Diciembre 21, 2024

Adoración y Comunión / Paul Buchet

 Adoración y Comunión / Paul Buchet

Recientemente se celebró la solemnidad de la fiesta del Corpus Christi. En una parroquia, se celebró la misa dominical  y antes de despedir a los fieles, el celebrante  mandó  un diacono para traer en procesión la custodia con el Santísimo Sacramento para su adoración en el altar. La asamblea  se sorprendió  pero siguió devotamente a este rito antiguo.

En los siglos pasados, esta práctica  de la Adoración del Santísimo  ha sido muy popular en la Iglesia católica. Antes  del concilio Vaticano II,  una liturgia de adoración concluía, en la tarde,  las celebraciones dominicales. Era un culto con cantos gregorianos, incienso  y bendición  final  del Santísimo.  Las parroquias organizaban anualmente procesiones en las calles,  el sacerdote llevaba el Santísimo  caminando debajo un baldaquín  escoltado por los fieles.  También existía  una tradición  de “horas” de adoraciones programadas por turno en las iglesias.  Actualmente, esta práctica de  la adoración del Santísimo, la mantienen  el clero en sus retiros y algunos movimientos espirituales. En el  momento crítico de la Pandemia, un  obispo sobrevoló su ciudad  bendiciendo  la población con el Santísimo.

En la historia, esta devoción  de adoración del Santísimo surgió  de  la costumbre  de mantener  reservada  en un tabernáculo  unas hostias consagradas  para llevar la comunión a los enfermos.  El comulgar en las misas no era popular,  sólo podían  comulgar los  que habían hecho su primera comunión , y estaban confesados  y perdonados de sus pecados,  además  debían observar  el mas stricto ayuno.  Solamente, se obliga confesarse y comulgar  por lo menos una vez al año. Con esta práctica eucarística restringida se entiende que se extendió la devoción de la adoración del Santísima.  Fue en  el siglo XIII,   que Santo Tomas de Aquino  reforzó con toda su autoridad teológica  esta devoción  promoviendo  su práctica  tanto pública como privada.  Las palabras de los  cantos  gregorianos que  nos quedaron celebran  la  presencia sacramental de Cristo como  un misterio,  unas creencias  que escapan  de la capacidad de los sentidos, y que recuerdan el  mandamiento  de Jesús en  la Ultima Cena  que invita  sus apóstoles a recordar  su cuerpo y sangre compartiendo  el pan  y el vino, un   alimento que fortalece vivir el destierro de esta vida…

La adoración no es un acto religioso particular al cristianismo.  Los hinduistas, los budistas y los musulmanes  califican de adoración todo acto,  actitud, sentimientos o  palabras  para honrar a Dios. Para algunos es una búsqueda para  unirse, asemejarse, transformarse o  someterse a lo sagrado.  Los cristianos , ellos , construyeron   iglesias y  catedrales  donde rendir culto a Dios con oraciones, cantos, lecturas de la Biblia, predicas  y lo esencial  que era  la  acción de gracia  que actualiza la presencia “sacramental” de  Cristo.  Por las pocas practicas popular del comulgar, entonces, el acento se puso en la “presencia real” adorada y venerada  del pan y vinos consagrados. En el siglo XVI,  las divergencias  de la Reforma   crearon malentendidos que llevaron una parte de la cristiandad a abandonar esta  devoción eucarística.

Hoy, en la Iglesia católica,  después del Concilio Vaticano II, la  mentalidad  religiosa cambió. Se  acentuó  la participación comunitaria.  La vuelta dada  a los altares y el uso de la lengua vernácula  hicieron  buscar una mayor cercanía  de Dios pasar,  la reverencia   y la adoración de la liturgia antigua pasó en segundo plano.  Se actualiza  la  presencia de Cristo rememorando  su muerte  y resurrección. Es  Él que nos  invita “sacralizar” el pan y el vino, su cuerpo y sangre  para  que nos compenetrásemos  de su misma vida.

Sin embargo, el clero  y la feligresía que envejecieron  no  se olvidaron  del todo de la  liturgia misteriosa  y enaltecedora,  casi mágica a un Dios distante en su majestad, se  destacó especialmente   la  consagración , se  sigue un  comulgar infantil en la boca, los monaguillos, los arrodilladamientos, el incienso… .A pesar  que la comunión se popularizó, las celebraciones de las misas  tienen la dificultad  de  crear un espíritu comunitario  que manifieste  la presencia de Dios.  En la Iglesia, se vive una confusión:  un superávit de expresiones teológicas en  una  serie de  ritos ( cantos, confesión de pecados,  alabanza a Dios, petición, 3 lecturas, predica, confesión de fe,  oraciones universales, ofrendas,  acción de gracia  sacerdotal, consagraciones,  Padre nuestro,  gesto de paz,  comunión,  bendición final). Reconozcamos   que  el nivel de los discursos   debe mejorar porque  la población es más educada.   El formalismo tolerado  por los  bautismos, matrimonios  y funerales es  nocivo. Las parroquias y movimientos no  asumen la severa secularización de la sociedad, no asumen la profusión  de  religiosidades  que se expanden a través las redes sociales  en que cada uno crea su Dios a su manera  congeniándose con el Zen o el Karma.

