‘El abuso de los niños es un mal’
En nuestro trabajo religioso, nos encontramos con muchas situaciones en las que los niños son abusados, descuidados, maltratados y no deseados.
Estamos asistiendo al fenómeno de los niños soldados; tráfico de menores; el abuso sexual de menores; al maltrato físico y emocional de menores. Su grito de ayuda nos desafía. Como adultos, como cristianos y como religiosos, queremos comprometernos para que sus vidas puedan cambiar y las situaciones en las que crecen puedan mejorar.
El tema común en todos estos problemas es la vulnerabilidad. Los niños son los más vulnerables en nuestras sociedades. Los niños pobres, discapacitados o indigentes, o que viven en los márgenes, pertenecientes a clases sociales o castas más bajas, pueden tener una vulnerabilidad particular. Son considerados objetos, para ser usados y abusados.
Inclinamos la cabeza con vergüenza cuando nos damos cuenta de que tales abusos han ocurrido en nuestras Congregaciones y Órdenes y en nuestra Iglesia. Hemos aprendido que los abusadores ocultan deliberadamente sus acciones y son manipuladores. Por definición, estos abusos son difíciles de detectar. Nuestra vergüenza es aún mayor porque no nos dimos cuenta de lo que estaba pasando. Cuando miramos las Provincias y Regiones en nuestras Órdenes y Congregaciones alrededor del mundo, reconocemos que la respuesta de aquellos en autoridad no ha sido como debería haber sido. O no reconocieron las señales de advertencia o no las tomaron en serio.
Necesitamos una cultura diferente en la Iglesia y en nuestra sociedad en general. Necesitamos una cultura donde se valore a los niños y se promueva su protección.
– Educación y salud : a través de las escuelas y hospitales que muchos de nosotros administramos, podemos marcar la diferencia. Estas instituciones ahora tienen una mayor conciencia sobre el problema del abuso y ya cuentan con mejores protocolos y estándares más altos de protección. Los niños en estos lugares están más seguros que nunca. A veces, aunque no siempre, nuestras prácticas pueden ser un ejemplo para los demás.
– Capacitación : Integraremos la protección de menores y adultos vulnerables en nuestros programas de capacitación, asegurando que, en cada etapa, se brinde la educación y capacitación adecuadas tanto a los capacitadores como a los aprendices. Los supuestos culturales deben ser desafiados. Como se mencionó anteriormente, debe quedar claro que, cualquiera que sea la cultura y el contexto, el abuso infantil nunca está permitido y no es tolerable.
– Espiritualidad: pediremos a nuestros Centros de Espiritualidad que desarrollen programas especiales para acompañar a cada persona, víctima de abuso, que desee encontrar ayuda en su dificultad con la fe y con el sentido de la vida. Encontrar a Jesús de manera personal es algo que nos puede sanar a todos. Pero también entendemos que aquellos que han sido abusados por sacerdotes o religiosos deseen permanecer muy distantes de la Iglesia y de quienes representan a la Iglesia. Sabemos que hay algunos sobrevivientes que quieren caminar este viaje de sanación y humildemente trataremos de caminar con ellos. Una espiritualidad que enfatiza el crecimiento personal y la sanación es un don y una gracia especial para muchos sobrevivientes. Las formas tradicionales de hablar sobre el pecado requieren una atención especial.
Por último, pero lo más importante, queremos enviar un mensaje directamente a los sobrevivientes y sus familias: reconocemos que ha habido un intento inadecuado de abordar este problema y una vergonzosa falta de comprensión de su dolor. Les ofrecemos nuestras más sinceras disculpas y nuestro dolor. Les pedimos que crean en nuestra buena voluntad y sinceridad. Los invitamos a trabajar con nosotros para crear nuevas estructuras para garantizar que los riesgos se minimicen.
La Unión de Superioras Generales (USG) y la Unión Internacional de Superiores Generales (UISG)
Roma, febrero 2019