‘Compartamos nuestro pan, multipliquemos el amor’
El Papa Francisco celebró la Santa Misa con ocasión de la Jornada Mundial de los Pobres y nos hace reflexionar sobre nuestra conducta: “podemos multiplicar lo que hemos recibido, haciendo de nuestra vida una ofrenda de amor para los demás, o podemos vivir bloqueados, pensando sólo en nosotros mismos, sin comprometernos”.
En el día en el que se celebra la Jornada Mundial de los Pobres, el Papa Francisco ha presidido la Santa Misa desde la Basílica de San Pedro centrando su homilía en el evangelio hodierno, en el que el evangelista San Mateo nos presenta “la parábola de los talentos”. Dicha parábola nos habla de tres hombres que se encuentran con una enorme riqueza entre las manos, gracias a la generosidad de su señor que parte para un largo viaje. Ese patrón, sin embargo, un día volverá y llamará de nuevo a aquellos siervos, con la esperanza de poder gozar con ellos, por la forma en que, durante ese tiempo, hicieron fructificar sus bienes. Esta parábola “nos invita a detenernos en dos itinerarios: el viaje de Jesús y el viaje de nuestra vida” ha dicho el Papa Francisco.
“La parábola de los talentos nos sirve de advertencia para verificar con qué espíritu estamos afrontando el viaje de la vida – dice el Papa – pues hemos recibido del Señor el don de su amor y estamos llamados a ser don para los demás”. “Colmados de dones, estamos llamados a hacernos don” puntualiza, y explica que, las imágenes usadas por la parábola son muy elocuentes: “Si no multiplicamos el amor alrededor nuestro, la vida se apaga en las tinieblas; si no ponemos a circular los talentos recibidos, la existencia acaba bajo tierra, es decir, es como si estuviésemos ya muertos”. “¡Cuántos cristianos enterrados! ¡Cuántos cristianos viven la fe como bajo tierra!” exclama.
Al final de su homilía, el Papa Francisco pide pensar en tantas pobrezas materiales, culturales y espirituales de nuestro mundo, en las existencias heridas que habitan en nuestras ciudades, en los pobres que se han convertido en invisibles, cuyo grito de dolor es sofocado por la indiferencia general de una sociedad muy ocupada y distraída. “Cuando pensamos en la pobreza, no debemos olvidar el pudor: la pobreza es recatada, se esconde. Debemos ir a buscarla, con valentía”.
Por último, pide pensar en “cuántos están oprimidos, cansados, marginados, en las víctimas de las guerras y en aquellos que dejan su tierra arriesgando la vida, en aquellos que están sin pan, sin trabajo y sin esperanza”. “Tantas pobrezas cotidianas. Y no son uno, dos o tres: son una multitud. Los pobres son una multitud” puntualiza. Y pensando en esta inmensa multitud de pobres, el mensaje del Evangelio es claro, ha concluido: “¡no enterremos los bienes del Señor! Hagamos que circule la caridad, compartamos nuestro pan, multipliquemos el amor.
La pobreza es un escándalo”. Además, exhorta a rezar “para que cada uno de nosotros, según el don recibido y la misión que le ha sido confiada, se comprometa a “hacer fructificar la caridad” y a hacerse cercano a algún pobre”.
Mireia Bonilla – Ciudad del Vaticano
Vatican News – Reflexión y Liberación