¿Estaban ordenadas las Diaconisas?
Existe una amplísima documentación sobre las diaconisas durante los primeros siglos de la Iglesia.
Nadie puede, en buena fe, cuestionar que existieron; la duda está –como mencionó el Papa Francisco– en si estaban ordenadas, si realizaban todas las competencias del diaconado masculino y si se las consideraba miembros del clero al igual que los diáconos varones. Esta es una cuestión complicada, porque durante los primeros siglos, la teología sacramental no estaba aun totalmente desarrollada y la cuestión de la ordenación no se planteaba con la precisión que se ganó en siglos posteriores.
Existe un texto en el que se habla de la ordenación de mujeres diaconisas mediante la imposición de manos, invocación del Espíritu Santo y celebración solemne presidida por el obispo en presencia del presbiterio, elementos propios del sacramento del Orden: las Constituciones Apostólicas. Las Constituciones Apostólicas es un libro, compuesto probablemente en Siria, que transmite supuestas instrucciones de los doce apóstoles. Estas enseñanzas en realidad no proceden de los apóstoles, sino que reflejan prácticas eclesiásticas de la época en la que se compuso el libro, el siglo IV. En él, podemos leer: “Acerca de las diaconisas Bartolomé ordena: Obispo, imponle las manos, estén presentes contigo el presbiterio, los diáconos y las diaconisas, y di: ‘Dios eterno, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Creador del hombre y de la mujer, que llenaste de espíritu a Miriam, a Débora, a Ana, y a Juldá, que no has considerado una indignidad que tu Hijo unigénito naciera de una mujer, que en la Tienda del Testimonio y en el Templo ordenaste guardianas de tus santas puertas, ahora también dirige tu mirada sobre esta sierva propuesta para el diaconado, dale el Espíritu Santo, purifícala de toda mancha de la carne y del espíritu, para que realice con dignidad la obra que le es confiada para gloria tuya y alabanza de Cristo. Por medio de Él, a ti gloria y adoración en el Espíritu Santo por los siglos. Amén’” (VIII, 19-20).
Los más críticos con la ordenación diaconal de las mujeres afirman que no hay pruebas irrefutables, que demuestren más allá de toda duda que las diaconisas de la Iglesia Antigua estaban ordenadas en el sentido sacramental. Phyllis Zagano, profesora de la Universidad Hofstra (Nueva York), una mujer que ha dedicado su vida a investigar sobre el diaconado femenino y que ha sido elegida miembro de la Comisión de Estudio convocada por el Papa, ha escrito que: “Existen argumentos más fuertes de la Escritura, historia, tradición y teología de que las mujeres pueden ser ordenadas diáconos de que las mujeres no pueden ser ordenadas diáconos”. Esta autora defiende la tesis de que: “La restauración del diaconado femenino es necesaria para la continuidad de la vida apostólica y el ministerio de la Iglesia Católica Romana”.
Alberto de Mingo / Redentorista y profesor de Teología Bíblica
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