratzinger pero también de Pablo VI era que la Iglesia tenía que ir contra corriente, en una sociedad secularizada sólo se puede hacer política yendo contra corriente, ofreciendo una perspectiva no sólo diferente sino distintiva, única, que pueda decir elijo esta porque dice las cosas de manera diferente a todas las demás.

La idea que también explicó Benedicto XVI con mucho detalle es que la Iglesia debe ser polémica, debe escandalizar, mientras que a Bergoglio por lo que tengo entendido le gusta complacer, muchas posiciones que se toman son que van con los tiempos, mientras que la Iglesia debe ir contra el tiempo.

Hay una continuidad en su pontificado que es la de la campaña de la natalidad, es una campaña que nace con Pablo VI sustancialmente, una campaña antimaltusiana que él hizo muy sensacionalista con su invectiva contra la contracepción pero que además de la cuestión de la contracepción se basaba en una batalla contra el divorcio, contra el aborto, contra la homosexualidad, todo lo que pudiera ser un obstáculo para el desarrollo de la especie, porque la Iglesia fue la primera en darse cuenta que había una crisis demográfica a la vista y por eso tomó sus contramedidas e hizo campañas contracorriente sobre esto.

En estas circunstancias, Bergoglio está en la línea de la continuidad porque si bien no lucha sobre principios incontestables, ha desplazado el foco hacia la inmigración, porque se ha dado cuenta de que las campañas sobre el aborto no sirven para aumentar los nacimientos y si bien hoy también hay que afrontar el problema de la demografía gracias a la inmigración, por eso ha elegido este tema en continuidad.

No sólo ha cambiado el Papa, sino que también han cambiado los tiempos: en la época de Wojtyla en particular, pero también antes, la Iglesia y la religión en general ofrecían certezas de estabilidad.  Hoy ya no bastan porque la crisis es tan fuerte que ni siquiera la Iglesia basta ya, entre otras cosas esto ha hecho que la misma Iglesia se haya encontrado en dificultades porque muchos de sus sectores han preferido elegir las soluciones más fáciles que son las del populismo.

Obrservemos con detención que durante dos elecciones consecutivas la mayoría de los católicos norteamericanon votaron decididamente por Donald Trump, en contra de indicaciones directas e indirectas del Papa y una minoría de ese Episcopado. Este es un problema más del desorden global que sin duda los sucesores de Bergoglio tendrán que afrontar eficientemente.

Redacción de Revista ‘Reflexión y Liberación’

Madrid – Roma – Santiago

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