Servir para ganar / Marcos Buvinic
Comprender el mundo en que vivimos es una empresa difícil y, a veces, agotadora.
Cada día enfrentamos muchas situaciones complejas y contradictorias, y vivimos sometidos a un descomunal bombardeo de informaciones que, racionalmente, es casi imposible de digerir; estamos sometidos a una sobredosis de información que, también, nos satura emocionalmente, nos aturde, nos confunde, y va modelando la manera de pensar, de sentir, de valorar y de actuar de muchas personas. Así, sin darnos cuenta, podemos vivir en dos planos: por un lado, el plano de lo que pensamos que somos y, por otro lado, el plano de lo que realmente somos, lo que realmente pensamos y lo que realmente creemos.
Además, mucha de esa información es, al final, desinformación que nos lleva a recorrer caminos distintos de lo que creemos que pensamos y de lo que pensamos que creemos. Así, muchas personas quedan en manos de quienes, manejando hábilmente algunas imágenes, o algunas representaciones o interpretaciones de la realidad, los llevan a vivir anestesiados en una cultura de la evasión y de cada uno en su metro cuadrado.
Y, la guinda de esta torta de complicados bizcochos: hay quienes piensan que la llamada “inteligencia artificial” va a ayudarnos a ordenar este revoltijo. Puede ser, pero está por verse si es un medio que nos ayuda a comprender mejor nuestra realidad y, por tanto, nos puede ayudar a vivir mejor, o si se volverá en otro instrumento de la cultura de evasión creando mundos ficticios.
Pero, ¿por qué esto de comprender nuestro mundo es importante para intentar solucionar nuestros problemas y vivir mejor? Precisamente porque todos los problemas, conflictos, dolores y dramas humanos son tan reales como los niños que han sido asesinados por “balas locas” en distintos barrios de Santiago, tan reales como la historia de don Luis que falleció mientras llevaba dos años esperando una cirugía, tan reales como la vida de Gonzalo que se hizo pedazos por el consumo de drogas, o tan reales como los miles de muertos en cualquiera de los 55 conflictos bélicos que hay actualmente en el mundo. A pesar de todos sus intentos, la cultura de la evasión y de cada uno en su metro cuadrado no logra evitar que, más temprano que tarde, cada persona se enfrente a sus propios dramas reales, y si ha vivido anestesiada, todo será mucho más difícil y doloroso.
Quisiera proponer un ejemplo de cómo funciona esa cultura de la evasión y de cada uno en su metro cuadrado que, con imágenes y efectivos mensajes subliminales, anestesia las conciencias y hace que muchos piensen, sientan y crean de un modo muy distinto al que piensan, sienten y creen que es real.
¿Han visto ustedes, estimados lectores, un horrendo programa de televisión llamado ¿“Ganar o servir”? Si no lo han visto, no es necesario que lo vean para confirmar lo que anuncia su vergonzoso nombre: que el servicio es de los perdedores. Tal cual, y ahí, en el título ya está todo su mensaje.
¿Cuáles son los valores que se están promoviendo cuando se dice “ganar o servir” y se señala que el servicio es propio de perdedores? Para no prejuzgar de la maldad o de la estupidez de nadie, quiero pensar que quienes lo ven, supuestamente entretenidos, y se evaden escarbando en vidas ajenas, no son plenamente conscientes de lo que el programa les está vendiendo
Imagino que quienes ven esos programas no quieren ser perdedores, y por tanto van asumiendo que lo que cuenta es ganar, como sea, y aplastando a los demás de cualquier forma. ¿Cree usted que los niños y jóvenes que ven esos programas descubrirán que el servicio es un valor que engrandece a las personas?, ¿cree usted que los adultos que se entretienen con ese tipo de programas siguen pensando -de verdad- que el servicio es un valor y que la solidaridad con los que están a la orilla del camino de la vida es la que hace grande a una persona?
Entonces, con esta “entretenida” distorsión valórica que se va apoderando de la mente y del corazón de muchos, ¿con qué derecho nos quejamos después que se van perdiendo los valores que han animado la cultura de nuestro pueblo?; ¿entre los diversos candidatos para las próximas elecciones, habrá algunos que -de verdad- quieran ser servidores?
Por último, para los cristianos, está distorsión valórica toca directamente a nuestra fe en el Señor Jesús, el cual se presenta a todos “como el que sirve”, y nos dice: “”si alguno quiere ser el primero, que se haga al último y el servidor de todos”. Así de incompatible es el camino del Evangelio con la cultura de la evasión y de cada uno en su metro cuadrado.
Marcos Buvinic – Punta Arenas
La Prensa Austral – Reflexión y Liberación