Febrero 1, 2025

Fin al ambiguo ‘Proceso a Becciu’

 Fin al ambiguo ‘Proceso a Becciu’

El cardenal Angelo Becciu, denuncian sus amigos, está sometido a una serie de medidas judiciales que no salvaguardan sus derechos. Además, desde el punto de vista mediático no está claro si el que está siendo juzgado es Becciu o el Papa y la Santa Sede.

Pero, desde el punto de vista del profano, en primer lugar está la cuestión de las medidas judiciales. Becciu es cardenal y como tal es juzgado por un tribunal de la Santa Sede. Si él o sus amigos se oponen al tipo de proceso en curso, tienen una elección muy simple: o bien apoyar la causa de una reforma de la justicia vaticana explicando lo que no funciona y cómo debería cambiarse, o pedirle a Becciu que lo haga. renunciar al sombrero cardenalicio.

Pero juzgar la justicia vaticana basándose en otro sistema judicial, por ejemplo el italiano, como parece estar sucediendo, es incongruente. Es como juzgar el sistema francés por el inglés, o el alemán por el japonés. O bien se solicita una reforma integral del sistema o bien se traslada la cosa juzgada a otra jurisdicción.

Por ejemplo, en Italia hay tres niveles ordinarios de juicio que pueden convertirse en seis. En Estados Unidos, en esencia, hay uno que en casos excepcionales pasa a un segundo y sólo en casos extremos llega a un tercero. Juzgar un proceso italiano basándose en la justicia estadounidense o viceversa es incongruente, no tiene nada que ver. Es como juzgar una manzana por una naranja o viceversa.

Nos puede gustar la manzana o la naranja, incluso podemos mezclar sus jugos pero las dos frutas siguen siendo diferentes. Por lo general, el acusado no tiene la posibilidad de elegir la jurisdicción a la que someterse: si la acusación llega a Italia, la sentencia se dicta según las leyes italianas. En el caso de un cardenal, sin embargo, existe la posibilidad de renunciar al cardenalato y, en este caso, de no ser considerado responsable en absoluto.

La Santa Sede debería presentar claramente al propio Becciu la alternativa de elegir.

Es comprensible que la causa de Becciu tenga todo que ganar si permanece en la ambigüedad actual. Puede ser condenado, pero él o alguien en su nombre puede alegar que la condena fue injustamente dictada.

Esto coloca al Papa y a la Santa Sede en su conjunto bajo un juicio oblicuo y poco transparente, de manera que el Papa siempre pierde.

Es necesario un espacio para un juicio claro y transparente. Quizás el Papa se equivoca, quizás la Santa Sede se equivoca, pero esto hay que juzgarlo con claridad, no de manera oblicua. El Papa y la Santa Sede, como por su parte Becciu, pueden y deben tener la posibilidad de ser absueltos de sus pecados. Hoy en día, en este ‘desastre’ es imposible.

Y luego la jungla. El Vaticano es una jungla, formada por muchos demasiado buenos para pensar mal de los demás y otros dispuestos a aprovechar el bien para engaños que son imposibles en el mundo exterior de la desconfianza. En el medio, pocos logran mantener el equilibrio. Y todo está mezclado entre las personas y quizás incluso en la misma persona. No es un mundo de gente pura y santa. No es el paraíso en la tierra. Está formada por personas más protegidas, porque viven en comunidades muy autorreferenciales, pero precisamente por eso también están expuestas a más distorsiones del mundo exterior que chocan con ellas como personas y como comunidad.

Becciu está en el corazón de este sistema típico de muchas organizaciones religiosas; -ambiguo y enfermo- pero también muy vivo y lleno de bondad y santidad desde hace años. ¿Actuó de buena o de mala fe? Para la Iglesia, este es un juicio que corresponde a Dios. Y, muchos en el mundo quisieran que todos estuvieran en el cielo, incluso el mismo diablo.

Así que la cuestión real es que el daño del caso Becciu es limitado. Se podría temer que Becciu, traicionado y despojado de su capelo rojo, estuviera hablando de un infierno verdadero o plausible, aunque quizá del todo falso, dentro de los muros leoninos. Cualquier elección es difícil, pero quizás al menos sea necesario aclarar las opciones jurídicas que están sobre la mesa, para poder gestionar mejor las manipulaciones.

Francesco Sisci – Roma

Editor