Febrero 21, 2025

Teilhard de Chardin y el Amor

 Teilhard de Chardin y el Amor

Cuando un hombre ama a una mujer, imagina en ese momento que su amor se dirige sólo a un individuo como él, para estar rodeado de su poder y asociarse libremente con él’. (Vida Cósmica /pag. 321).

Lo Femenino, o lo unitivo, es la expresión con la que Teilhard de Chardin titula el último capítulo de su obra ‘El corazón de la materia’. Ésta es de hecho la fórmula más incisiva y eficaz para definir el resultado de sus reflexiones sobre el elemento femenino. En esencia, en la confusión actual que exige con fuerza abordar cada vez más investigaciones sobre la realidad femenina, y sobre todo sobre la relación entre las dos energías masculina y femenina.

El pensamiento de Teilhard tiene como paradigma ineludible el fenómeno de la evolución que se produce donde aparecen sucesivamente seres cada vez más complejos, gracias a un movimiento que Teilhard define a menudo como un camino ‘de lo múltiple a lo uno’.

A partir de un comienzo llamado convencionalmente big bang, un proceso de síntesis nos empuja a cruzar el umbral de la vida, el del nacimiento del pensamiento, hasta el establecimiento de la noosfera, una nueva realidad, a la vez material y espiritual y que muy probablemente nos llevará aún más lejos.

En este mecanismo de crecimiento, ¿qué papel particular desempeña el elemento femenino, al que Teilhard dedicó numerosas reflexiones y ensayos interesantes en su contenido y fascinantes en su forma? Recordamos en particular el ensayo titulado L’Eternel Feminin, que puede contarse entre los poemas más bellos del siglo XX dedicados a este tema. ¿Qué impulsó a Teilhard a abordar tan profundamente el tema de la feminidad?

Tengamos presente que Teilhard de Chardin, científico de formación y de profesión, siempre estuvo en la ‘búsqueda de sentido’ que le conducirá a una grandiosa ‘visión cósmica unitaria’ parte siempre de la investigación de la realidad circundante, es decir, del fenómeno, para luego continuar la reflexión sobre el plano interior. Dos caras, la de la experiencia y la del descenso al ‘interior de sí mismo’, como a veces lo define, característica de su manera de proceder, pero definida por él como indispensable, necesidad vital del ser pensante que quiere, más aún, debe, so pena de su fracaso evolutivo, construirse ulteriormente en un plano de conciencia cada vez más elevado. Con esta actitud intenta esclarecer el ‘lugar de la mujer en la naturaleza’.

Inspirado por las sugerencias extraídas de la ciencia, Teilhard intuye cómo en la escala de los seres que evolucionan y ascienden hacia el espíritu, actúa una fuerza que, habiendo alcanzado el nivel del ser reflejado, que es el hombre, se revela como ‘amor’. Aquí está el punto de encuentro entre la dignidad que Teilhard atribuye a lo femenino y la energía cósmica evolutiva: la mujer, revelando el amor al hombre, lo pone en sintonía con la energía del Universo. Esta energía se define también como lo Esencial femenino, es decir, ese quid de concentración y condensación ‘sin el cual los seres volverían a la nada del Múltiple puro y a través del cual se unen en síntesis cada vez más vastas y complejas’.

El Eterno Femenino continúa: ‘Comencé a revelarme con la apariencia de la vida. Pero el hombre fue el primero en reconocerme por la perturbación que mi presencia le causaba’.Teilhard de Chardin intentó desvelar la racionalidad de la fe a partir de la reflexión sobre de lo que nos dice la ciencia. La unidad de su pensamiento está en la convergencia entre ciencia y fe. Él tiene la convicción profunda de que la ciencia   permite comprender mejor el fenómeno cristiano y que la fe cristiana permite extraer el enigma de una materia que se nos muestra como una estructura dinámica creada. En este sentido Teilhard sigue siendo una fuente de inspiración tanto para el diálogo entre la ciencia y la fe, como para para la filosofía y la teología.

Associazione Italiana Teilhard de Chardin

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