Diciembre 21, 2024

El lavado Verde de las petroleras

 El lavado Verde de las petroleras

El periódico global y escudero de la etérea energía verde, Financial Times, publicó un artículo con su interpretación que se condice con el pensamiento de productores y políticos occidentales acerca de las desmedidas ganancias de las seis compañías petroleras más grandes de Occidente, que obtuvieron dividendos de casi U$S 200 mil millones en 2022. Los resultados muestran que TotalEnergies (Francia) se une a Exxon Mobil, Chevron (EE.UU.), British Petroleum (Reino Unido), Equinor (Noruega) y Shell (Países Bajos) para registrar un aumento masivo en sus balances.

En el caso de Estados Unidos, el presidente Biden, de manera asombrosa, afirmó que las grandes petroleras estadounidenses invirtieron “muy poco de esa ganancia” para aumentar la producción nacional y ayudar a mantener bajos los precios de la gasolina. “En cambio, usaron esas ganancias récord para recomprar sus propias acciones, recompensando a sus directores ejecutivos y accionistas”.

Aquellas empresas que estaban mejor posicionadas para responder fueron las más recompensadas por los inversores. El gigante estadounidense ExxonMobil, que ha resistido la presión de descarbonizar más que cualquier otra gran empresa energética, aumentó la producción en 2022 y sus acciones subieron más del 50% en el año, al acumular un récord de 55.700 millones de dólares en ganancias.

Los políticos occidentales siguen comprometidos con la transición energética, eso no se puede poner en duda, no al menos en el papel. La UE ha acelerado los planes para implementar proyectos de energía renovable e hidrógeno en todo el bloque como una forma de reemplazar la dependencia de los combustibles fósiles rusos. Al otro lado del Atlántico, la Ley de Reducción de la Inflación de Joe Biden promete potenciar las inversiones verdes y acabar con la industrialización europea.

El resurgimiento de necesidades de hidrocarburos con ganancias extraordinarios para quienes dan respuesta a los requerimientos de la demanda con fuertes beneficios han planteado serias dudas sobre si las industrias heredadas y sus inversores alguna vez impulsarán la descarbonización. Más absurdo aún es pensar que las empresas que más se benefician de esa industria lideren el camino de su sustitución. De hecho, y siguiendo el manual teórico de un buen neoclásico, si esto existiera, estas empresas están configuradas para maximizar los rendimientos y el de sus accionistas. Y eso exactamente es lo que están haciendo.

Esa tensión del mercado se puede ver en la reticencia entre los ejecutivos de las grandes empresas de energía a apostar más por los inciertos ingresos futuros de las energías renovables. Shell, la compañía de energía más grande de Europa, duplicó sus ganancias en 2022, y llegó a casi U$S 39 mil millones, la más alta en sus 115 años de historia, pero no modificó sus planes de gasto de capital. Shell gastó 3.500 millones de dólares en su división de soluciones energéticas y renovables en 2022, lo que representa solo el 14% del gasto de capital total del grupo. Gastará aproximadamente lo mismo en 2023. Pero aún las compañías petroleras se quejarán de que no obtuvieron ninguna recompensa en el mercado por ser más ambientales que Exxon.

No contenta con las ganancias exorbitantes, Shell se enfrenta a una denuncia de greenwashing en EEUU, que no es más que lavado de dinero verde, como los narcos, pero sustentable. Es un término usado para describir la práctica de ciertas compañías, al darle un giro a la presentación de sus productos y/o servicios para hacerlos ver como respetuosos del medio ambiente.

Shell confirmó el 2 de febrero que había pagado 1.900 millones de dólares en cargos relacionados con impuestos sobre las ganancias inesperadas en el Reino Unido y la UE. Lo pagado en el 2022 como ganancia extraordinaria por estafar a los consumidores europeos es del 0.03% de sus ganancias. El efecto Rashomon es muy impresionante, porque políticos europeos y americanos creen que están tratando de poner justicia sobre los beneficios de las empresas. En el sur de América se está discutiendo esto, y es posible que muchos digan que un tributo de este tipo sería expropiatorio. Los políticos creerán que son unos osados transformadores de la matriz distributiva, y los CEO de las empresas que el país que los grave está atentando contra el mercado, la propiedad privada y la maximización de beneficios.

La discusión se termina cuando las asimetrías del poder vuelven imposible ejecutar tal decisión, y la puerta giratoria lleva a los funcionarios a ocupar cargos en las empresas energéticas y viceversa. Las energías verdes pueden combatir el calentamiento global, siempre que sean un gran negocio.

Alejandro Marcó del Pont / Economista

Editor