Recuerdo de la Masacre de San Patricio
Este 4 de julio se cumplieron 46 años del atentado más violento que sufrió la Iglesia Argentina en toda su historia: Cinco consagrados a Dios fueron asesinados en la Parroquia San Patricio de la arquidiócesis de Buenos Aires; los Padres Alfredo Leaden, Pedro Dufau, Alfie Kelly y los seminaristas Salvador Barbeito y Emilio Barletti, todos ellos miembros de la Sociedad del Apostolado Católico (Padres y Hermanos Palotinos).
Queremos recordar en este 46º aniversario Martirial, lo que nos decía el entonces Arzobispo de Buenos Aires, Cardenal Jorge M. Bergoglio, hoy Papa Francisco, en la homilía de la misa del 25º aniversario: Esta Parroquia ungida por la decisión de quienes juntos vivieron, ungida por la sangre de quienes juntos murieron, nos dice algo a esta ciudad, algo que cada uno tiene que recoger en su corazón y hacerse cargo. Despejar etiquetas y mirar el testimonio. Hay gentes que sigue siendo testigo del Evangelio, hay gente que fue grano de trigo, dio su vida y germinó. Yo soy testigo, porque lo acompañé en la dirección espiritual y en la confesión hasta su muerte de lo que era la vida de Alfie Kelly; Sólo pensaba en Dios. Y lo nombro a él porque soy testigo de su corazón, y en él a todos los demás. Simplemente ruego para tener la gracia de la memoria, que nos haga agachar la cabeza y pedir perdón, usando las palabras de Jesús “porque no saben lo que hacen”, por quienes desgarraron esta ciudad con este hecho. Pedir perdón por cada uno de nosotros cuando queremos que el mundo nos reconozca como de él y no pagar el precio que hay que pagar cuando el mundo no nos reconoce. Y quiero dar gracias a Dios porque todavía hoy, en medio de una ciudad turbulenta, llena de vida, de ansiedad, llena de fuerza, llena de esperanza, llena de problemas, llena de trabajo, quiso darnos una señal. Hay gente que todavía quiere vivir no para sí. Y el Señor permite que haya gente que en esa coherencia muera no para sí, sino para dar vida a otro.
¿Por qué creemos que son testigos de la fe?
- Porque a través de su violenta muerte nos dejaron el más profundo testimonio de Amor a Dios.
- Porque nos brindaron ejemplo de la mayor entrega, danto la vida por sus ovejas.
- Porque supieron vencer sus propios miedos y optaron por obedecer a Dios antes que a los hombres.
- Porque con sus diferencias, fueron signo de comunidad, tanto en la vida como en la muerte.
- Porque fueron fieles al Evangelio y a la iglesia, hasta las últimas consecuencias.
- Porque optaron por la vida, eligiendo defender la Justicia y la Verdad.
Esta brutal masacre a una Comunidad cristiana fue un hecho que evidenció el accionar criminal de las dictaduras militares, dispuestas a asesinar sacerdotes y seminaristas que denunciaban las violaciones a los derechos humanos que se cometían en Argentina y Latinoamérica.
¡Esta matanza en contra de religiosos fieles a Dios y a su Pueblo todavía sigue impune!
Consejo Editorial de Revista ‘Reflexión y Liberación’.
Buenos Aires / Santiago