Las breves autocriticas hechas no provienen de ideologías foráneas  al cristianismo como algunos lo sostienen. Seria  desconocer que la iglesia de todos los tiempos ha  siempre utilizado las ideologías para expresar su mensaje. La Iglesia primitiva  surgió del mundo del Antiguo Testamento , del  judaísmo, la Iglesia medieval  se enmarcó en las estructuras y mentalidades señoriales, en la época del racionalismo, se construyó toda una teodicea, el despertar socio político de la humanidad llevó el catolicismo a adoptar el personalismo por su moralidad … Tenemos  un compendió  excesivo  de creencias, de vocabularios, de conceptos, de interpretaciones , de sensibilidades  que evolucionaron  y se perfeccionaron  en la historia. Por esto   necesitamos  primero una auto-evangelización para, después,  evangelizar a los demás. La  verdadera partida de una nueva evangelización es   el  sentimiento   de sentirse  perdido en la selva o navegando en una barca que se hunde en las olas del mar.  ¡Qué bien que la liturgia abandone  muchas imágenes patriarcales de Dios! ¡Qué bien se busque fomentar lo comunión más que adoración!  La cristiandad  deberá  volver a ser  religión del amor, abandonando las culpabilidades irremediables contando con una misericordia fácil,  debemos salir de una  obediencia infantil, dejar de buscar meritos para el cielo, asumir su fe y no transferirla  a una institución  de su conveniencia.

Para evangelizar no se debe cargar una mochila de  formación religiosa, ni recursos  espirituales especiales, basta con  tener la valentía de  colocarse  frente  a los grandes problemas  existenciales y  sociales  de nuestro tiempo. Nuestra vida y la de los demás es el desafió.  No hay camino, no hay timón solo está  la decisión  de salir adelante. La evangelización es   esencialmente “diálogo” y por esto  el evangelizador debe empezar por dejar su religión “en pausa”  para  entrar en la sensibilidad secular sin a priori. Allí encontrará  su  vida pagana y  luego, la vida de nuestro mundo que busca  sobrevivir.

Sin duda la evangelización  tiene  en vista  las personas, se evangeliza  en familia,  en pareja, en  las conversaciones de todo tipo. Pero son los dramas globalizados de nuestra sociedad  que conviene priorizar  en el dialogo.

En primer problema es el “miedo” que reina en todas partes.  No son solamente los peligros íntimos de cada uno: de la calle, de la salud, del error, del fracaso,  la precariedad, de la muerte… Los medios de comunicaciones sociales y las redes sociales  desparraman cuantos terrores, de películas, también reales: asaltos, accidentes,  dramas problemas sociales, naturales.. .  El evangelizador  no tiene ninguna  boya de salvamento  que tirar.  Su primera preocupación  será  de revelar la amplitud de los problemas, sus   urgencias,  la conciencia o la ignorancia, las  disposiciones  al respecto, las soluciones buscadas. Poco a poco podrá  llegar a escuchar y a interrogar sus interlocutores para conocer  esos miedos  en más profundidad. Enseguida  compartirá los recursos humanistas y  religiosos que se les aportan. Al final después escuchar las posturas  de los demás será el momento para el evangelizador  testimoniar de su fe  personal en Cristo.  Seguro que la reflexión  compartida  le habrá hecho descubrir  la buena nueva que Dios anunciada para el mundo.  A partir de los intercambios realizado en el dialogo la fe se concretizará como testimonio  personal.

Otro problema  que involucra toda la sociedad es la “violencia”.  Hay violencia individual, de sexo, enfermiza,  grupal, violencia de rivalidad económica, cultural…Vale la pena que si una parroquia  o un movimiento quiere preparar evangelizadores, los reúna en grupos para  ejercitarse a dialogar y profundizar la envergadura del Mal  de la Violencia ,  sus dificultades,  sus víctimas, sus soluciones aplicadas, los planteamientos que existen al respecto… dónde  y cómo nace la violencia sus  interpretaciones .  En todas conversaciones, se puede hablar de  las violencias  “toleradas”, las violencias del pasado, las amenazadoras… Por cierto no basta denunciarlas y  restringirlas a problemas morales. ¿ sirven las leyes, las  espiritualidades, las manifestaciones   al respecto… Entre cristianos, después  de haber dejado, un tiempo  “la fe” en pausa,  y escucha los aportes de los participantes del dialogo  será necesario  volver a la Palabra de Dios para  entender  lo que puede decir Dios a nuestro mundo  violento..

Existe otro problema  que merece una preocupación especial para  la evangelización. Es el Progreso Humano.  Hemos vivido un auge de medios de comunicación y de informaciones.  Existe  un  desarrollo increíble de algunos sectores  y por otra parte unas marginaciones y migraciones.  De un lado: ilusiones del poder y de las riquezas, para otros: frustraciones, rechazo y rebeldía.  El futuro individual de cada uno, igual que el futuro  de la humanidad  son perspectivas que crean una “angustia” general. La crisis ecológica  complica los sueños y las fantasías  especialmente en  las nuevas generaciones.  Las iglesias no dan suficiente importancia a esta incertidumbre de la gente  frente al  ProgresoEl tema del Reino de Dios “en” la tierra  esta  a menudo dejado de lado.  Los evangelizadores,   sabrán  callar y reconocer los vacíos  de fe en la materia. Después de intercambiar acerca de las angustias secretas , de las mentiras de la publicidad comercial, el evangelizador  abrirá el tema difícil de la  esperanza, del más allá o del  cielo. En los funerales, evangelizar sería llegar a hablar de Dios y del destino humano. Celebrar y recordar  la vida de los difuntos  no es ninguna evangelización.

¿Cuál es el mayor de los mandamientos?… Unos viejos catecismos contestaban: “Adorar a Dios por encima de todo”. En realidad, el evangelio  contesta: (lo mejor)  es “amar a Dios y al prójimo”.  La evangelización  es el cumplimiento de este mandamiento.  

Paul Buchet – Temuco

www.reflexionyliberacion.cl

 

 

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