La Berrea Conciliar
Para unos el Concilio Vaticano II fue “el mejor de los tiempos”, para otros sigue siendo “el peor de los tiempos”.
A nosotros, estudiantes de teología, se nos abrieron los cielos, nuevos teólogos irrumpían en las aulas, los tristes y severos manuales de moral eran reciclados y Bernard Häring sentaba cátedra.
Los peritos del Concilio, pioneros de la innovación, se convirtieron en nuestros héroes de la noche a la mañana. Había que leer y estudiar a De Lubac, a Hans Küng, a Teilhard de Chardin, a Schillebeeckx…manantiales inagotables de sabiduría, para nosotros eran mucho más que nombres ya que algunos habían escrito con sangre y ¨lo que se escribe con sangre, no hay que leerlo, hay que aprenderlo de memoria´.
Los católicos del mundo respiraron, sorprendidos, un aire nuevo y veían como las puertas de la Iglesia daban la bienvenida a algo nuevo, algo a lo que aún no sabíamos darle nombre. Hasta las iglesias cristianas se contagiaron y nos acompañaron en esta gran fiesta del Espíritu.
El 11 de octubre el Papa Francisco quiso celebrar el 60 Aniversario Del Concilio para que los que lo vivimos como ¨el mejor de los tiempos¨ seamos fieles al espíritu del Concilio¨ y los que, hoy, lo viven como el peor de los tiempos¨¨se dejen seducir por su inmensa riqueza espiritual y pastoral.
¨El primer problema de la Iglesia de hoy, según el Papa Francisco, radica en la no aceptación del Concilio¨.
El Concilio es un “work in progress¨. La vida humana es un ¨work in progress¨, y como cristianos nunca estamos totalmente cocidos, la gran tentación es creer que ya estamos hechos, siempre seremos un ¨¨work in progress¨.
El ¨¨espíritu¨ del Concilio es también un ¨¨work in progress¨, un futuro a realizar, una frontera nunca alcanzada.
¨¨La tarea está lejos de estar completada, ya que la recepción del magisterio conciliar es un proceso en movimiento, está todavía en su infancia¨ afirma el Cardenal Grech.
¨¨El Concilio salvó la Iglesia, sin él sería una pequeña secta¨.
George Weil, entusiasta defensor, afirma que el Concilio fue necesario y aporta 6 razones poderosas para justificar su afirmación
Ross Douthat, católico conservador, desde su púlpito mundial, The New York Times, arremete con lenguaje violento contra los éxitos del Concilio y lo declara como un gran failure, fracaso. Se suponía que dinamizaría la Iglesia, la convertiría en más atractiva para la feligresía, más abierta, pero se ha vaciado y su decadencia es más visible donde más arraigada está.
No comprendo por qué los tradicionalistas se empeñan en culpar al Concilio de todos los males que la Iglesia sufre y acusarla de haber causado lo que llaman el Eclipse de Dios.
¨Failure casts a longer and more enduring shadow, sometimes, than success¨. Douthat
El Concilio de Trento no terminó en 1563, está vivo y seguimos discutiendo la Misa Tridentina y la demonización de los cambios litúrgicos, hojarasca conciliar. Son muchos, sacerdotes y laicos, los que lamentan la pérdida de un pasado triunfal y quieren resucitar el pasado, un pasado que muchos queremos enterrar.
El Vaticano II es mucho más profundo que la superficie litúrgica, foco de las iras de los tradicionalistas.
La santidad del pueblo de Dios tiene un centro, Cristo, el único que santifica y salva.
La jerarquía, lejos de ser una isla exótica, tiene que contar con todo el pueblo de Dios, sujeto mudo, el Concilio le ha devuelto su protagonismo y su importancia. Ahora existe y, además de pagar, habla.
El Concilio, con la constitución Dei Verbum, pagó su diezmo a la Biblia marginada, Palabra de Dios cautiva. Documento que más veces he leído.
El alma de la teología y la savia del cristiano es la Palabra de Dios.
La Iglesia, en busca de la unidad, vive más en comunión con las Iglesias cristianas, orillado su triunfalismo, vivimos tiempos de humildad y de pobreza.
Francisco, golpe maestro, con su Sínodo, queriéndolo o no, ha convocado el Concilio Vaticano III. Ha dado voz no solo a los Obispos sino a todo el pueblo de Dios, también están invitados a vivir la sinodalidad los Protestantes, los Musulmanes, los ateos, todos los hombres de buena voluntad.
El ´´espíritu¨, del Concilio Vaticano II sigue animando y purificando a la Iglesia santa y pecadora, perfecta e imperfecta, ojalá que nosotros, sus hijos, no lo apaguemos.
P. Félix Jiménez Tutor, Escolapio