Vigilia Pascual
El Señor esté con vosotros… Levantemos el corazón… Demos gracias al Señor nuestro Dios…
Sí, es justo y necesario agradecer el Amor que irradia la vida de Jesús.
A Jesús le gustaba disfrutar la vida:
Comer bien y en buena compañía, tener salud, trabajar dignamente…;
dialogar con todos e intentar comprenderlos, disfrutar de la fiesta;
organizar su vida en libertad, amar y ser amado, alegrar y ser alegrado;
estar cerca de los que sufren para remediar sus males y dolencias;
Como nosotros, experimentó la fragilidad y el egoísmo:
Le dolían los enfermos y los demás excluidos de la sociedad;
le preocupaban los que no podían trabajar ni vivir con honradez;
le indignaba el uso interesado, discriminatorio y cruel de la religión.
Jesús sentía que un Espíritu de Amor infinito lo habitaba:
Oía su voz llamándole “Hijo mío, en quien me complazco”;
le impulsaba a curar y a alimentar a quienes lo necesitaban;
le movía a denunciar el sufrimiento y el egoísmo;
le llenaba de amor a todos, especialmente a los que más sufren.
Desde esta experiencia, Jesús ofreció su alternativa de vida:
Hacer de la vida una fraternidad, el reinado de Dios;
dedicó su vida a pregonarlo y a ponerlo en marcha;
reunió un grupo de hombres y mujeres para vivirlo;
la base del grupo sería la confianza en el Amor de Padre-Madre Dios.
Desde este Amor procura organizar la vida comunitaria:
Rechazar los falsos valores: el afán de dinero, de prestigio y de poder;
aceptar el Amor que comparte, que iguala en dignidad, que ayuda siempre.
El Amor, que es Dios mismo, libra de toda opresión:
Hace imposible la violencia;
limpia de egoísmo y maldad el corazón;
mueve el trabajo por la reconciliación y la paz.
Este Amor sin medida es Amor puro, gratuito, universal:
No coincide con el “dios” de las religiones conocidas;
con los dioses que acechan para premiar o castigar;
con los dioses que se adueñan de la libertad y conciencia;
con los dioses que se dejan controlar por sus ministros;
con los dioses que se enfadan y hay que aplacarlos y consolarlos…
Este Amor encontró la oposición de los bien instalados:
De los enriquecidos por el sistema y sus habilidades,
de los llenos de poder y honores… frente a los humillados y empobrecidos.
Hoy celebramos que este Amor conduce a la Vida:
Jesús, con este Amor, nos ha abierto los ojos;
lo ha hecho luz y camino para todos;
este Amor es su sabiduría de vida definitiva;
curar, alimentar y crear fraternidad fue su trabajo hasta la muerte;
en este trabajo encontró oposición y cruz:
enfrentamiento con la religión organizada;
los profesionales de la religión vieron en él un peligro;
le llevaron al poder político para eliminarlo como revoltoso social;
así lo hicieron y lo crucificaron;
la verdad del amor de Dios lo resucitó.
¡Jesús ha resucitado! ¡Jesús vive!
Es la buena noticia que descubrieron enseguida sus discípulos;
sintieron su presencia al recordar sus palabras y su Cena;
no pudieron dejar su misión porque su Espíritu les llenó el alma;
su Espíritu les condujo a Galilea para empezar su misma misión;
su Espíritu les hizo “dedicarse asiduamente a la enseñanza de los apóstoles,
a compartir la vida, a la fracción del pan y al rezo” (He 2, 42).
Este cirio encendido ilumina nuestra comunidad:
Es signo de Jesús resucitado;
es signo del Amor vigilante, despierto, siempre vivo;
es la luz que da sentido a nuestra vida;
es la fuerza que dinamiza nuestra preocupación por los más débiles;
es la presencia que nos acompaña hasta el final;
la muerte física será la puerta al abrazo pleno de este Amor.
Abramos nuestra vida al Amor que no muere jamás:
Renovemos nuestro bautismo del Espíritu;
avivemos la fe y la esperanza sembradas en nosotros;
disfrutemos el amor y la alegría de seguir su camino.
¡Feliz Pascua!
¡Feliz reencuentro con el Amor!
¡Feliz reencuentro con Jesús resucitado!
Rufo González
Leganés (Madrid).